Jamás hagas esto si a tu coche le estalla un neumático
Los neumáticos tienen sus enemigos. No hablamos solo de un clavo o cualquier otro objeto que te puedas encontrar en la carretera y que pueda hacerlos estallar, sino de otros que lo perjudican de forma más lenta, pero que tienen un mismo y peligroso final que queremos explicarte cómo afrontar.
Incluso un neumático nuevo pueden estallar, si por ejemplo le pegaste un bordillazo que levantara parte de la goma o le acabara provocando un ‘huevo’. Pero es más habitual que reviente una goma ya con años, sobre todo si tiene algún daño del que ni te habías dado cuenta, soporta más peso del que debe, no tiene la presión adecuada o se ha calentado en exceso.
¿Y qué va a suceder entonces? Lo primero, no está de más que recuerdes si tu coche es de propulsión (la fuerza la recibe el eje trasero) o de tracción delantera, porque el coche no va a reaccionar igual y tendrás que actuar de forma diferente. Y si es 4×4, seguramente todo será más fácil.
Coches de propulsión
En el caso de que el coche sea de propulsión (la mayoría de los deportivos, además de muchos modelos de gama alta alemanes) y hayas reventado una rueda delantera, no puedes hacer ningún movimiento brusco; en ese momento el coche te estará empezando a dar bandazos que pueden resultar muy, muy peligrosos, así que bastante tendrás con sujetar con fuerza la dirección para tratar de orillarte rápido en la carretera. Y de tocar el freno, en la medida de lo posible olvídate; si lo tocas, el peso del vehículo se trasladará hacia el eje delantero y cuando toque la llanta reventada en el suelo, esta actuará como un eje fijo sobre el que girará el coche.
Si con ese mismo coche la que revienta es una rueda trasera todo será más sencillo. Tu primera reacción será levantar el pie del acelerador y entonces notarás que la dirección sigue siendo estable. Lo que no puedes hacer en este caso es pegar un acelerón para llegar rápido a una salida que quizá veas a 100 o 200 metros. En lugar de ello, procura que el coche esté frenando de manera suave para que el peso siempre recaiga en el eje delantero y así puedas dirigirlo hacia donde quieras.
Si tu coche es tracción delantera
Pero la mayoría de los coches que circulan por nuestras carreteras son de tracción. En este caso, y puestos a elegir, lo mejor sería que el neumático que de repente perdiera su presión fuera uno de los de atrás, porque así seguimos teniendo dirección y empuje. Pero tampoco debemos ser bruscos con la dirección, porque la inclinación de la carrocería puede hacer que toque la llanta trasera en el suelo y el coche comience a dar bandazos.
Cuando es una de las ruedas delanteras todo se vuelve más complicado. Puede que la diferencia en la velocidad de rotación de las ruedas hará que el diferencial te haga notar una especie de un tirón brusco, frente a lo que debes sujetar con fuerza el volante para orillar el coche. Si es posible, levanta el acelerador muy poco a poco para que el peso se mantenga lo más repartido entre los dos ejes. Y en la medida de lo posible no toques el freno, porque entonces perderás el control sobre la dirección.
Movimientos bruscos, prohibidos
Como ves, en cualquier caso los movimientos bruscos con el volante y pisar el freno con cierta fuerza para detener el coche cuanto antes son las peores reacciones que puedes hacer. En realidad sí podrías utilizar el freno de mano poco a poco si se ha reventado una rueda delantera, porque así el coche se frenará pero manteniendo en gran medida el peso sobre el eje posterior. Pero si tu coche lleva freno de mano eléctrico, ni lo intentes.
Y una vez que te hayas detenido en un lugar lo más seguro posible, ya sabes que toca ponerte el chaleco de emergencia, señalizar utilizando los triángulos o mediante la nueva luz V-16 y cambiar la rueda (siempre que tu coche no venga con kit antipinchazos).
Fuente: https://www.marca.com/