Grandes puertos quieren imitar el milagro ecológico de Singapur

Hace medio siglo, la Organización de las Naciones Unidas declaró al puerto de Singapur como una “zona de desastre ecológico irremediable”. Después de 150 años de comercio muy intenso se había convertido en un verdadero chiquero: sus ríos y bahías estaban contaminados y superpoblados de barcazas.

El hedor que provenía del agua era tan penetrante que los embarcaderos parecían cloacas a cielo abierto. Durante décadas, Singapur fue un mero enclave de refrigeración de barcos que seguían su periplo tras pocas horas de descanso y reacondicionamiento. Los trabajos de remediación se extendieron por una década completa y ahora, en 2021, este antiguo fondeadero es el segundo más relevante a nivel global, y también una especie de faro para la reconversión de otros puertos del mundo.

Por los muelles de Singapur pasa al menos uno de cada cinco contenedores que se desplazan por el mundo, ya que tiene una posición estratégica en el estrecho de Malaca, a mitad de camino entre China y Europa.

Su PBI per cápita supera los 50.000 dólares anuales constituyendo el mayor ingreso individual del planeta. Para el año 2040, se espera que Singapur sea la mayor terminal totalmente automatizada del mundo, con una capacidad para mover 65 millones de contenedores por año.

Con apenas 720 kilómetros cuadrados se convirtió en un modelo mundial de respeto por el medio ambiente. Cada día recibe a unos 350 barcos, que deben respetar y convivir con la fauna, compuesta de 65 especies de mamíferos, 390 tipos de pájaros, 110 variedades de reptiles y 2000 animales marinos.

Tuvieron que reubicar a cientos de empresas y a 4000 asentamientos, incluyendo sus típicos puestos callejeros y vendedores ambulantes.

Hoy cada curso de agua es patrullado en forma constante.

Luego de un proceso de desalinización y construcción de una represa, la bahía principal que siempre lucía putrefacta pasó a ser el principal reservorio de agua potable.

Las potencias también quieren muelles modelo

En la última década, el puerto de Shanghai se ha destacado como el más importante del mundo en cuanto al volumen que opera. Allí se construyó la mayor terminal automatizada hasta ahora conocida: Shanghai Yangshan Deep Water Port.

Gracias a la inversión en tecnología, la inteligencia artificial china transformará sitios históricamente contaminados en espejos de agua potable. Lo mismo está ocurriendo con el gigantesco complejo chino de Shenzhen, el que completa el podio planetario en cuanto a movimiento de mercaderías.

Gracias a su evolución, son muchas las compañías que se han establecido allí, incluyendo a Huawei, Tencent y SenseTime. Shenzhen es conocido como el Silicon Valley de la República Popular.

Muy cerca, Taiwán desarrolla una reconversión casi total de sus instalaciones con el fin de dinamizar con negocios y restaurantes las calles aledañas a los barrios portuarios. Las obras finalizarán en 2023 y se anuncia que serán impactantes. Lo que eran barrios marginales y peligrosos se volverán centrales y amigables.

Mientras, en Europa se están desarrollando políticas muy similares. Los tres más grandes del viejo continente, Róterdam, Amberes y Hamburgo, en los Países Bajos, y Bélgica y Alemania, respectivamente, han avanzado tanto que los marineros ya no tienen tiempo para bajar y pasear por las ciudades. Ahora los buques se despachan en muy pocas horas y con extremos cuidados por el agua de los extensos canales artificiales que deben recorrer.
En América, el número uno se lo lleva Los Ángeles, ya que el Océano Pacífico ha desplazado en movimiento comercial al Atlántico en el siglo XXI. En la ciudad

más poblada de California se invirtieron en el último año unos 36 millones de dólares para crear un Paseo Marítimo que concentra atracciones para los turistas y residentes.

Las familias disfrutan del contacto con la naturaleza, el deporte y las especies marinas en un sitio que fue durante décadas sinónimo de polución.

Argentina se suma a la tendencia

Consultado por Carbono News, el oficial de Marina Mercante e investigador de la pesca marina, Roberto Maturana, expresó: “En Argentina se destaca por su conciencia ecológica el puerto de Bahía Blanca, que tiene una boya ambiental para medir en forma continua cualquier tipo de polución en las aguas. Controla la salinidad y la calidad en todo el estuario de esa ciudad, para que no se vea afectada la rica biodiversidad que disfruta”.

“El consorcio que lo gestiona garantiza la conservación de unas 1000 hectáreas donde habitan las aves playeras y las migratorias. Las rías y las islas naturales ofrecen características biológicas únicas y deben ser custodiadas. Lo mismo ocurre con el embarcadero de Quequén, el más profundo que tiene el país. Llevan adelante allí una modernización continua de sus aparatos de medición para evitar derrames involuntarios o malintencionados de hidrocarburos hacia el océano”, detalló.

Fuente: https://www.infobae.com/


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