¿Periodismo como el medio para lograr un fin?

Si el fin justifica los medios es una discusión ancestral, aún más vigente en nuestros tiempos. Muchos que coinciden con ese postulado, genialmente defendido por Nicolás Maquiavelo, consideran que su éxito depende de nunca mostrar sus verdaderas intenciones y hasta de venderles su alma al diablo.

De manera particular, no somos defensores de esa forma de actuación.

En consecuencia, nunca estaremos de acuerdo con aquellos individuos qué, y más ahora aprovechándose de la democratización y abaratamiento que la tecnología ha puesto al alcance de todos, lancen medios de comunicación social sólo persiguiendo espurios fines y cuya línea editorial sea una especie de “foro público” en contra de quienes adversen.

Igual de malo es “engancharse” a periodista, no como una vocación y forma honrada de ganarse la vida, sino como una desesperada opción ante el fracaso profesional en otras aéreas; lo cual de por sí es un mal presagio.

Ejemplos hay muchos, pero como muestra sólo un botón. Sería de sorprender hasta al más ingenuo que algunos hagan una rápida transición de ser enemigos jurados de los periodistas, llegando al extremo de cuestionar públicamente a comunicadores que simplemente hacían su trabajo de pedir explicaciones sobre sus declaraciones tremendistas y hasta a regañarlos por vivir del ejercicio de su profesión; a pretender convertirse en paladines de la prensa.

Lo anterior es independientemente que entendemos como un derecho fundamental, intrínseco y consustancial a la raza humana, el mudar de aires con el inexorable devenir del tiempo. Nuestros pareceres y conceptualización sobre diferentes aspectos del diario transcurrir pueden variar con los años y experiencias, e incluso de modo radical; pues hay que reflexionar que el cambio es la esencia de la vida.

Es necesario aquilatar que somos fieles y fanáticos seguidores al sagrado derecho a la libertad de expresión e información, brillantemente plasmada en la Constitución de la República del año 2010, amén de otros importantes convenios sobre derechos humanos ratificados por la República Dominicana y que tienen rango constitucional.

Y por igual, defendemos la facultad de cualquier dominicano a dirigir o expresarse libremente en cualquier medio de comunicación, criterio el cual no comparten algunos talibanes periodistas que furibunda y erróneamente entienden que esa prerrogativa debe ser el exclusivo privilegio de quienes ostenten el título de licenciados en comunicación social; aunque en algunos casos estos últimos sean más ineptos y antiéticos que aquellos quienes no han logrado dicho grado académico.

En definitiva, que los mercaderes tengan y sigan con sus medios de comunicación; y por el bien del país y la democracia, ojalá que nunca sufran ningún tipo de represión o censura, ¡pero que jamás logren sus nefastos objetivos!


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