Más cerca de encontrar vida en lunas de Júpiter y Saturno

Científicos delimitan los espacios en que podría encontrarse el fenómeno de la vida en lunas de Júpiter y Saturno. Esto sabemos.

De acuerdo con investigaciones sobre el tema, fuera de nuestro planeta, la vida en el Sistema Solar podría existir, pero son pocos los lugares que se ofrecen como candidatos. En este sentido, las lunas de Júpiter son la que más esperanzas dan al momento de buscar vida extraterrestre entre nuestros vecinos.

Probabilidades que aumentan

Europa es el sexto satélite más cercano a Júpiter y el cuarto de mayor tamaño, dentro de su séquito cósmico. A muy grandes rasgos, algunos expertos creen, debido a los indicios de un océano que estaría bajo la corteza helada de Europa, que esa región líquida y salada tiene buenas oportunidades de albergar vida, pues, además, se ha visto cómo esta expulsa dióxido de carbono.

Siguiendo esto, viene otra teoría científica, apoyada también en la presunta existencia de dicho océano. Esta sostiene que es factible que haya respiraderos hidrotermales sobreviviendo en los oscuros fondos oceánicos de lunas como Europa.

Llama la atención esta propuesta, ya que desde hace tiempo se ha pensado que la vida en la Tierra pudo surgir, precisamente, de respiraderos hidrotermales, fuentes de calor y química.

La investigación que analizó está posibilidad se publicó en Journal of Geophysical Research: Planets. Los autores no solo consideran a Europa, sino también a otro satélite de Júpiter, llamado Ganímedes, y a Encélado, de Saturno. Todos con condiciones similares para poner en marcha la bioquímica de la vida.

Vida en lunas de Júpiter y Saturno

Hay un problema, según el sitio especializado Space.com, y es que la modelización de estos respiraderos se ha centrado en los de temperatura extremadamente alta, que sí hay en nuestro planeta a razón del calor del núcleo de la Tierra. La cuestión es que en las lunas de Júpiter y Saturno no parce haber probabilidades de que algo así ocurra.

Los investigadores, conscientes de lo anterior, basaron sus simulaciones en el sistema de circulación del Pacífico noroccidental, donde el agua fría del mar se hunde y fluye hacia la roca del fondo marino a través de unas cavidades volcánicas extinguidas llamadas montes submarinos. Con ello, encontraron un gran punto a favor de su teoría:

«El agua acumula calor a medida que fluye y sale más caliente que cuando entró, y con una química muy diferente», explica Kristin Dickerson, miembro del equipo de estudio.

Fuente: https://www.ngenespanol.com/


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