La nueva normalidad del sector aeroportuario ante la pandemia
En el 2019, 14.4 millones de pasajeros viajaron a nuestro país por vía aérea. Desafortunadamente, y por causas de la pandemia que ha aterrizado al sector aéreo a nivel mundial, este año no se proyecta un movimiento total más allá del 35% respecto del alcanzado el año pasado. Sin lugar a dudas, el Covid-19 ha frenado abruptamente el crecimiento anual en número de pasajeros que había registrado nuestro país durante los últimos 20 años, y luego de reflexionar al respecto, he llegado a la conclusión de que debemos aprovecharlo para adaptar nuestro sector aeroportuario a “la nueva normalidad”.
Esta pausa forzosa es una oportunidad para hacer un reordenamiento completo del sector, donde no sólo se adopten medidas para salvaguardar la salud de pasajeros y empleados en los aeropuertos, sino también para revisar planes, proyectos y de paso, las legislaciones existentes, algunas obsoletas por más de 40 años.
Nuestros aeropuertos se encuentran en competencia por convertirse en la principal opción en la región para aquellos que nos visitan. Es por esto que la capacidad de la cadena de suministro de la industria turística, de la que forman parte los aeropuertos, es cada vez más importante para competir internacionalmente. Hoteles, restaurantes, negocios, servicios, y lugares de esparcimiento deben rápidamente enfocar su visión en la post-pandemia, o al menos en la nueva normalidad.
Es evidente que el panorama de la competencia entre aeropuertos ha cambiado. En las últimas dos décadas, el entorno aeroportuario había experimentado un mayor dinamismo y se había visto expuesto a una mayor competitividad. Ahora, aquel aeropuerto que garantice la seguridad y la menor posibilidad de contagio será de los primeros en recibir pasajeros que de igual manera querrán llegar a un destino que les ofrezca las mismas condiciones como si se “quedaran en casa”.
Los operadores aeroportuarios tendrán que mejorar la infraestructura aeroportuaria y dotarlas de los equipos necesarios para su eficiente funcionamiento. Por su parte, el Estado, al momento de implementar políticas de regulación, tendrá que asegurarse que estas cumplan con las mejores prácticas a fin de alcanzar las metas necesarias para el crecimiento económico y cohesión social, asumiendo la gran tarea de combinar innovación, trabajo constante y la confianza en el compromiso del sector.
Dicho esto, se deben definir las condiciones que mejoren esta competitividad y procurar un marco que permita establecer estrategias con cada uno de los protagonistas del sector.
Como país tenemos que renovar la política de promover en el exterior los destinos dominicanos y que hasta el año pasado había sido clave a la hora de explicar los resultados positivos. Las campañas digitales también serán relevantes, considerando que un alto porcentaje de los viajes se concretan por esa vía. Además, afianzar una alianza público-privada que promocione a la República Dominicana en los principales eventos internacionales de turismo y aviación.
A nivel de los aeropuertos, se deben facilitar menos trámites aduaneros, reducir el tiempo de espera de los pasajeros y desarrollar acciones de promoción en los diversos mercados del mundo. Igualmente enfocarse en la apertura de nuevas rutas aéreas que permitan a nuestro país tener mayor conectividad para competir en un mundo con la voracidad creada por la falta de ingresos.
Hasta ahora los planes van bien, pero, ¿estará nuestro país preparado para asumir el reto de esta “nueva normalidad”? Los aeropuertos y los hoteles se prepararon, los servicios y negocios esperan que se les dé luz verde. Solo falta un gran detalle: Sobrepasar la curva de contagios y efectos de la pandemia. Con conciencia ciudadana y las precauciones de lugar llegaremos a ese punto, y para eso debemos estar preparados.
La competencia será voraz, las ofertas serán atractivamente competitivas, y las infraestructuras deberán proveer esa confianza que esperan nuestros visitantes de volver a viajar de manera segura. Esto requiere asumir el compromiso de un sector consolidado y con metas comunes para seguir trabajando de forma continua por el impulso de la aviación, la mejora de la infraestructura, innovaciones tecnológicas, simplificación de procesos y alianzas estratégicas. Necesitaremos equipos de trabajo competentes, disciplinados y altamente comprometidos para alcanzar objetivos comunes, y establecer un marco de regulación sólido y transparente, como base fundamental para que el sector de la aviación sea competitivo y pueda actuar como catalizador de la economía.
Hecho esto, crearemos las condiciones adecuadas para desarrollar la competitividad del sector aeroportuario de la República Dominicana.
Nota: El autor es especialista en gestión y proyectos aeroportuarios.