Redefiniendo el comercio exterior de Centroamérica

El comercio internacional, tanto de bienes como de servicios, ha sido un fenómeno que ha contribuido ampliamente con la mejora de las economías. El desarrollo de un sistema globalizado, donde las economías se muestran cada vez más integradas e interdependientes, ha propiciado un entorno en el que cada vez más economías en el planeta se muestran más predispuestas a la celebración de tratados y acuerdos comerciales a través de los cuales pretenden unificarse los mercados. Una unificación que se ha extendido con el paso del tiempo, haciendo de esta globalización, a la vez de beneficiosa para la economía, una globalización inclusiva.

Para muestra de ello, podemos destacar la presencia de economías que, como Centroamérica, han iniciado, a lo largo de estos últimos años, un proceso de apertura comercial del que esperan sacar un gran rendimiento. Y es que, en muchas ocasiones, muchas economías en el planeta se han mostrado reticentes ante la puesta en marcha de tratados comerciales que, bajo su creencia, impondrían la supremacía de las potencias industriales frente a otras economías de menor poder.

Sin embargo, los datos muestran que, como comentábamos, hablamos de un comercio que, además de provechoso para estas, muestra esa inclusión que comentamos.

En este sentido, si observamos la evolución de las economías en desarrollo en los mercados internacionales, podemos observar como, estas, superaron o igualaron los resultados de las economías desarrolladas en lo que respecta al comercio mundial en la mayoría de los últimos diez (10) años.

Esto, como decía, se debe a que, como afirma un estudio del Banco Mundial, Centroamérica parece tener una apertura al comercio cercana a lo que se espera dado su desarrollo económico. Pese a que estamos hablando de una economía que sigue presentando una balanza comercial deficitaria, las ventas al exterior, en conjunto, han crecido más de un 11% en la última década.

Todo ello, incluso teniendo en cuenta la gran crisis que se gestó durante los años 2008-2009, una crisis que, dicho sea de paso, afectó especialmente al mercado estadounidense; el principal socio comercial de la región. Pero la recuperación fue inmediata y en 2011 las exportaciones crecieron en promedio un 16% en comparación al 2009.

En la última década, como se muestra, los países centroamericanos han sido los que más se han abierto al comercio, al menos en comparación a otros con el mismo nivel de ingreso. Sin embargo, preocupa el hecho de que siguen siendo las importaciones la principal fuente del intercambio con otros países, y no las exportaciones. Centroamérica es un mercado pequeño: con casi 43 millones de habitantes (0.6% de la población mundial), solo genera el 0.25% del PIB mundial.

Históricamente, Estados Unidos ha sido el principal receptor de los productos agrícolas, textiles y manufacturados procedentes de Centroamérica, con un 32% de las exportaciones. Sin embargo, esa dependencia de las importaciones, sumado a que uno de los mercados más importantes de Centroamérica, junto a los Estados Unidos, es la región misma, dificulta el crecimiento futuro.

El Mercado Común Centroamericano se constituye, tal y como reflejan los datos, como el segundo socio comercial para la mayoría de los países de la región, al participar con 26.2% de las exportaciones. Esto a pesar de los cuellos de botella logísticos y la problemática del transporte terrestre.

Y es que, la fortaleza de esta integración regional se ha traducido en que Centroamérica, en estos momentos, ocupa el cuarto lugar entre bloques comerciales, por encima de Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones (CAN), en cuanto a la participación de las exportaciones intrarregionales. Sin embargo, en este sentido y como vemos en los datos que se muestran, estamos hablando de una región que supedita en gran parte su comercio a Estados Unidos y, dicho de esta forma, a sí mismo.

Un comercio que, para la región y teniendo en cuenta, únicamente, ambas economías, podría verse condicionado en más de un 60%, lo que muestra una clara vulnerabilidad que debía ser contrarrestada.

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En este sentido, la economía centroamericana ha tratado de diversificar su comercio, así como sus socios comerciales, en los últimos años. La llegada de acuerdos con nuevos bloques comerciales, como el Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y la Unión Europea (AACUE), que entró en vigor en 2013, diversificó los potenciales receptores de exportaciones centroamericanas.

Pero desde la entrada en vigor de dicho tratado, las relaciones con la Unión Europea se han estancado, reduciendo progresivamente las exportaciones a dicho bloque, las cuales se basaban en el sector primario y el bajo valor añadido como premisa principal. Una situación que, pese a manifestarse la postura en los acuerdos alcanzados, no beneficia por los volúmenes en que en este mercado se negocian.

Sin embargo, en definitiva, Centroamérica debe comenzar a reorganizar sus números, así como a evaluar el futuro de su comercio. Apostar por las relaciones con los Estados Unidos es un gran acuerdo, especialmente cuando México apuesta toda su fortuna a un nuevo TLCAN que promete disparar el comercio con América del Norte.

No obstante, debemos saber que dicha situación, de la misma forma, produce una dependencia que no es ventajosa para Centroamérica. Esto, sumado a una competitividad y unas exportaciones de bajo valor añadido que no aportan a la competitividad de la región, animan a la búsqueda de más, y nuevos, acuerdos que puedan sustentar el futuro comercial de la región, así como hacerlo de una forma más diversificada, con menor riesgo y menor condicionalidad.

Fuente: https://www.forbes.com.mx/


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