¿La Universidad del Aire?

“Vísteme despacio, que voy de prisa”, sabia frase que se le atribuye al gran corso Napoleón Bonaparte, debe servir de reflexión permanente a quienes les toca dirigir instituciones públicas, y sobre todo en aquellas que tienen la oportunidad de disponer de importantes recursos del erario.

Lo anterior es a propósito de la creación y trayectoria de la Academia Superior de Ciencias Aeronáuticas (ASCA) del Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC).

Con menos de dos años de fundada, la ASCA ha tenido un arranque medio turbulento, y muestra de ello es que en tan corto período ya ha contado con tres directores diferentes, amén de otros de sus fundadores que fueron apartados de la misma.

Y esto no ha sido fortuito. Expectativas no satisfechas pudiera ser la clave para entender su volatilidad gerencial. Aunque el optimismo es muy bueno en lo personal, en la planificación estratégica de las instituciones este se debe fundamentar en estudios serios y realizados con criterios científicos.

Muchos creyeron que con sólo abrir, este centro de instrucción estaría repleto de estudiantes extranjeros, con una lista de espera mucho mayor que la de cualquier gran aerolínea que oferte atractivos especiales a los más visitados destinos y en temporada alta.

Sin embargo, a ellos la realidad les ha tocado de frente. Por lo que nos mueve a preocupación que desde ya se esté planteando que la ASCA podría convertirse en la Universidad del Aire; tal como auguró el director general del IDAC, doctor Alejandro Herrera, en su discurso del pasado 23 de junio, en la graduación de la primera promoción de Controladores de Tránsito Aéreo formados en la ASCA.

Aunque entendemos que el doctor Herrera es un funcionario muy preparado y ecuánime, nos asusta el solo pensar que mentes calenturientas lo convenzan de aventurarse en un extemporáneo proyecto.

Es cierto que cada funcionario, y mucho más un hombre joven que ocupa el más importante cargo de su pujante carrera política, quiere dejar su impronta; pero somos de opinión que no es el tiempo de la Universidad del Aire.

En tal sentido, exhortamos al doctor Herrera a hurgar sobre la trayectoria de estos tres centros de formación aeronáutica: el Centro de Instrucción, Perfeccionamiento y Experimentación (CIPE), de Argentina; el Instituto Superior Tecnológico de Aviación Civil (ISTAC), del Ecuador; y el Centro de Capacitación Aeronáutica (CCA), de Cuba.

Aclaramos que no nos oponemos a la profesionalización, muy por el contrario somos paladines del necesario progreso intelectual de este sector. Pero nunca estaremos de acuerdo con la creación de una universidad a la carrera, que podría traer más frustraciones que beneficios.

Somos una nación pobre, y como tal el uso de los recursos del pueblo debe ser priorizado. Quien quiera la aventura, que lo haga con su patrimonio personal.

Con el simple hecho de ajustar a la realidad el sublime y mágico Olimpo en el que viven muchos de los funcionarios del IDAC, muy distante del que sufren los empresarios y técnicos del sector aeronáutico no oficial, al igual que la mayoría de funcionarios y empleados de ese organismo a quienes no les llegan las exquisitas mieles del poder; usted pasaría a la historia, señor director general del IDAC.


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