Amín Canaán opina sobre próximas elecciones en la Asociación Nacional de Pilotos

Por: Capitán Piloto Amín Cannán Gómez

Desde la fundación de la Asociación Nacional de Pilotos (ANP) han transcurrido muchos procesos eleccionarios, pero en los últimos años, o mejor dicho periodos (diez años más dos), la dinámica de este organismo ha cambiado y no para bien.

En los tiempos del desaparecido capitán Luis Polanco este fue víctima de sabotajes por haber denunciado a los “maruseros” (no hemos visto denuncias responsables de desapariciones de aviones). En épocas subsiguientes se invitaba al Director, General Román Torres y se le ponía en la mesa principal un espacio con su nombre aunque no asistiera, y cuando Vitelio Mejía Ortíz era Director él invitaba a la ANP y asistíamos. Aníbal Amparo García Díaz convocó a la ANP para ofertarle una posición en la Junta Aeronáutica, la cual llegó a tener una mayoría de seis pilotos de once miembros con voz y voto.

De esa situación de alto nivel y de un prestigio ganado en la sociedad donde la prensa se hacia eco de las denuncias responsables (ninguna de ellas sin soporte documentado) ha cambiado a un estilo de amenaza, intimación y chantaje, sólo buscando el beneficio personal y sin medir las consecuencias de la imagen de los pilotos.

Las últimas directivas de la ANP han perdido el terreno en la misma proporción que su apetito trepador. La posición en la Junta Aeronáutica, el valor y el respeto del carnet de la ANP, y la falta de vigencia de la Asociación en los medios de comunicación, son clara evidencia de la mala orientación y errática conducta, traduciéndose esto en un descenso de la intención a la membrecía de los pilotos.

La pasada directiva (periodo de los diez años) más errores no pudo cometer, rompiendo con principios éticos y violentando derechos y principios. La actual directiva ha sido una “itinerante”, dirigida a control remoto, muy lejos de la realidad que viven los pilotos dominicanos, todo parece que en sus fueros internos solo quería preservar sus condiciones materiales personales a nivel de hegemonía y dominio. Un conuco abandonado al servicio del entreguismo.

El lastre que está dejando esa directiva de marras con unas elecciones a todas luces viciadas institucionalmente, estarán contempladas de la siguiente manera: se intenta por todos los medios descalificar a todos los adversarios por el incumplimiento de ciertos artículos de los estatutos y de un reglamento “eleccionario”, pero en su defecto de la plancha que goza del “afecto” estos no cumplen como tampoco han hecho merito para ganarse el respeto y la admiración de los demás colegas, una de las razones que la mayor parte de los pilotos alegan es la falta de respaldo que han tenido de la ANP mientras los directivos de la ANP gozan de las mieles del poder y mantienen sus vacas sagradas. ¿Qué ha dicho por ejemplo la ANP del CONASAC y su implementación?

Para exigir y esgrimir la legalidad hay que cumplir con ella a cabalidad y nadie puede desconocer los estatutos o interpretarlos antojadizamente o parcializada mente para beneficiar una tendencia y más cuando esto viola a los propios estatutos y a las leyes ordinarias.

De materializarse esta aberración, en los tribunales se ventilarán casos de inconstitucionalidad. Debiéramos de coger como ejemplo en una situación parecida cuando terciáramos en unas elecciones con el ido a destiempo Capitán Luis Polanco, en ese entonces se reunió un grupo consultivo y se llegó a un acuerdo para que no se produjera una división y resultó luego uno de los eventos más significativos de la historia de la ANP, llegando la membresía a sobrepasar los 350 participantes.

Si lo que se quiere es terminar con lo que una vez fue una entidad con criterio propio y al servicio de los intereses de los pilotos dominicanos, para convertirla en una agencia de búsqueda de empleos, de mantenimiento de asesorías y de empleados narigoneados y sin criterios, ¡que siga el entierro y que vivan los sepulteros y sacateclas “maruseros” contrabandistas de poca monta del Aeropuerto de Herrera!

Hoy, lamentablemente, la repetimos en el Higüero con una moral cuestionada a todas luces.


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