‘Lady Be Good’: el bombardero fantasma que aterrizó solo y estuvo perdido 16 años

Uno de los aviones fantasmas más famosos de la historia fue un bombardero pesado de largo alcance Consolidated B-24D-25 Liberator de la Segunda Guerra Mundial, con el número de serie 41-24301 y número de construcción 1096. Este avión fue construido en diciembre de 1942 y asignado al 514º Escuadrón de Bombardeo del 376º Grupo de Bombardeo, encuadrado en la 9ª Fuerza Aérea de las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos (USAAF).

El avión estaba enteramente pintado de verde oliva, con una escarapela circular estadounidense con la estrella blanca y un contorno amarillo, y un gran número de identificación 64 pintado en blanco a ambos lados del morro del avión. Su tripulación pintó en su fuselaje el apodo de este avión: “Lady Be Good”. El 18 de marzo de 1943 el avión fue enviado al norte de África, concretamente a la actual localidad de Suluq, en Libia. El 4 de abril de 1943, poco después de las 15:00 horas, despegó con rumbo a Nápoles en su primera misión, con el objetivo de bombardear esa ciudad italiana.

El ‘Lady Be Good’ se perdió al regresar de su primera misión

Nada más despegar se levantó una fuerte tormenta de arena que obligó a nueve Liberators a regresar. El “Lady Be Good” y otros tres Liberators continuaron el vuelo, llegando a su objetivo con mala visibilidad y fuertes vientos, que provocaron que el protagonista de esta historia acabase volando solo en su viaje de regreso a la base. A las 12:12 de la noche, el piloto del “Lady Be Good” avisó por radio a su base de que su radiogoniómetro automático no funcionaba, pidiendo que le indicaran el rumbo lanzando bengalas para indicar la localización de la base. Así se hizo, y el avión llegó a sobrevolar su base, pero no vio las bengalas y continuó su vuelo hacia el sur durante dos horas.

Todo indica que ante la perspectiva de que el “Lady Be Good” se quedase sin combustible, la tripulación saltó del avión a las 2:00 de la madrugada, y el B-24 continuó su vuelo sin nadie a bordo durante 25 kilómetros, aterrizando abruptamente en el desierto de Libia, en el mar de arena de Calanshio.

Tras la desaparición del avión, en Suluq se organizó una misión de búsqueda, pero no se encontró ni el más mínimo rastro del B-24 ni de su tripulación. A partir de este momento, el avión salió del ámbito de la historia para adentrarse en el terreno del misterio. En la USAAF supusieron que el avión se habría estrellado en el Mediterráneo y abandonaron la búsqueda. Los nueve tripulantes del “Lady Be Good” fueron clasificados como desaparecidos en acción (MIA). En 1945, la Segunda Guerra Mundial acabó sin que nadie tuviese noticias de aquellos aviadores, cuyo rastro se había perdido en las arenas del desierto de Libia.

El hallazgo del ‘Lady Be Good’

Los años pasaron, y el 16 de mayo de 1958 los tripulantes de un Douglas C-47 Skytrain de Silver City Airways observaron los restos de un B-24 en el desierto de Libia. Los restos fueron nuevamente avistados el 15 de junio. El 9 de noviembre de 1958, un equipo de exploración de la British Oil Company informó a las autoridades del hallazgo de los restos de un avión en el mismo lugar. No había noticias sobre la existencia de ningún accidente aéreo en aquella zona, así que el asunto ni siquiera se investigó, pero el equipo de exploración británico marcó la localización de los restos como una referencia geográfica para posteriores exploraciones.

Unos meses más tarde, el 27 de febrero de 1959, un topógrafo británico, Paul Johnson, vio los restos a 708 km al sureste de Suluq. Finalmente, un equipo de la Fuerza Aérea de EEUU con base en Wheelus, Libia (en la parte del país que estaba entonces bajo control británico), se desplazó al lugar el 26 de mayo de 1959. Habían pasado 16 años, un mes y 22 días del accidente del “Lady Be Good” y de la desaparición de sus tripulantes.

Al llegar a la zona del accidente, los militares estadounidenses observaron que el B-24 se había partido en dos al aterrizar bruscamente sobre la arena, pero por lo demás el avión se conservaba en buenas condiciones. Su radio y sus ametralladoras aún funcionaban, y en su interior se encontró comida, agua e incluso un termo con té, pero ni rastro de su tripulación.

La operación de búsqueda de sus tripulantes

Para resolver el misterio de los nueve tripulantes del “Lady Be Good”, el Ejército de EEUU lanzó una operación de búsqueda en el desierto de Libia en febrero de 1960. Finalmente, el 11 de febrero, después de 17 años, diez meses y siete días desaparecidos, cinco cuerpos fueron hallados en el desierto: eran el piloto, el Teniente 1º William J. Hatton; el copiloto, el Teniente 2º Robert F. Toner; el navegador, Teniente 2º D.P. Hays; el operador de radio, el Sargento Robert E. LaMotte; y uno de los artilleros, el Sargento Samuel E. Adams.

En el lugar se encontraron evidencias de que los tripulantes habían disparado pistolas de bengalas para ser localizados, y que tres de ellos habían seguido caminando hacia el norte. La misión de búsqueda fue ampliada, con la ayuda de la USAF, pero sin éxito. Finalmente, el 12 de mayo de 1960 un equipo de British Petroleum encontró los restos del Sargento Guy E. Shelley, otro de los artilleros, a 38 kilómetros al noreste de donde se habían hallado los cinco cadáveres. Unos días más tarde, un helicóptero del Ejército de EEUU encontró los restos del Sargento Harold J. Ripslinger, ingeniero de vuelo, a 320 kilómetros del lugar del accidente y a unos 42 kilómetros del lugar en el que fue hallado el cadáver del Sargento Shelley.

En agosto de 1960, otro equipo de British Petroleum encontró los restos de otro de los tripulantes, el Teniente 2º John S. Woravka, bombardero. En total ya se habían recuperado ocho cuerpos de los nueve tripulantes del “Lady Be Good”. Los restos del Sargento Vernon L. Moore, artillero, nunca fueron encontrados. Se cree que formaba parte del grupo de tres tripulantes que continuaron hacia el norte en busca de ayuda, junto con el Sargento Shelley y el Sargento Ripslinger.

Hay noticias de que una patrulla militar británica halló un cadáver en el desierto en 1953 y lo enterró, sin investigar más el asunto, ya que no había noticias de ningún accidente aéreo en la zona.

¿Qué fue lo que le pasó a la tripulación del B-24?

De los objetos hallados con los cadáveres, entre ellos un diario del copiloto, se sabe que los tripulantes no sabían que estaban volando sobre el desierto cuando saltaron: creyeron que estaban sobre el Mar Mediterráneo. Nunca llegaron a entender cómo se habían adentrado más de 600 kilómetros en el desierto de Libia.

Los tripulantes no encontraron al Teniente 2º John S. Woravka, pues su paracaídas falló y es probable que muriese al caer a tierra.

Los tripulantes creyeron que estaban más cerca de la costa y caminaron hacia el norte intentando llegar a ella. Fueron dejando atrás diversos objetos para ser localizados en una posible operación de búsqueda: calzado, chalecos y restos de paracaídas, entre otras cosas. Caminaron más de 160 km y sobrevivieron 8 días con una sola cantimplora de agua. Los cinco tripulantes hallados juntos se quedaron atrás, seguramente ya demasiado agotados para caminar, mientras otros tres partían hacia el norte en busca de ayuda. Finalmente, el desierto acabó con sus vidas.

Los restos del ‘Lady Be Good’ en la actualidad

En el momento del hallazgo del avión, algunas partes del B-24 fueron llevadas a EEUU. Algunas piezas del avión están expuestas en museos militares de Estados Unidos. Finalmente, en agosto de 1994 los restos del “Lady Be Good” que quedaban en el lugar fueron llevados a Tobruk. Hoy en día, esos restos permanecen en una base militar libia.

Fuente: https://www.outono.net/


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