¿Una genuflexión muy técnica?
El otorgamiento de certificados y placas de reconocimiento se ha convertido en un verdadero relajo en nuestro país.
Y con honestidad no sabemos si este es el caso, ante los recientes elogios al actual director general del Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC) por parte de los gremios de empleados técnicos de esa entidad pública, lógicamente plasmados para la posteridad en sus brillantes y novedosos pergaminos.
Primero fueron la Asociación Dominicana de Controladores Aéreos (ADCA), la Asociación Dominicana de Técnicos de Mantenimiento Aeronáutico (ADTEMA) y la Asociación Dominicana de Inspectores Operativos (ADIO); y a los pocos días les siguió, pues no podían quedarse como el “muffler” (caliente, atrás y abajo) la Asociación Dominicana de Especialistas en Información Aeronáutica (ADEIA).
Sin pretender menoscabar las razones de esos distinguidos técnicos, muchos de los cuales cuentan con nuestra más sincera amistad y todos con nuestros respetos, como tampoco dejar de reconocer que el doctor Alejandro Herrera es un profesional capaz y una persona muy caballerosa; de manera muy particular consideramos que su mandato al frente del IDAC no es meritorio de tantos créditos, o que por lo menos son extemporáneos.
Puede ser que el doctor Herrera haya sido muy bueno a lo interno de la institución, y que también haya favorecido más que nadie a los gremios antes mencionados; sin embargo, hacia fuera se entiende que ha sido una gesti&oacutoacute;n que no ha dejado un sello distintivo, que durante ese año y algo al frente del IDAC tampoco se han resuelto los graves problemas del sector, y que muy por el contrario se han agudizado.
Siendo justos, admitimos nuestra creencia que su culpa en la actual situación es mínima. Del mismo modo, entendemos que pudo haber hecho mucho más a favor de la aeronáutica dominicana, y dejar su nombre resonando en la eternidad del tiempo, tal como se escuchará el del fenecido licenciado Norge Botello.
En lo que sí tienen razón los gremialistas es en destacar la armonía y paz que reina en el sector aeronáutico nacional. Claro, si cada vez tenemos menos líneas aéreas, menos técnicos trabajando, y los pilotos dominicanos buscando nuevos horizontes en lugares tan distantes como el África; entonces lo más lógico es que una tranquilidad sepulcral gobierne a nuestra famélica aviación civil.
Luego, cabe preguntarse: ¿no estaremos ante una genuflexión muy técnica?
De ser así, y sin ser Nostradamus pronosticamos que la “plaquitis” se convertirá en una práctica muy común, entonces nos permitiremos sugerir que se emita una nueva parte de los Reglamentos Aeronáuticos Dominicanos (RADs), como una forma de regular la redacción, diseño, confección, frecuencias, y hasta los costos mínimos de estas placas de reconocimiento.
Finalmente, e interpretando la reflexión de nuestro honorable Presidente Constitucional, doctor Leonel Fernández, en cuanto a la capacidad de conceptualización de los dominicanos, y para evitar malos entendidos; citamos la definición de la palabra genuflexión, en el diccionario de la Real Academia Española: “Acción y efecto de doblar la rodilla, bajándola hacia el suelo, ordinariamente en señal de reverencia”.
“Merece salir engañado el que al hacer un beneficio, cuente con la recompensa”
Lucio Anneo Séneca.