Tenerife: 35 años de la mayor tragedia aérea de la historia
Santa Cruz De Tenerife.- Un día como hoy, hace 35 años, ocurrió la mayor tragedia aérea de la historia. El aeropuerto de Los Rodeos, en Tenerife, se convirtió en una especie de infierno en el que 583 pasajeros perdieron la vida. Once coincidencias fatídicas âentre ellas, el cierre del aeródromo de Gando, en Gran Canaria; las malas condiciones meteorológicas; la congestión en la pista de aterrizaje y las luces de pista fuera de servicioâ dieron lugar al choque entre dos aviones. Aunque han pasado más de tres décadas, el aniversario del fatal encontronazo continua en la memoria de todos.Muchos se levantaron de la cama el 26 y 27 de marzo de 1977 con la alegría que produce el comienzo de unas buenas vacaciones. Las personas que subieron al avión Boeing 747 matrícula N 736 P, de la compañía Pan Am, en Los Ángeles a las 01:29 horas del sábado ya iban soñando con las playas griegas. Eran 380 pasajeros, en su mayoría jubilados, que viajaban para disfrutar de un paseo por el Mediterráneo a bordo del crucero Golden Odyssey.
El Pan Am hizo una escala en el aeropuerto John F.Kennedy de Nueva York para repostar combustible. Del aeródromo americano salió a las 07:42 horas del domingo 27 con destino a Gando para otra escala técnica. A su vez, desde la otra punta del mundo, 225 holandeses, cuatro alemanes, dos australianos y cuatro estadounidenses se embarcaron en un jumbo rumbo al desastre. Por el camino, la mayoría sonreía pensando en el sol y las playas de Gran Canaria. En el Boeing 747 de la KLM, con matrícula PH-BUF, viajaban sobre todo jóvenes, pero también iban tres bebés, 48 niños y 14 miembros de la tripulación.
Tanto el avión americano como el holandés volaban rumbo a la isla oriental. Sin embargo, el destino se truncó al explotar una bomba en el aeropuerto de Gando. El atentado y el aviso de una posible segunda bomba obligaron a cerrar al tráfico en el aeródromo de Gran Canaria. Por lo tanto, a los dos jumbos no les quedó más remedio que desviarse hacia el otro único aeropuerto operativo por entonces en Canarias: Los Rodeos.
El KLM aterrizó a las 13:38 horas en Tenerife y consiguió la aprobación para que un camión cisterna lo recargase de combustible. Casi una hora más tarde, el 747 de la Pan Am llegó al norte de la isla occidental y debía quedarse en la pista de rodadura debido al colapso de Los Rodeos.
Una vez que se comprobó que no existían indicios de una segunda bomba, el aeropuerto grancanario volvió a funcionar. Salieron tres aviones rumbo a Gando. El 747 de la Pan Am, al estar con todo su personal y pasaje a bordo, obtuvo el permiso para despegar. Los 235 pasajeros y 14 tripulantes recibieron la noticia con alegría.
Para aprovechar el viaje, subieron al avión dos trabajadores de la compañía. El problema surgió cuando intentaron llegar hasta la cabecera de la pista. Los Rodeos, aparte de no estar construido en la zona con las mejores condiciones atmosféricas, no se diseñó para aparatos grandes como los jumbos. De hecho, simplemente el KLM y el camión cisterna dejaban poco espacio para maniobrar. Las nubes bajas empezaron a dificultar la visibilidad. La torre de control no veía a las aeronaves e, incluso, los propios aparatos tampoco alcanzaban a verse entre ellos.
El americano Pan Am no podía salir hasta que el holandés KLM no se pusiera en marcha. A las 16:56, después de horas de desesperación dentro de un avión y ante el deseo por parte de los turistas de que comiencen las vacaciones en las playas grancanarias, el KLM pidió permiso para rodar.
Sobre las 17:06 horas ocurría la mayor tragedia aérea de la historia. Un minuto antes, el KLM comunicó que estaba listo para despegar. Sin embargo, la torre le dijo que esperara, pero el avión holandés no escuchó las instrucciones. El Pan Am, entre que las luces de pista no están operativas, la neblina y la estrechez de las calles previstas para despegar, se equivocó de salida.
El KLM no era consciente de que tenía al Pan Am delante por la escasa visibilidad del aeropuerto en ese momento e inició el despegue. Las dos tripulaciones llegaron a verse durante quinientos metros y cerca de nueve segundos, un tiempo ínfimo suficiente para pronosticar el mayor drama aéreo. Para intentar evitarlo, el Pan Am aceleró para salir de la pista, mientras que el avión holandés intentó despegar desesperadamente. Pese a los esfuerzos, el impacto de los dos jumbos se produjo. El KLM explotó. Murieron sus tripulantes y pasajeros: un total de 248 personas. El Pan Am también empezó a arder y 335 pasajeros del avión estadounidense fallecieron.
A día de hoy, las 583 de vidas perdidas son honradas con un monumento que roza el cielo desde Mesa Mota, a unos kilómetros del fatídico escenario del 27 de marzo de 1977.
Fuente: http://www.laopinion.es