Líneas navieras buscan en vano imponer alzas tarifarias a un retail saturado de inventarios

El retail estadounidense observa con preocupación el comportamiento de las líneas navieras que han intentado infructuosamente en dos ocasiones poner en marcha un incremento general de tarifas (GRIs). De acuerdo con datos de Xeneta tras el último intento de imposición de un GRI de US$330/FEU a principios de junio, el promedio de las tarifas se desplomó a US$110 por debajo del nivel que tenían antes del aumento. Un perfecto tiró por la culata.

Desde inicios de este mes los operadores nuevamente presionan por un GRI, aunque con menos fuerza que en las dos ocasiones anteriores y, claro, las condiciones del mercado no han mejorado desde los dos primeros intentos y hay muy poco que sugiera que un nuevo intento sea más fructífero.

No obstante, para el sector minorista de EE.UU. estos forcejeos no han resultado imperceptibles. De hecho, el 1 de abril, las tarifas spot para el sector aumentaron, mientras que el promedio general de la ruta Transpacífico se mantuvo relativamente estable. La brecha entre las tarifas de la industria minorista y el promedio de la ruta se quintuplicó, pasando de US$25/FEU a fines de marzo a US$145/FEU a principios de abril. Al cierre de junio, las tarifas spot para el retail habían alcanzado US$1.300/FEU, ubicándose US$40 por encima del promedio del mercado.

Esto no considera otras estrategias tradicionales de las líneas navieras para fortalecer sus tarifas, entre ellas los blank sailings. Según Drewry, se han anunciado 37 cancelaciones de itinerarios entre la semana 28 y la 32 de un total de 673 zarpes en las rutas Transpacífico, Transatlántico y Asia-Europa del Norte y el Mediterráneo, lo que representa una tasa de cancelación (aún baja) del 5%. También los operadores han reducido la velocidad de las naves y han postergado la recepción de nueva capacidad.

Demanda del retail

Sin embargo, es sabido que un factor realmente gravitante en el impulso de las tarifas es la demanda. Pues bien, hasta ahora la debilidad de las tarifas spot no hace más que reflejar una disminución del 26,9% en los volúmenes de contenedores en la ruta Transpacífico en los primeros cuatro meses del año.

Curiosamente, pese a la drástica caída de las importaciones, las ventas del retail estadounidense ha logrado crecer modestamente un 2,2% de enero a mayo ¿No es esto una contradicción?

Para poder explicar la brecha entre volúmenes de importación a la baja ventas del retail alza, Xeneta recomienda observar primero que todo los volúmenes de inventario acumulado que poseen los minoristas, lo que les permiten mantener un (modesto) crecimiento de ventas sin necesidad de incrementar sus importaciones.

En segundo lugar, es importante considerar el rol que juega la inflación que impulsa una caída en los volúmenes generales de ventas minoristas año tras año.

El factor decisivo

Lo que está claro es que el retail logrará reducir sus inventarios y elevar su demanda de transporte contenerizado en el momento en que el consumo recupere el ritmo ¿Ocurrirá eso prontamente? Pues depende de la inflación. Lamentablemente, los pronósticos de la Reserva Federal- y de otros bancos centrales del mundo, no han dado en el blanco en cuanto a la duración de este fenómeno que aún sigue mostrando una formidable resistencia.

Según un artículo de Bloomberg, este punto comienza a generar sospechas entre “consumidores malhumorados” y otros actores “ansiosos por culpar a alguien” del rumbo de la economía, lo que ha resultado en el surgimiento de algunos términos de un cariz más bien útil en el cuadrilátero político.

Es así como se ha oído hablar de “Excuseflation”, es decir, cuando algunas empresas tejen una historia que convence a los clientes de que los precios aumentan. El término es válido para quienes no creen justificadas las consecuencias económicas de la guerra entre Rusia y Ucrania o del alza de las tarifas del transporte marítimo durante la pandemia. Un término similar es “Greedflation”, que corresponder a la vieja y conocida “especulación oportunista”, vale decir un aumento precios por parte de las compañías para sacar ventaja de la inflación y aumentar su margen de beneficio.

También se ha mencionado la “shrinkflation” que se da cuando se reduce la cantidad o la calidad de un producto de manera de evitar el aumento de los costos de producción, mientras que el comercio mantiene el mismo precio de venta al público.

Frente a todas estas opciones, los más optimistas aún creen que la Reserva Federal, y cualquier banco central pueden controlar la inflación mediante el aumento de las tasas de interés, sin dañar el empleo. Sin embargo, esto es un desafío, pues es sabido que este incremento (y las circunstancias en que se aplique) también es capaz de generar desaceleración económica, desempleo (hasta ahora no ha ocurrido en los países desarrollados) y por ende menor consumo.

Fuente: https://www.mundomaritimo.cl/


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