Incidente entre Diputado y Coronel, trasfondo penoso
El incidente escenificado la tarde del pasado viernes en el Distrito Nacional, y en el cual se generó una acalorada discusión entre un Diputado al Congreso Nacional y un Coronel del Ejército de República Dominicana, es una penosa muestra del tortuoso destino de nuestra nación.
Del hecho en sí, la prensa está llena de versiones y como única evidencia se muestra un corto video en el cual el Coronel increpa seriamente al Diputado por haber entrado a un área que no debía de la llamada Avenida de la Salud.
Pero el preocupante trasfondo es comprobar como se agudiza la falta de autoridad en el país, a la vez que se evidencia el irrespeto hacia nuestras autoridades militares y policiales; esto último motivado en la falta de dignidad, ética y moral de la cual hacen galas muchos de sus conspicuos y encumbrados miembros.
Y es que el escenario no puede ser más elocuente y deprimente.
Por una parte, un Congreso Nacional en el cual se compra una curul, sin importar que la ocupación principal del agraciado sea rifero o gallero.
En contraparte, guardias y policías bañando perros, cargando maletines, abriendo puertas, mientras nos encontramos Generales y Coroneles hasta en la sopa.
Aunque independientemente entendemos que en este caso el Coronel tiene la razón y hasta debe enfrentar por su honra en cualquier terreno al Diputado, no obstante que eso le pueda costar su carrera militar. Si no lo hace, podría llegar a General pero quedaría la duda de todo lo dicho de él por el Diputado.
En tal sentido, afirmamos con toda certeza que este Coronel no recibirá ningún apoyo de sus superiores, situación tan diferente en otros países y que nos motiva exhortar a nuestros lectores a documentarse sobre el caso del Ecuador entre el Capitán de Corbeta Edwin Luis Ortega Sevilla y el Presidente Rafael Correa.
Sin embargo, subyace una inquietud y es de orden preguntarse: ¿en cuál país del mundo se tendría a un Coronel de sus Fuerzas Armadas cuidando un parque municipal?
No tendría que ser un genio para decir que sólo en República Dominicana. Y mucho menos un oficial militar caracterizado por su entrega a la realización de los más exigentes cursos militares, cuando su función debe ser en el ejercicio del mando en unidades tácticas de nuestras fuerzas armadas.
Finalmente, con tristeza cabría cuestionarse: ¿Pueblo dominicano, hacia dónde nos llevarán estos caminos?