Romney afronta de nuevo jornada triunfal, pero es suficiente

España.- Este martes continúa la carrera republicana hacia la Casa Blanca, con tres citas electorales más y el eterno baile de favoritos: Colorado, Minnesota y Missouri.

La semana pasada Mitt Romney acumulaba dos amplias victorias, en Florida y Nevada, que dieron un importante impulso a su candidatura. Pero no el suficiente.

Los cuatro aspirantes republicanos de estas primarias han asegurado que seguirán en pie hasta el final, hasta la convención del partido en la que se designará oficialmente al candidato presidencial republicano elpróximo agosto en Tampa, Florida. Hace falta reunir 1.144 delegados para ganar la nominación del partido.

Tras cinco citas electorales, Mitt Romney lidera la ecuación, con 101 delegados. De lejos, Newt Gingrich, con 32. Rick Santorum, 17. Y Ron Paul, 9. El momento decisivo en esta carrera republicana será para muchos el próximo 6 de marzo, cuando se celebre el súper martes. Es el día en el que coinciden una decena de primarias por todo EE.UU. con cantidad importante de votos en juego, mayor atención mediática y grandes posibilidades de que se incline la balanza hacia un solo favorito, después de semanas de fugaces equilibrios en el liderazgo de esta contienda electoral.

Los fallos de Romney

Pese a las tres rotundas victorias que acumula Romney a día de hoy, la campaña del ex gobernador de Massachusetts está plagada de puntos débiles hacia los que insistentemente señalan sus contrincantes, mientras la Casa Blanca toma buena nota. Parece ser siempre unfavorito con letra pequeña.

Romney no convence al voto más modesto, a la clase media-baja, un sector fundamental en las presidenciales. No hay empatía, dicen. Quizás porque no se sientan atraídos por el perfil de un empresario de éxito con grandes cifras bancarias, distanciado de las grandes dificultades de los trabajadores estadounidenses. O quizás porque Romney ha sufrido varios resbalones descarados que subrayan los interrogantes de su candidatura.

Aquel primer “me gusta poder echar a la gente”, al que sigue un “no me preocupan los muy pobres”. Ambos, titulares fuera de contexto – insiste Romney – pero palabras que carga el diablo en un país en el que casi 13 millones de personas no tienen trabajo y donde uno de cada siete estadounidenses viven por debajo del umbral de la pobreza, según el informe de la Oficina del Censo.

Romney ha intentado explicarse en varias ocasiones, pero acaba siendo peor, convirtiendo sus palabras en armas para la oposición republicana y demócrata. “Se acabó aquello de estamos todos juntos” escribía el director de campaña de Obama, Jim Messina, en twitter. El presidente Barack Obama, respaldado por el 52% de los ciudadanos ganaría a Mitt Romney hoy, con un 43% de los votos, según la última encuesta del Washington Post.

Es la primera vez desde el pasado verano, que Obama supera el 50% cuando se le compara con Romney. “Debido a una creciente confianza de los ciudadanos en su gestión económica” dice el diario, tras los repuntes positivos de la economía y el empleo de EE.UU. en enero. Llama la atención otro porcentaje: Obama es mejor defensor de la clase media (56%) que Romney (37%).

El papel hispano

Pese a estos puntos débiles, Romney también acumula crecientes fortalezas. Las dos últimas citas electorales de la pasada semana, Florida y Nevada disiparon ciertas dudas importantes que pesan sobre la candidatura de Romney: el voto conservador y el hispano.

Arrasó en Nevada, el epicentro de la crisis y el paro en EE.UU., afianzándose gracias al voto conservador: Seis de cada diez “muy conservadores” y el 48% de los votantes del Tea Party respaldaron al ex gobernador de Massachusetts, además del importante voto mormón. También convenció al voto hispano de Florida, contando con un 54% de apoyo en las urnas.

Pero muy diferente va a ser el mapa del voto hispano en el resto de EE.UU., con mucha menos participación en las primarias republicanas. Florida sí tiene históricamente un voto hispano más conservador, debido sobre todo al peso de la comunidad cubana, aunque las generaciones nuevas parecen estar cambiando la tendencia.

En cualquier caso es un escenario muy diferente al del resto de estados con gran presencia latina, golpeados por la crisis, de perfil más demócrata, preocupados por las deportaciones y el endurecimiento de las leyes contra inmigrantes irregulares, y decepcionados con la reforma migratoria que Obama nunca cumplió.

Pero pese a que los hispanos de EE.UU. superan los 50 millones por primera vez en la historia, su representación política y su importancia electoral sigue siendo mínima. Cada 30 segundos un estadounidense de origen hispano cumple 18 años. Hay cálculos que aseguran que cada mes se suman 50.000 votantes hispanos al mapa electoral. Esa fuerza que aumenta en la calle no ha traducido hasta hoy en Washington.

Algunos apuestan que el “momento hispano” llegará este 2012. Otros insisten en el senador republicano Marco Rubio, como la gran promesa, el “primer presidente hispano en la Casa Blanca” quizás en 2016. Pero el voto hispano no es uno sólo. Más bien un complejo grupo con herencia diversa: cubana, mexicana, dominicana, colombiana… Resulta difícil en este momento imaginar un candidato que unifique todo ese voto, le de la fuerza suficiente para superar la alta cifra de abstención electoral latina, y convierta en una realidad política la fuerza social y económica que ya suponen los hispanos en EE.UU.


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