Monólogo con foto de Pedro Domínguez

Apreciado Capitán Pedro Domínguez, mucho lamento tener que hablarte de esta tan impersonal forma, delante de tu foto; pero no me has dejado otra opción.

Espero que entiendas que en modo alguno pretendo que desistas de tu deseo de someternos a la justicia, sólo por hacer nuestro trabajo como un medio de comunicación responsable.

Ya tendremos la oportunidad de vernos la cara, en los Tribunales de la República, donde te saludaré de la misma afectuosa manera como siempre lo he hecho.

Aunque entiendo que luce que estás “cogiendo piedras para los más chiquitos”, porque nunca ha sido nuestra intención difamarte; muy contrario a las alusiones personales que se hizo en una rueda de prensa realizada el pasado año en las oficinas principales del Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC), luego de tus denuncias públicas sobre la ocurrencia de una gran cantidad de incidentes que involucraban a los servicios de tránsito aéreo, y que los medios de comunicación no publicamos por respeto a tu persona y a nuestros lectores.

Tu actitud no me sorprende para nada. Aunque sólo hemos sido conocidos , conmigo has hecho lo mismo que acostumbras con tus “amigos”: muy de cerca cuando te conviene y acérrimos enemigos cuando te contradicen en el más mínimo de tus propositos.

Nunca olvido aquella tarde que fuiste a mi casa, cabizbajo y aturdido por amenazadores temores, y en mi sólo encontraste frases recomfortantes y alientadoras. Ahí comenzó una relación personal que decidiste terminar hace unos pocos meses.

Sé muy bien que nuestras diferencias comenzaron cuando traté de hacerte entender lo inútil de tus esfuerzos por pretender que el carnet de la Asociación Nacional de Pilotos (ANP) prevaleciera por encima de las tarjetas de identificación expedidas por los aeropuertos y avalados por las autoridades correspondientes, para el acceso a las áreas restringidas de nuestras terminales aeroportuarias.

Pero tu fanática obsesión no permitió que me escucharas, ni siquiera por mi condición de un especialista en los asuntos de seguridad de la aviación civil. Y sabes que los resultados de esa desafortunada gestión fueron catastróficos para ti y para la ANP.

También te pido rememores que todo el mundo llegó a pensar que El Transporte era tuyo, y que yo no era más que una especie de títere que bailaba al compás de tus manos. Nada de eso me importó para mantener nuestras relaciones personales, no obstante la aparariencia de parcialidad que ello significaba.

Sin ser capcioso, debo aclarte que este medio seguirá informando de manera obejtiva, ni a favor ni en contra de nadie; simplemente diciendo la verdad. Eso será así, independientemente de cualquier sometimiento o condena judicial.

Y eso vale para el caso de la auditoría que actualmente se realiza en la ANP, a solicitud de tres ex presidentes de ese gremio, cuyos resultados daríamos a conocer, si así nos la hacen llegar, indistintamente de a quien favorezcan o perjudiquen.

Del mismo modo, te recuerdo que vivo en el mismo lugar que acostumbrabas visitar, al lado de tu amiga quien siempre pregunta por ti, Doña Tati “La Jefa”; como en aquellos momentos en que todo tu universo giraba alrededor de Aviacom, lo que hacía el licenciado José Tomás Pérez en el IDAC, y el radar de Punta Cana.

Finalmente, te reitero que El Transporte estuvo, está, y segurirá a tus órdenes; a menos que entiendas que ahora es muy poca cosa para ti.

Hasta pronto, distinguido hombre del aire, expresándote mis más sinceros deseos de bienestar y salud.


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