Un nuevo modelo de turismo para revitalizar España
Hacer de la necesidad virtud. Así se puede definir el momento que vive el sector turístico español. Porque, si bien es indudable reconocer el impacto de la crisis sanitaria derivada del Covid-19 sobre la economía mundial y la incertidumbre socioeconómica que se vislumbra en el corto plazo, España tiene ante sí la obligación de fortalecer su resiliencia mediante la transformación de su modelo turístico, con el fin de impulsar su modernización y mantener su competitividad en el mercado internacional.
En este contexto, los fondos europeos procedentes del programa Next Generation EU (NGEU) constituyen la llegada de un instrumento financiero esperanzador para el sector y sus intermediarios en la cadena de valor, como las agencias de viajes y turoperadoras, puesto que pueden ser de los más beneficiados del lote de 140.000 millones que este plan destinará a nuestro país entre préstamos y subvenciones. Además, suponen una herramienta fundamental para diseñar proyectos tractores que permitan la supervivencia de una industria estratégica para España y la reconfiguración del tejido económico nacional. En este sentido, y de acuerdo con el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) presentado por el Gobierno, toman ventaja cuatro tipologías de iniciativas como las mejor posicionadas dentro del sector para seducir a estos salvavidas financieros.
En primer lugar, la transformación digital es un reto ineludible a nivel global. El ecosistema turístico español debe revertir la falta de inversión en actualización tecnológica por parte de los players del sector para ganar escala y resultar más competitivos a nivel internacional. Del mismo modo, también resultan atractivos aquellos proyectos que contemplan la adopción de tecnologías disruptivas, como el machine learning o el big data, para la ampliación del conocimiento del cliente, el monitoreo del flujo de turistas y la personalización la oferta, así como para la digitalización de tareas de back office y la contribución a la flexibilidad y conciliación familiar de los trabajadores, entre otros.
Asimismo, generan interés aquellos proyectos que fomenten la cohesión social, mediante la formación continua de sus empleados, a través del upskilling o el reskilling, en competencias digitales para una mayor cualificación y calidad del empleo, así como el desarrollo de servicios y productos de valor añadido para el sector. Con respecto a la cohesión territorial, empresas, instituciones y Administraciones públicas deben verter esfuerzos en contribuir al desarrollo de zonas despobladas, a través de propuestas diferenciales que pongan en valor el turismo de interior, desestacionalizándolo y deslocalizándolo, con el fin de generar riqueza en la España vaciada y de replantear el turismo de masas en los destinos clásicos del litoral español.
Del mismo modo, las compañías deben apostar por diseñar programas que incentiven la sostenibilidad, impulsando la transición energética y la descarbonización de la economía, como, por ejemplo, con el uso y producción de biocombustibles e hidrógeno. Así, una manera eficiente de lograrlo es a través de una oferta competitiva y de calidad que dinamice la movilidad sostenible y el turismo ecológico, salvaguardando los activos naturales del país y ofreciendo un producto cada vez más verde y responsable con el medioambiente.
Por último, será importante abordar la protección de la igualdad en términos de empleabilidad de la mujer, así como reforzar la calidad de la oferta adaptada a los ciudadanos de la tercera edad. En este aspecto, juegan un rol fundamental las agencias de viajes y turoperadoras, puesto que son referentes en paridad de sexos en la contratación –un 56% de los profesionales son mujeres– así como proporcionar productos de calidad y accesibles para el segmento de mayores de 65 años, un colectivo sensiblemente vulnerable ante los modelos de intermediación alternativos basados en uso de tecnologías.
La puesta en marcha del programa orquestado desde Bruselas ha generado una gran expectación desde su anuncio por el impacto transformacional que puede tejer sobre la coyuntura económica del país. Al mismo tiempo, el inicio de la campaña de vacunación contra el coronavirus en diferentes países reclama un cierto grado de optimismo para la recuperación de un sector que sitúa a España como el segundo país receptor de turistas del mundo, con más de 83,7 millones de viajeros internacionales al año, que supone el 12% del PIB y que genera cerca de 2,6 millones de puestos de trabajo.
Como buque insignia de la recuperación económica española tras la crisis de 2008, la recuperación del sector turístico es, ahora más que nunca, de vital importancia, porque su reactivación puede suponer un motor de arrastre y tener un efecto multiplicador sobre otros sectores a nivel nacional e internacional, contribuyendo a la generación de riqueza del país. Por ello, las compañías de esta industria deben capitalizar todas las oportunidades que ofrece esta iniciativa financiera no solo para mantenerse a flote, sino también para transformar y modernizar un sector crucial para la reconstrucción económica de España.
Fuente: https://cincodias.elpais.com/