¿Por qué no se cae la luna sobre la Tierra?

Según la hipótesis del gran impacto la Luna se formó hace 4.400 millones de años cuando la Tierra sufrió una megacolisión con un objeto del tamaño de Marte al que se ha bautizado como Tea. Su nombre no es casual, ya que en la mitología griega Theia o Tea era la madre de Selene, la diosa lunar.

Desde aquel lejano impacto nuestro satélite pende sobre nosotros como si de una espada de Damocles se tratase. Lo hace con un tamaño cuatro veces inferior al de la Tierra, el equivalente a la anchura del Océano Atlántico a la altura de la Bretaña francesa y la isla de Terranova.

Ahora bien, conociendo como sabemos la existencia de las leyes de la gravedad, podríamos preguntarnos por qué extraña razón no se precipita sobre nosotros. Durante siglos la hipótesis que formuló la comunidad científica es que la Luna se encontraba sujeta a una inmensa esfera que rodeaba a la Tierra y que la impedía aplastarnos.

La clave está en la distancia

La respuesta definitiva llegó en 1687 en uno de los libros científicos más importantes de toda la Historia: ‘Principia Mathematica’. Allí, Isaac Newton formuló la ley de la gravitación universal, según la cual los objetos se atraen de manera proporcional a su masa e inversamente proporcional a la distancia a la que se encuentren, en otras palabras, cuando más lejos menor será la atracción.

Ahí está precisamente la explicación. La Luna se encuentra a 384.000 kilómetros, lo que significa que la gravedad es menos determinante que lo que podríamos pensar a priori.

Por otra parte, la experiencia nos ha demostrado que a pesar que todos los cuerpos caen a la tierra si atamos una piedra al extremo de una cuerda y la hacemos girar rápidamente la piedra no solo no cae al suelo, sino que mantiene tensa la cuerda a la que está atada. Esto se debe a la existencia de una fuerza centrífuga que la obliga a describir una trayectoria circular, en contra de su tendencia a seguir una línea recta, que es lo que establece el principio de inercia.

La fuerza centrífuga compensa la gravedad

La Luna también tiene su fuerza centrífuga, comparativamente pequeña, ya que tarda unas cuatro semanas en dar una vuelta completa a la Tierra, que compensa a la fuerza gravitatoria. Si nuestro satélite estuviese más cerca de nosotros se movería más rápidamente y si estuviese más lejos sucedería lo contrario.

Roland Emmerich, el cineasta alemán especializado en el cine de catástrofes, juega precisamente con esa armonía entre gravedad y fuerza centrífuga en ‘Moonfall’ (2022). En la cinta nuestro planeta está amenazado por la inminente colisión de la Luna después de que una fuerza desconocida golpease al satélite sacándole de la órbita y rompiendo el equilibro.

Por otra parte, es sabido que la compensación entre las dos fuerzas no es perfecta en cada uno de los puntos de la órbita, aunque sí en su conjunto. Esto significa que en algunos predomina la atracción y en otros la velocidad, motivo por el cual la Luna no dibuja una circunferencia a una velocidad uniforme sino una elipse a velocidad variable.

Actualmente sabemos que la Luna no solo no se cae sobre nosotros, sino que se está alejando poco a poco, a una media de cuatro metros por siglo, lo cual se traduce en que los días sean cada vez un poco más largos. Pero eso, como diría Kipling, es otra historia.

Fuente: https://www.abc.es/


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