Toronto es gran destino cultural, diversiones y compras

Toronto. Esta ciudad canadiense parece que se mueve todo el tiempo. Es un centro cultural donde el artista es valorado y se fomentan las artes. Y es, a la vez, un centro financiero con rascacielos y shoppings por todos lados.

Más allá del Downtown (el centro) tapado de hoteles, están los barrios de arquitectura inglesa que hacen de Canadá uno de los mejores lugares para vivir, con casas que no tienen rejas, detalle que llamará la atención a cualquier uruguayo.

Es la capital de la provincia de Ontario, y la ciudad más grande de un país formado por inmigrantes y en el que existen dos lenguas oficiales: inglés y francés. Pero en Toronto se hablan todos los idiomas. Es que hay tantas personas de diferentes lugares que el mosaico cultural se vuelve una característica de la principal urbe de Canadá. En las ventanas de los bancos, por ejemplo, se informa qué idioma hablan sus empleados.

Igual no se entra así nomás a Canadá. Son celosos de sus fronteras y estrictos en los controles. Por eso, los uruguayos necesitan visa para ingresar, incluso como turistas.

El dólar canadiense vale menos que el estadounidense. Con 100 billetes de George Washington se consiguen unos 133 canadienses. Tenga en cuenta que para cambiar dinero se pide el pasaporte.

Hacer compras es entonces otra opción para los visitantes. Para eso están los centros comerciales como Eaton Center o Yorkdale, aunque al que más van los latinos es Dufferin Mall.

Transporte y atracciones

Moverse en la ciudad es fácil. En las estaciones del metro se dan mapas gratis con los recorridos de los ómnibus y en las paradas se informa a qué hora pasará el bus de la TTC (Toronto Transit Commission). Esto es importante sobre todo para el invierno, cuando las temperaturas son bajo cero. Pagar el boleto arriba del ómnibus, del subte o en los llamados streetcar –que son como tranvías que cubren las líneas del sur, más cercanas al lago Ontario– sale más caro. Lo mejor es comprarlo en kioscos y con un ticket se puede recorrer la ciudad (en cualquiera de esos medios de transporte) siempre y cuando se avance en una misma dirección.

El emblema arquitectónico de la ciudad es la Torre CN, construida en los 70, que con su altura de más de 500 metros está en todas las postales. Se puede subir –hay que pagar– para ir al mirador, un paseo recomendable, o al restaurante giratorio de 360 grados que lentamente le va mostrando la ciudad desde arriba. Para los más corajudos se abrió ahora como atracción la opción de salir al exterior de la torre sujeto con precintos de seguridad que lo dejarán colgado (para eso hay que pagar aparte).

Los turistas pueden comprar el CityPass, que permite visitar cinco atracciones y se ahorrarán 40% en relación a si compran los tickets por separado. Con ese sistema puede ir al castillo de Casa Loma (una belleza que se puede recorrer escuchando en su idioma las explicaciones de un guía); subir a la CN Tower; ir al zoológico; al centro de ciencias; al acuario (que es impresionante) y al Museo de Ontario (Royal Ontario Museum) una expresión interactiva donde el mundo parece guardado en ese lugar.

Para los deportes está el Roger Center, un estadio de techo corredizo y tribunas que se mueven para adaptar la cancha al juego. Es la sede de los Blue Jays, el equipo de beisbol local.

Toronto tiene, además, una universidad de prestigio que ocupa varias hectáreas en el corazón de la ciudad; al norte para divertirse está Canada Wonderland, un parque de diversiones con montañas rusas gigantes.

Para el final del día la noche se enciende, los restaurantes ofrecen todo tipo de comida (también se toma bastante alcohol) y al otro día todo vuelve a empezar en una ciudad que no para.

Los barrios

• Colectividades. Está el barrio chino (Chinatown); los musulmanes, que se cuentan por millares; el pintoresco barrio italiano (Little Italy), donde los restaurantes de pizza y pasta se imponen en el olfato cuando uno camina por College Street, aunque también viven en Saint Clair Avenue. Están los portugueses, los mexicanos y la colectividad brasileña, que hace fiestas gigantes. Por último, existe un barrio griego, de buena oferta gastronómica.

• Charrúas. No hay un barrio de uruguayos, pero sí lugares donde los compatriotas se reúnen para festejar cuando gana la celeste y la policía acude a mirar desconcertada a la gente que canta y toca el tambor.

• Diversidad. Hay un barrio gay, The Gay Village, en el área entre las calles Church y Wellesley, donde los propietarios de negocios y vecinos colocan con orgullo la bandera multicolor para marcar su presencia. Cuando llega el verano, en julio (con temperaturas altas como las de Montevideo), la ciudad realiza uno de los desfiles más grandes del mundo a favor de la diversidad. Más de un millón de personas sale a las calles con un colorido especial. Toronto defiende derechos de todos y en particular de las minorías.

Fuente: http://www.elobservador.com.uy/


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