¿Por qué el hambre nos hace enfadarnos?

Se trata de un tema que todos hemos vivido de una forma u otra: cuando tenemos hambre (no ganas de comer o apetito o antojos), nuestro humor es complicado, por decirlo suavemente. Tan complicado como la ciencia que lo estudia. Y para muestras, algunos botones.

Para darnos una idea, hay una proteína que mide solo unos pocos nanómetros y es la que actúa como un interruptor molecular para determinar si seguimos teniendo hambre o ya estamos llenos. Los responsables del estudio, científicos de la Universidad de Berlín, pudieron determinar qué hormonas interactúan con esta proteína lo que podrían estimular el desarrollo de fármacos optimizados para el tratamiento de pacientes con sobrepeso y obesidad severos. Y todo ello por una molécula que hubo que estudiar a nivel casi atómico.

Ya sea porque tomamos decisiones precipitadas o porque nos ponemos malhumorados o agresivos, el hambre puede hacernos pensar y actuar de manera diferente a la habitual. Si bien cada vez se sabe más sobre este tema, aún queda mucho por comprender. Por ejemplo, se sabe poco sobre cómo las señales de hambre en el intestino se comunican con el cerebro para cambiar nuestro comportamiento.

Científicos del Instituto Salk han descubierto que, en los gusanos, las proteínas ubicadas en las células intestinales transmiten señales que los impulsan a conductas temerarias con tal de alcanzar un alimento, un mecanismo que también se podría dar en humanos, concluyen en el estudio publicado en ‘PLOS Genetics’.

Pero… ¿por qué nos enfadamos? Una clave podría estar en la caída repentina de glucosa que experimentamos cuando tenemos hambre. Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Guelph señala que esto puede afectar nuestro estado de ánimo.

“Encontramos evidencia de que un cambio en el nivel de glucosa puede tener un efecto duradero en el estado de ánimo – explica Francesco Leri, líder del estudio, en un comunicado – . Era escéptico cuando la gente me decía que se ponían de mal humor si no comían, pero ahora lo creo. Cuando las personas piensan en estados de ánimo negativos y estrés, piensan en factores psicológicos, no necesariamente en factores metabólicos. La hipoglucemia es un fuerte factor de estrés fisiológico y psicológico”.

Otro estudio, realizado el año pasado, confirma también que el hambre incrementa las emociones negativas y disminuye las positivas, al menos en mujeres con un peso saludable.

El último hallazgo, realizado por académicos de la Universidad Anglia Ruskin en el Reino Unido y la Universidad de Ciencias de la Salud Karl Landsteiner en Austria, confirma que el hambre se asocia con mayores niveles de ira e irritabilidad, así como con niveles más bajos de placer.

La investigación, publicada en la revista ‘PLOS ONE’, señala que sentir hambre puede hacer que aparezcan emociones como la ira y la irritabilidad. El estudio, según sus autores, es el primero en investigar cómo el hambre afecta las emociones de las personas en el día a día. Los científicos contaron con 64 voluntarios adultos que registraron sus niveles de hambre y varias medidas de bienestar emocional durante un período de 21 días.

Se pidió a los participantes que informaran sobre sus sentimientos y sus niveles de hambre mediante una app cinco veces al día, lo que permitió que la recopilación de datos se llevara a cabo en los entornos cotidianos de los participantes, como su lugar de trabajo y su hogar.

Los resultados muestran que el hambre se asocia con sentimientos más fuertes de ira e irritabilidad, así como con índices más bajos de placer, y los efectos fueron sustanciales, incluso después de tener en cuenta factores demográficos como la edad y el sexo, el índice de masa corporal, el comportamiento dietético y rasgos de personalidad individuales.

“Muchos de nosotros somos conscientes de que tener hambre puede influir en nuestras emociones – afirma Viren Swami, líder del estudio, en un comunicado –, pero sorprendentemente poca investigación científica se ha centrado en tener hambre. El nuestro es el primer estudio que examina estar ‘hambriento’ fuera de un laboratorio. Al seguir a las personas en su vida cotidiana, descubrimos que el hambre estaba relacionada con los niveles de ira, irritabilidad y placer. Aunque nuestro estudio no presenta formas de mitigar las emociones negativas inducidas por el hambre, la investigación sugiere que poder etiquetar una emoción puede ayudar a las personas a regularla, por ejemplo, reconociendo que nos sentimos enojados simplemente porque tenemos hambre”.

Fuente: https://www.lasexta.com/


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