Un misterioso suceso provocó la repentina extinción de los mamuts

Fue el gigante de la Edad de Hielo: largos como autobuses, altos como un edificio de dos plantas, y con colmillos de más de cuatro metros, ideales para desafiar depredadores y excavar en la nieve. Los mamuts compiten en fascinación con los dinosaurios, que nos abandonaron hace 66 millones de años por culpa de un meteorito, mientras que los primeros estuvieron entre nosotros hasta hace sólo 4.000 años, y su desaparición sigue siendo un misterio.

La última población de mamuts lanudos quedó aislada en la isla Wrangel, frente a la costa de Siberia hace 10.000 años, cuando subió el nivel del mar, y esta montañosa isla de 150 kilómetros en su parte más ancha, quedó aislada del continente. Allí se quedaron durante 6.000 años, en un territorio que hoy alcanza los 30 grados bajo cero, plagado de morsas y gansos que todavía anidan entre cráneos y colmillos de mamuts.

Un estudio genómico que acaba de publicar la revista Cell revela que los mamuts se originaron a partir de un máximo de ocho individuos, pero se multiplicaron hasta mantener una población estable de entre 200 y 300. Los investigadores subrayan que los genomas mostraban signos de endogamia y baja diversidad genética, pero no hasta el punto de poder explicar su extinción final, que sigue siendo un misterio.

“Al menos ahora podemos rechazar con total seguridad la idea de que la población era demasiado pequeña, y estaban condenada a extinguirse por razones genéticas”, dice el autor principal del estudio Love Dalén, genetista evolutivo del Centro de Paleogenética de Estocolmo, en una colaboración conjunta con el Museo Sueco de Historia Natural y la Universidad de Estocolmo. “Esto quiere decir que fue probablemente un sólo evento aleatorio lo que los mató, y que si ese evento aleatorio no hubiera sucedido, todavía tendríamos mamuts hoy”.

Está demostrado que culpar al cambio climático, responsable de las extinciones masivas del Cuaternario, no es coherente con la supervivencia del mamut lanudo en esta isla, más de 5000 años después de su extinción en tierra firme. Sin embargo sí que coincide con la llegada del hombre, por lo que muchos autores defienden como causa más probable de la extinción la caza excesiva, aunque no se han encontrado evidencias de caza, ni era una actividad que lograra acabar con el mamut en otros destinos, a pesar de que se sabe que el Homo erectus llevaba comiendo carne de mamut 1,8 millones de años.

“Lo que ocurrió al final sigue siendo un misterio: no sabemos por qué se extinguieron después de haber estado más o menos bien durante 6.000 años, pero creemos que fue algo repentino, y diría que todavía hay esperanza de descubrir por qué”, concluye Dalén.

Además de arrojar luz sobre la dinámica de la población de mamuts lanudos, los científicos creen que esta investigación podría ayudar a diseñar estrategias de conservación de especies en peligro de extinción.

“Los mamuts son un sistema excelente para comprender la actual crisis de biodiversidad, y lo que sucede desde un punto de vista genético cuando una especie atraviesa un cuello de botella en su población, porque podría suponer el destino de muchas poblaciones actuales”, apunta Marianne Dehasque, del Centro de Paleogenética, y coautora principal del estudio.

Para comprender las consecuencias genómicas del cuello de botella de la isla Wrangel, el equipo analizó los genomas de 21 mamuts lanudos: 14 de la isla Wrangel y 7 de la población continental anterior al cuello de botella. En total abarcaron los últimos 50.000 años de existencia del mamut lanudo, lo que proporciona una visión de cómo la diversidad genética del mamut cambió a través del tiempo.

En comparación con sus ancestros continentales, los genomas de mamut de la isla Wrangel mostraron signos de endogamia y baja diversidad genética. Además de una diversidad reducida en histocompatibilidad, un grupo de genes que se sabe que desempeñan un papel fundamental en la respuesta inmune de los vertebrados.

Los investigadores demostraron que la diversidad genética de la población continuó disminuyendo a lo largo de los siglos que los mamuts habitaron la isla Wrangel, aunque a un ritmo muy lento, lo que sugiere que el tamaño de la población se mantuvo estable hasta el final. Y aunque la gigantesca población de la isla acumuló gradualmente mutaciones moderadamente dañinas a lo largo de 6.000 años, los investigadores también demostraron que la población estaba purgando lentamente las más agresivas.

“Si un individuo tiene una mutación extremadamente dañina, básicamente no es viable, por lo que esas mutaciones desaparecieron gradualmente de la población con el tiempo, pero por otro lado, vemos que los mamuts acumularon mutaciones levemente dañinas casi hasta que se extinguieron”, apunta Dehasque. “Es importante que los programas de conservación actuales tengan en cuenta que no basta con que la población vuelva a alcanzar un tamaño decente; También hay que monitorearlo activa y genéticamente porque estos efectos genómicos pueden durar más de 6.000 años”.

Los genomas de mamut analizados en este estudio no incluyen los últimos 300 años de existencia de la especie, aunque los investigadores han desenterrado fósiles del último período y planean realizar una secuenciación genómica en el futuro.

Fuente: https://www.elmundo.es/


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