Uso de las luces automáticas, un peligro para la seguridad vial

Tecnología y seguridad vial forman parte de una difícil ecuación, porque la tecnología sirve para reducir los riesgos en la conducción, sin duda. Pero al mismo tiempo está provocando un efecto muy negativo en los conductores, que cada vez delegan más en el automóvil y en sus sistemas de ayuda, la necesaria atención a la conducción. Y eso va en contra de la mejora de la seguridad vial.

El sector del automóvil es sin duda uno de los que aportan más tecnología dentro de la industria europea. Más del 50 % de las inversiones en I+D corresponden a la automoción. Eso lleva a que cada vez los coches sean más “inteligentes”, pero también supone un problema adicional, que los conductores se relajan y circulan mucho menos pendientes de la conducción, “porque el coche se ocupa”. Y un buen ejemplo lo tenemos en el sistema de iluminación del vehículo.

El sistema automático de luces es un equipamiento de serie en muchos modelos y disponible prácticamente en todos los coches del mercado. Un sistema que se encarga de encender o apagar las luces del coche en función de las necesidades. Si circulamos por la carretera de día van apagadas, pero si entramos en un túnel o en el momento que se empieza a hacer de noche se encienden automáticamente.

Sin duda es muy cómodo tener este sistema porque es una cosa menos que hay que tener en cuenta cuando vamos conduciendo. Pero eso es un grave error y se puede comprobar perfectamente cuando circulamos un día nublado o muy lluvioso, un típico día de invierno. Si según circulamos por la carretera nos vamos fijando en los otros coches, veremos que hay muchos que van con las luces apagadas y otros, los más modernos, solo llevan las luces diurnas delanteras.

Eso es un grave riesgo para la seguridad vial. Es muy importante que nuestro coche se vea, es la garantía de que no sufriremos algún choque imprevisto con otro vehículo. De hecho, en los países nórdicos es obligatorio circular siempre con las luces conectadas, incluso en pleno día. El único objetivo de esta medida es mejorar la seguridad vial. En el caso de España, y del resto de Europa no es obligatorio, pero la DGT aconseja circular siempre con las luces encendidas, pero sobre todo en condiciones de escasa visibilidad.

La tecnología siempre juega a favor de la seguridad vial, pero al mismo tiempo se está creando una grave situación: el conductor se acostumbra a que todo funcione automáticamente y ni se fija en cómo está circulando. Ya ni siquiera tenemos la costumbre de poner o quitar las luces antiniebla, porque realmente nosotros más o menos vemos lo que hay en la carretera. Pero nos olvidamos de que el peligro es que si no nos ven a nosotros, hay más posibilidades de sufrir un siniestro.

Además, en el caso concreto de la tecnología de la conexión y desconexión automática de las luces hay otro problema adicional. Cada fabricante hace una cosa distinta con los indicadores de las luces. Hay coches en los que aunque vayamos circulando en el modo automático el vehículo indica de forma clara cuándo enciende las luces y cuándo no. Pero hay otros que no indican absolutamente nada y que es imposible saber, desde el puesto del conductor, si llevamos las luces de cruce encendidas, y las luces traseras, o si solo llevamos las luces diurnas delanteras. No olvidemos que esas luces indican nuestra posición pero que no dan una luz suficiente en condiciones de baja visibilidad.

Más tecnología

Poco a poco, los coches tienen cada vez más sistemas tecnológicos, más ayudas a la conducción, más facilidades para mejorar la seguridad vial. Pero eso no significa que el conductor se pueda olvidar de todo e ir pensando en sus cosas tranquilamente mientras va conduciendo. Las cifras de siniestralidad en España son bajas, de las mejores de la Unión Europea, pero eso no significa que nos podamos relajar. Las cifras de víctimas señalan que se ha producido un descenso de victimas de un 20 % en 2020, una cifra muy por debajo de lo que se ha reducido el tráfico ese mismo año.

O lo que es lo mismo, que hay más siniestralidad relativa que antes de la pandemia. Y también puede tener su parte de culpa esa dependencia de la tecnología del automóvil. Ya sabemos que los coches tienen en muchos casos control de crucero adaptativo que frena cuando nos acercamos mucho al coche delante, sistema de mantenimiento de carril para situarnos en el centro del mismo. Todos esos sistemas están pensados para cuando sufrimos un pequeño despiste o para permitir una conducción algo menos tensa. Pero no valen para relajarse e ir pensando en otra cosa que no sea la conducción.

Muchos conductores ya piensan que muy pronto habrá conducción autónoma, que van a poder ir mirando el teléfono tranquilamente. Pero eso va a tardar muchos años hasta que realmente funcione. La media de edad del parque español de automóviles ya está en los 13 años, los coches autónomos requieren un equipamiento muy sofisticado y caro.

Pero sobre todo, para que funcione el coche autónomo hace falta una inversión en infraestructuras brutal, para que estas puedan interactuar con los coches. Quizá en Estados Unidos, Japón, Corea del Sur o Alemania funcione algo más rápido, pero en España nos quedan unos cuantos años. Y entre tanto, mejor circular pendientes de la conducción, de las luces, de la distancia de seguridad o de los peatones y ciclistas pero no dejar que el coche lo haga todo solo.

Como la conducción autónoma va a tardar mucho, pero mucho, en generalizarse en nuestra sociedad, sigamos conduciendo poniendo el máximo de atención en la conducción y reduciremos así las posibilidades de sufrir un accidente. Y si encima cumplimos las normas.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

*