Marte podría haber tenido estaciones como la Tierra
Los planetas del sistema solar a día de hoy parecen terrenos inhóspitos, en los que la vida no podría desarrollarse ni sobrevivir. Venus está rodeado de una densa atmósfera de dióxido de carbono que provoca un efecto invernadero capaz de elevar la temperatura de su superficie por encima de los 400 grados, mientras que Marte es un desierto helado en el que ya no queda rastro de agua líquida. Hace miles de millones de años, cuando el sistema solar aún era joven, la imagen pudo haber sido muy diferente, especialmente en Marte.
Sabemos que el planeta rojo tuvo un aspecto diferente en el pasado y recientemente hemos descubierto que pudo ser todavía más parecido a la Tierra de lo que pensábamos. Marte tuvo un campo magnético en sus orígenes, capaz de repeler el intenso viento solar. Al enfriarse su núcleo este campo magnético desapareció, y el viento solar empezó a erosionar la atmósfera marciana lentamente . Unos 4 mil millones de años después lo que queda es una atmósfera unas cien veces menor que la que rodea la Tierra. Al bajar la presión atmosférica en la superficie de Marte, el agua líquida que contenía se evaporó, pasando a formar parte de la atmósfera y, con el tiempo, siendo arrastrada por el mismo viento solar.
La presencia de agua líquida en el pasado marciano resulta evidente por la gran cantidad de marcas que dejó, como canales excavados por el paso de ríos durante miles y millones de años y por los deltas que estos ríos formaban al descargar sus aguas en lagos y mares más grandes. A día de hoy no queda nada de agua líquida sobre su superficie, tan sólo congelada en los polos y como lagos subterráneos que más parecen un lodazal que un lago terrestre.
Recientemente se ha observado otra evidencia más de la presencia de agua en Marte, una que además nos habla sobre procesos relativamente breves y cíclicos. El rover Curiosity ha visitado una zona cerca del cráter Gale donde se observan fisuras en el terreno que indican la existencia de ciclos en los que el suelo se secaba y volvía a mojar con cierta rapidez. Es decir, estas marcas sugieren que Marte podría haber tenido estaciones similares a las terrestres, en las que los lagos se secan por la falta de lluvias y revitalizan cuando vuelve a precipitar.
Gracias a la ausencia de tectónica de placas en Marte a día de hoy podemos observar terrenos tal y como existían hace miles de millones de años. El descubrimiento de estas fisuras en el suelo marciano nos permite entender cómo Marte pasó de ser un mundo más o menos cálido y húmedo a ser el lugar frío y seco que conocemos hoy. Estas fisuras nos muestran la transición entre esos dos estados, cuando el agua líquida no era tan abundante pero aún tenía cierta actividad.
Además este descubrimiento es especialmente interesante porque este tipo de ambientes en la Tierra son especialmente propicios para la aparición y el desarrollo de la vida. Estos resultados por tanto nos permiten estudiar la posible aparición de vida en el Marte del pasado. La presencia de cuerpos de agua líquida permanentes en Marte se conoce con bastante detalle, pero no tanto aquellos ambientes donde las fluctuaciones del clima podían modificar de esta forma el paisaje.
El rover Curiosity llevaba años explorando terrenos con gran presencia de silicatos, lo que esperaríamos encontrar en el fondo de un lago que se secó.
Recientemente ha entrado en una región donde encontramos más sulfatos, en una región de transición entre el terreno antiguamente húmedo y el que siempre permaneció seco. Además del cambio en la composición, el rover Curiosity (y los equipos de científicos que hay detrás de él), observaron cambios en la forma de las fisuras observada sobre el terreno. Esto indicaría que el proceso por el cual se secaron estas regiones fue diferente. Mientras que una se secó llegado un cierto momento para no volver a llenarse de agua jamás, la otra vió un proceso cíclico donde se alternaban las condiciones secas y húmedas.
Aquí en la Tierra, podemos observar diferencias en la forma que toman las fisuras cuando un cuerpo con agua se seca una única vez y cuando se seca de forma repetida en el tiempo, año tras año. Las fisuras iniciales tienen forma de T, con ángulos rectos, mientras que las fisuras causadas por la repetición de este proceso tienen ángulos mayores, en forma de Y. Esto último es lo que ha observado el rover Curiosity. Además el rover observó que estas fisuras apenas tenían unos centímetros de profundidad, lo que sugiere que la escala temporal implicada era pequeña, de días o semanas en vez de de miles o millones de años como ocurrió cuando Marte perdió su agua por completo.
El entorno acuoso es ideal para mezclar diferentes compuestos químicos. Mientras se seca el ambiente, estos compuestos van presentando diferentes concentraciones, lo que puede favorecer un tipo de procesos u otros. Por último, los periodos secos favorecen la formación de polímeros. Si estos procesos ocurren de forma periódica en un mismo lugar, pueden llegar a formarse moléculas mucho más complejas, incluso aquellas precursoras de la vida.
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