¿A dónde se nos fue Don Santiago Rosa Martínez?

Luego de un afectuoso saludo Sr. Santiago Rosa Martínez, Sub Director General del Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC), me complace dirigirme públicamente a usted por ser uno de los funcionarios y líderes del sector aeronáutico nacional, quien fuera de mayor admiración y respeto de mi parte.

Hago uso de este medio, dada la imposibilidad de algún encuentro personal entre ambas partes, fruto de nuestras diferencias, pero a la misma vez dejando claro que ante el interés común de nuestro sector encontraría en mi un colaborador comprometido con mi clase; por lo tanto esas diferencias sólo trascienden en el plano personal, pero siempre lo institucional será el objetivo final entre ambos.

Ruego para que la razón prime y la tolerancia al libre ejercicio del pensamiento humano, sean las que se impongan en este escenario.

De mi parte me tocó lo peor, admirar una figura como la suya modelo de liderazgo y luego avergonzarme de vivir equivocado tanto tiempo. Parto de este principio bajo la concepción de una idea, que maduré luego de estudiar y recordarme que la verdad no puede ser absoluta, ya que imposibilitaría un cambio social de así serlo.

La contraposición de las ideas, no pueden tener su génesis en uno mismo, es necesario que sea externo su origen y le recuerdo esto Sr. Sub Director, dado que los líderes de lo único que pueden darse el lujo es de retractarse en la acción (materialmente), pero no en su ideología, su doctrina y sus convicciones personales. No se debe comprometer lo intangible como el pensamiento o los sentimientos humanos, por lo tangible como el decreto, la oficina, posición o cualquier otra cosa material que pueda resultar finito.

Si analizamos su historia desde el paro de controladores en el 2004 hasta hoy, cabe preguntarnos ¿A dónde te nos fuiste? Ese controlador que desde la torre del Aeropuerto Internacional de Herrera, supo echar raíces. Recuerdo verlo cuando yo era estudiante de piloto privado como un referente de liderazgo de línea dura y hazañas inimaginables hasta la fecha.

Cabe preguntarnos entonces ¿a dónde se nos fuiste? aquel hombre antes de entrar en ese proceso egocentrista de mutación política y desplome ideológico, propio de los hombres que sólo sirven para vivir aferrados a la posición, poderes y privilegio.

A dónde se nos fue Don Santiago? En nuestra conciencia nos cabe preguntar, porque ahora resulta que no estar de acuerdo con usted es un acto de rebeldía, cundo tratar de imitarlo bajo su ejemplo de lucha es un acto de indisciplina y cuando fue mejor dividir su propia asociación antes que intentar convencerla. En este caso caben estas preguntas cuando ya se nos acaban los recuerdos, porque un liderazgo como el suyo no se construyó por el resultado de una necesidad, una nómina pública o el simple miedo de una retaliación, usted fue el resultado de la espontaneidad y liderazgo natural que lo caracterizó en sus orígenes.

¿A dónde te nos fuiste Don Santiago? Ese hombre que estaba de acuerdo con el debate, las diferencias de ideas, o cuando era capaz de convencernos y no imponer una decisión. Recordamos cuando usted era el amigo solidario, leal a sus propios compañeros que lo vieron como hermano, que lo siguieron y lo ayudaron a construir su éxito material y luego supo soltarle la mano dejándolo caer en un abismo. Usted mismo sabe que cualquiera es líder cuando se le teme lo suficiente o se tiene un buen cargo público.

Los lideres se construyen a sí mismos, sin recursos, sin promesas personales, como cuando el actual partido de gobierno sólo eran 17,000 personas, unidas por ideales más que por líderes, donde usted se consideró parte y cabe recordárselo porque es posible que al día de hoy se le agotara la memoria, ya que su nivel de intolerancia no respeta ni a sus propios compañeros partidarios. La lección de conocerlo es que sé es posible darle la espalda a cualquiera que no esté alineado con sus intereses y que sus propios intereses podrían pesar más que los intereses de su propio partido, jefe inmediato o proyecto de nación.

Ojalá encontrar el camino de la reconciliación del sector y la unidad de su propia clase. Es necesario dejar ese odio y rencor que lleva consigo con aquellos que lo único que hicieron fue pensar diferente a usted, porque le digo de corazón que la soberbia y la arrogancia en el poder, sólo es un traje que no está a la medida de usted y estoy seguro que es mejor persona que lo que exhibe pero que se encuentra atrapada en un mundo de malas decisiones.

¡Reflexionemos!


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