Hacer lo que nunca se ha hecho… En Aeronáutica

Por: Capitán Amín Canaán Gómez

Hacer críticas o encontrarse todas las cosas mal o estar en contra de todo es una tarea relativamente fácil, pero buscarle el meollo al asunto no es lo mismo. Muchos de los problemas de que adolece el sector aeronáutico son producto de lo mal orientado por el Estado y por el ego inflado de muchos de nuestros colegas.

De parte del Estado nunca ha existido una voluntad política capaz de sincronizar la necesidad del país con las posibilidades de desarrollar el comercio aéreo acorde a la exportación de productos perecederos y a la expansión del turismo, ambas actividades están supeditadas a la medalaganaria actitud de empresas aéreas extranjeras que solo les importa el mercurial beneficio económico.

Desde la eliminación en 1993 de las líneas aéreas suplementarias y la desaparición de Dominicana de Aviación en el 1994, muchos intentos fueron victima de la misma suerte, jamás contaron con el respaldo del Estado, todo por el contrario, con la excepción de Air Dominicana el Estado actuaba como el verdugo que soltaba la soga para los extranjeros y la apretaba para los nuestros.

Naturalmente, la mentalidad que han tenido los gobernantes es de una economía de servicio y en base a la fiscalización, no pensando que este país es productor y receptor de turismo y lo mas lógico es tener cuando menos una línea aérea capaz de catalizar el crecimiento sostenible de ambos importantes sectores de la economía nacional.

Por otro lado el narcisismo que hemos tenido en el sector privado es la otra cara de la moneda, nuestros empresarios colegas y amigos jamás han hecho merito, ni mucho menos votos de humildad, aun para proteger los intereses del sector, sólo cuando las condiciones se extreman se reúnen a regañadientes y hacen una asociación coyuntural para tal o cual motivo. Debido a esta situación nunca han tenido representatividad en el sector, ni son considerados de importancia por los organismos del Estado.

Lo que se requiere en este sector es una reorientación y reprogramación de los recursos humanos y económicos y una ejecución con un cronograma de acuerdo a las necesidades del país. Más bien parte de un Plan Nación.

Así como se ha incentivado el sector hotelero, zona franca y frontera, se debería pensar cuales serían los frutos de una línea aérea capaz de unir los continentes y multiplicar la producción nacional y abrir nuevos destinos turísticos. Pongamos como ejemplo los clusters de producción de vegetales chinos, los invernaderos, los de mango y aguacate, la oferta de nuevos mercados como el asiático y ruso en materia de turismo.

En lo que respecta a la operación directa de aeronaves, se considera que por cada aeronave se crea la necesidad de 200 empleos directos dentro y fuera del país, a eso se le puede agregar un taller de mantenimiento y una escuela de capacitación técnica para el entrenamiento del personal calificado.

Por un lado el Estado tiene el deber de reorientar la actividad aeronáutica en busca de optimizar un servicio de vital importancia, por el otro lado el sector privado debe de integrarse porque de seguir el derrotero desaparecerá la industria.

La reingeniería del sector aeronáutico es impostergable, no imposible. Es incomprensible que las frutas y vegetales se pierdan por falta de transportación aérea, que no haya forma de satisfacer la demanda, como también es una vergüenza no tener una línea bandera nacional que pueda desarrollar nuevos polos turísticos.

Por estas razones creemos que hay que hacer lo que nunca se ha hecho, y es que los organismos del Estado inspiren confianza al empresariado creando incentivos a fin de que la industria de la aviación tenga mejor suerte en la República Dominicana. El país se ha acostumbrado a una economía de servicio y a la informalidad, solo cobrando tasas e impuestos, dejando de participar en los grandes dividendos que generan la explotación de los mercados internacionales.

Para citar ejemplos: el de Copa en Panamá – 90 aviones. Israel- suplidor de frutas y vegetales en Europa. Corea del Sur- fabricante del 96% de los barcos de carga. El Salvador- sede de Taca, línea aérea de Centro América. Todo esto tiene un denominador común: Política de Estado con incentivos.

Para un gobernante que recién comienza su gestión con su creado slogan de que “hay que hacer lo que nunca se ha hecho”, es pues un gran reto hacer un cambio de política de Estado. Luego de haber recibido este sector en las peores condiciones de los tiempos que recordemos (1993-2013), hoy hemos retrocedido y en veinte años no contamos ni siquiera con una línea aérea, como en el 1993 con Dominicana de Aviación y las líneas suplementarias. Sólo Gardel podía decir que veinte años no es nada.

Muchos de los funcionarios de la pasada administración apuestan al fracaso. Se requiere una dinámica capaz de contrarrestar el lastre dejado por la danza de los millones y la política del despilfarro de las arcas nacionales. A partir de este punto de referencia, el sector aeronáutico dominicano es el más llamado a establecer la diferencia entre lo que fue y lo que es el logro de una ejecución del Estado.


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