¿Por qué los astronautas no utilizan lápices y bolígrafos en el espacio?
Cuando el hombre viajó al espacio por primera vez en los años 60, se dio cuenta enseguida de que los bolígrafos que utilizamos en la Tierra no eran eficaces en el espacio. He aquí una historia no tan cierta…
Así, cuenta la leyenda que la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, la NASA, invirtió seis meses en desarrollar un revolucionario bolígrafo que funcionara en un entorno de microgravedad, mientras que los rusos supuestamente sortearon el problema utilizando simplemente un lápiz.
Y es que los lápices normales podrían romperse y quedar flotando en el espacio, creando un entorno peligroso para los astronautas y los sensibles componentes electrónicos de la nave. Por ello, era crucial evitar el uso de materiales peligrosos a bordo. Así que la leyenda anterior es falsa.
¿Qué pasó realmente?
Al principio, los astronautas de la NASA llegaron a utilizar lápices en el espacio, en las primeras misiones. Pero no se trataba de un lápiz cualquiera, sino de una cartuchera fabricada por Tycam Engineering Manufacturing Inc. El problema es que el objeto era muy caro y generó críticas al considerarse un gasto innecesario.
Más tarde, la NASA también gastó mucho dinero investigando la viabilidad de un bolígrafo diseñado específicamente para su uso en el espacio, pero pronto renunció al proyecto, ya que los costes de producción serían demasiado elevados y no merecería la pena.
En 1965, la empresa privada Fisher Space Pen Co. desarrolló de forma independiente el Fisher Space Pen, un bolígrafo que funcionaba en el espacio gracias a una carga presurizada. Estaba equipada con cartuchos de tinta a presión, que contenían una especie de resina, desafiando las limitaciones de los bolígrafos normales, y podía funcionar perfectamente en diversas condiciones, incluidas temperaturas extremas e incluso sobre superficies grasientas.
El bolígrafo espacial de Fisher se llamaba “AG7” (“Anti-Gravity”), y soportaba temperaturas de entre -50 y +120 ºC, funcionaba en cualquier posición, no fallaba y escribía sobre cualquier superficie. La tinta, de secado rápido, no se emborronaba y la carga no dependía de la gravedad.
La agencia estadounidense quedó impresionada con la capacidad del bolígrafo y lo sometió a rigurosas pruebas, adoptándolo para futuras misiones. Así, el Fisher Space Pen acabó siendo utilizado por los astronautas a finales de la década de 1960, debutando durante la misión Apolo 7 en 1968.
¿Por qué no se pueden utilizar lápices y bolígrafos corrientes en el espacio?
Cualquier partícula diminuta que pueda alojarse en los equipos sensibles de la nave espacial es un peligro, y las partículas que salen de los lápices son muy temidas.
Los lápices pueden romperse y sus restos son materiales peligrosos que pueden quedar flotando en el interior de la nave espacial. El plomo puede desprenderse, las astillas de madera inflamable también pueden flotar, partículas microscópicas de grafito conductor de la electricidad pueden desprenderse del lápiz al escribir… todo ello entraña peligros para la nave espacial.
Las gotas de pintura tampoco son algo que quieras ver flotando por el interior de la nave. Del mismo modo, el líquido puede filtrarse e introducirse en el equipo. Los bolígrafos de los años 40 eran peligrosos; incluso se comercializó un modelo que “goteaba tinta por todas partes”, por lo que dejó de utilizarse.
Los bolígrafos Fisher Space se fabrican hasta hoy, incluyendo varios otros modelos. Y se pueden comprar en el sitio web de la compañía, por un valor que parte de los 63 dólares.
Sin embargo, con el avance de la era digital, el problema de la escritura en el espacio se resolvió con el uso de la “escritura digital” en tabletas especiales desarrolladas especialmente para el entorno espacial. Hoy en día, además del Fisher Space Pen, los astronautas también utilizan bolígrafos Sharpie y lápices, sí… pero de tipo mecánico, no el tradicional de madera.
Fuente: https://www.tiempo.com/