Rampas de acceso a edificaciones y plazas comerciales producen daños en las vías públicas
Las rampas de acceso a edificaciones y plazas comerciales, que reducen de un 30 a 10 centímetros el ancho de los contenes, y que es práctica recurrente por parte de algunos constructores, representa una de las causas de inundaciones que afecta a la ciudad, carente de desagües.
Esa forma de obstrucción de las vías es vista con preocupación por profesionales de la ingeniería civil y la arquitectura, alegando que, en muchos casos, además de impedir el libre paso de las aguas, termina causando daño en el pavimento.
Prohibido
El director de Tránsito y Movilidad Urbana del Ayuntamiento del Distrito Nacional, Darío Domínguez, afirmó que ese tipo de acceso está prohibido y adelantó que desde el Plan Estratégico de Recuperación y Rediseño de Aceras que tienen contemplado evitará obstáculos como esos que afectan el paso de las aguas.
“Trabajamos un plan de recuperación de aceras, que incluye las rampas a edificaciones soterradas que afectan el paso peatonal, otras que son rampas escalonadas. Nunca otorgamos permisos para la obstrucción de los contenes, que es por donde corren las aguas pluviales y no debe ser así”, refirió Domínguez.
Impacto
De acuerdo con arquitecto Ángel Sosa Frías, catedrático y ex director del Instituto de Urbanismo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, las rampas que van hacia las edificaciones no deben tener más de un diez por ciento de altura y aquí las hay hasta con un 45, mientras que las canaletas no deben ser continuas, porque limitan el drenaje.
“Hay constructores de mala práctica que resuelven un problema para ellos y generan otro para la ciudad, naturalmente Obras Públicas debe darle seguimiento a las obras hasta la pintura final para que la gente no haga lo que quiera”, dijo Sosa Frías.
Al igual que él, Wáscar Herrera, catedrático de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, aseguró que ese tipo de situaciones, imperceptibles para algunos, terminan creando los siguientes grandes problemas, tales como acumulación de aguas durante las lluvias, que deterioran el asfalto de las vías.
“Esto provoca accidentes de tránsito, sobre todo de motores, que en su afán de circulación rápida se suben a estas rampas, se da un deterioro estético y problema de circulación peatonal porque en algunos casos modifican el espesor de las aceras’, detalló Herrera.
Para el exdirector de Planeamiento Urbano del ADN, Narciso Guzmán, la forma en que se deben hacer estas estructuras está contenida en las normativas urbanas y al momento de tramitar los planos para los debidos permisos de las obras se verifica que la forma como la presentan en los planos cumpla con el criterio normativo.
Sin embargo, en el proceso constructores toman decisiones acomodaticias al acceso y no adecuadas al flujo de las aguas que pueda manejar el contén.
“Esto así por las limitaciones de la supervisión de las entidades”, dijo. Reconoció igual la problemática del desagüe y la inexistencia de un sistema de alcantarillado sanitario y pluvial.
— Barreras
Fruto del mal uso de los espacios, constructores diseñan aceras que ponen en peligro al peatón. Colocan lozas resbaladizas, escaleras, maceteros; cortan o mal colocan árboles que obstaculizan a la gente.
Deterioro de espacios
Agresión Para Omar Rancier, decano de la Facultad de Arquitectura y Artes de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, quien se identifica con el Foro de Municipalistas que exige el rescate de una serie de espacios públicos, ese tipo de obstáculos forma parte de muchos maltratos urbanos frecuentes que se dan en la ciudad.
“Las aceras son los espacios públicos más agredidos sin que aparentemente le importe a nadie.
A diario vemos cómo muchos negocios y edificios comerciales y de apartamentos se apropian de estas, como estacionamientos o rampas de acceso a los apartamentos, a menudo talando los árboles de las aceras”, recalcó el urbanista, quien citó el sector de Gascue como ejemplo de esta práctica.