SR-72: El avión espía hipersónico que podría cambiarlo todo

El avión espía SR-71, la aeronave tripulada de respiración aérea más rápida que jamás haya existido, se ha inscrito para siempre en cualquier registro de la historia de la aviación como un avión de aspecto elegante, de gran altitud y sigiloso que ha marcado la diferencia para el Pentágono.

El avión, que se retiró varias veces, la última de ellas en 1998, se remonta a la década de 1960, un desarrollo que sugiere una sofisticación temprana entre los ingenieros que pensaban en construir plataformas de baja observabilidad. Quizás el avión se adelantó a su tiempo, ya que fue concebido y fabricado por la famosa división Skunk Works de Lockheed Martin.

Especificaciones del SR-71

En efecto, el fuselaje del SR-71 parece sigiloso, ya que está redondeado con un fuselaje mixto y unas alas ligeramente curvadas sin ángulos agudos. Como avión que voló por primera vez en 1964, cuenta con algunas tecnologías impresionantes, según un ensayo de Lockheed Martin titulado “Creating the Blackbird” (“Creando el Blackbird”), que destaca el radar lateral del avión, la inteligencia de señales y las cámaras electroópticas de largo alcance.

Según las especificaciones del avión, es capaz de volar a Mach 3 y alcanzar altitudes de 85.000 pies. En un documental de la PBS de 2006 se explicaba que el histórico Blackbird utilizaba su velocidad sin precedentes para dejar atrás los radares y las defensas aéreas terrestres.

Con una tripulación de dos personas, el Blackbird contaba con un piloto y un oficial de reconocimiento para misiones de vigilancia a gran altitud, operaciones que más tarde, tras la retirada del avión, realizaron sistemas no tripulados. Tras su servicio militar, el Blackbird prestó apoyo a la NASA durante muchos años, hasta finales de los 90. Un interesante ensayo del Business Times explica que las misiones del Blackbird acabaron siendo absorbidas por drones y satélites.

El SR-72: ¿Próximamente?

Sin embargo, el concepto del Blackbird sigue vivo, y el legado más perdurable del famoso avión espía puede ser la forma en que ha inspirado el actual y acelerado esfuerzo por diseñar su sucesor, un SR-72 hipersónico, y probablemente no tripulado, en mi opinión.

El nuevo, “Hijo del Blackbird” como se le llama, está programado para surcar los cielos en 2025, según el documento de Lockheed. Tendría sentido que el sucesor del Blackbird fuera no tripulado, dado que permite la posibilidad del vuelo hipersónico y aprovecha décadas de avances tecnológicos desde la aparición del Blackbird en los años sesenta.

Tiene sentido que la asombrosa velocidad de Mach 3 del Blackbird de los años sesenta sentara las bases para su continuación, ya que un Blackbird hipersónico hijo del SR-72 sólo tendría que alcanzar Mach 5 o más para ser considerado hipersónico. Curiosamente, al igual que el Blackbird original evitaba las defensas aéreas a pura velocidad, los proyectiles hipersónicos son especialmente difíciles de rastrear. Los objetos, como las armas o algún día los drones, viajan a velocidades tan altas de una abertura de radar o “campo de visión” a otro, que las defensas simplemente no pueden establecer un seguimiento “continuo” y, por lo tanto, tener éxito en el objetivo.

¿Drones hipersónicos?

La llegada de los drones hipersónicos supondría un cambio de paradigma, y los científicos del Ejército del Aire ya lo habían previsto hace muchos años. El antiguo jefe Científico del Ejército del Aire, Gregory Zacharias, declaró a Warrior hace años que preveía el desarrollo hipersónico en términos de pasos escalonados, lo que significa que el progreso y los saltos adelante se producirían en incrementos con varios años de intervalo. Hasta ahora, sus predicciones se han mantenido bastante bien, ya que hace unos 10 años me dijo que las armas hipersónicas aparecerían en la década de 2020, seguidas por los drones hipersónicos en la década de 2030 y los drones hipersónicos recuperables en la década de 2040.

Si Lockheed consigue fabricar un dron hipersónico para 2025, se adelantará a la predicción de Zacharias. No hace falta mucha imaginación para imaginar cómo los drones hipersónicos podrían cambiar radicalmente la ecuación táctica en lo que respecta a la guerra aérea y el reconocimiento a gran altitud. La capacidad de superar a las defensas aéreas a pura velocidad y de cubrir zonas sensibles y de alto riesgo con un reconocimiento avanzado a velocidades y distancias sin precedentes ofrece sin duda una ventaja aún inexistente. Esto es especialmente cierto si el dron está conectado en red con satélites, aviones tripulados e incluso estaciones de control en tierra.

El futuro es casi ahora…

Los avances logrados con el SR-72 pueden estar relacionados con tecnologías revolucionarias que permiten a plataformas más grandes, como los drones, mantener velocidades hipersónicas durante periodos de tiempo más largos gracias a los avances en la gestión térmica. Los principales retos que plantea el vuelo hipersónico están relacionados, en gran medida, con la capacidad de soportar el “calor” generado a velocidades hipersónicas y gestionar eficazmente la “capa límite” o flujo de aire que rodea al proyectil.

Un flujo de aire laminar o “suave” puede garantizar que un proyectil hipersónico mantenga su trayectoria hacia un objetivo, mientras que una capa límite “turbulenta” en la que las moléculas cambian rápidamente puede desviar un arma hipersónica de su trayectoria. Cuanto más grande es una plataforma y más carga útil transporta, más difícil resulta gestionar los retos aerodinámicos y térmicos.

Es posible que se produzcan avances en los ámbitos de la gestión térmica, los materiales compuestos o las tecnologías de refrigeración de algún tipo que ahora permitan el vuelo hipersónico sostenido de plataformas más grandes, como los drones.

Fuente: https://israelnoticias.com/


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