Gobierno de Libia mata al menos 250 personas en un ataque en Trípoli
Las peores amenazas pronunciadas por el régimen libio contra los manifestantes se cumplen. El Gobierno ha decidido responder al aumento de las protestas llevando su furia represora todavía más lejos. Al tiempo que se anunciaba en la televisión una operación contra ‘los terroristas’, el Ejército ha iniciado un duro ataque en algunos barrios de Trípoli, ciudad en la que hoy se habían extendido las protestas contra Muamar el Gadafi, el dictador que dirige el país desde hace 42 años. En las calles de la capital hay cadáveres tirados y se escuchan disparos de artillería pesada, según ha podido constatar Efe. Varios testigos han relatado la participación en los ataques de la aviación, que ha abierto fuego real contra la multitud.‘Lo que estamos presenciando hoy es inimaginable. Aviones y helicópteros militares están bombardeando un barrio tras otro’, ha asegurado Adel Mohamed Saleh, un hombre que se declara activista anti-Gadafi. Según Saleh, contactado telefónicamente por Reuters, los bombardeos se suceden ‘cada 20 minutos’ y están produciendo ‘muchísimos muertos’ (al menos han fallecido ya 250 personas, según la cadena catarí Al Yazira). Soula al Balaazi, otro activista opositor contactado por Reuters, ha asegurado que la aviación ha bombardeado ‘algunas posiciones en Trípoli’. Aunque la impermeabilidad informativa del régimen libio impide confirmar de manera independiente esas informaciones, el Comité libio para la Verdad y la Justicia, una ONG con base en Suiza, ha asegurado que tenía informes provenientes de Libia en el mismo sentido e Italia ha puesto sus bases aéreas en alerta máxima. La comunidad internacional, con Naciones Unidas al frente, ha pedido el cese de la violencia en el mismo día en que varias empresas y países (EE UU, entre otros) han anunciado la evacuación del personal no esencial.
Dentro de la confusión que enmarca todo lo que está pasando en Libia, uno de los regímenes más herméticos del mundo árabe, dos cazas del Ejército libio han aterrizado esta tarde en la capital de Malta (a unos 350 kilómetros de Trípoli). El diario Times of Malta asegura que el aterrizaje de los dos Mirage monoplaza se ha producido después de que tomaran tierra, también en La Valletta, dos helicópteros civiles con siete personas a bordo que habían salido de Libia ‘sin autorización oficial’ y aseguraban ser franceses (aunque sólo uno llevaba pasaporte). El Gobierno maltés ha señalado que los pilotos de los dos cazas son coroneles que han pedido asilo político. Han relatado que decidieron exiliarse tras recibir la orden de bombardear a los manifestantes. El Ministerio de Exteriores libio ha dicho que desconocía por qué dos aviones de sus Fuerzas Armadas estaban en La Valletta y ha aprovechado para desmentir los rumores que sitúan a Gadafi fuera de Libia. Horas antes, el ministro británico de Exteriores, William Hague, aseguraba tener informaciones de que el dictador libio podría abandonar el país rumbo a Venezuela.
Dimisión del ministro de Justicia
Mientras, la crisis social que vive Libia cala por momentos en el aparato político del cerrado régimen. El ministro de Justicia, Mustafá Abul Jalil, ha anunciado esta tarde su dimisión por su desacuerdo con la represión de los manifestantes. Aunque no se ha confirmado de manera oficial, el diario Quryna -que pertenece a un grupo mediático propiedad de Saif el Islam, uno de los hijos del dictador- ha sacado en su edición digital la noticia. Aseguran que sus periodistas se han puesto en contacto telefónico con el ministro de Justicia y que este les ha explicado su renuncia ‘para protestar por el uso excesivo de la fuerza’, según recogen varias agencias de información.
Las amenazas vertidas precisamente por Saif el Islam contra la población en un mensaje televisado, en el que advertía del riesgo de una guerra civil si continuaban las protestas, no han aplacado la ira de los manifestantes que reclaman reformas democráticas en el país árabe. La revuelta se ha enconado este lunes en Bengasi, la segunda ciudad del país, y se ha extendido a Trípoli, bastión hasta ahora de los partidarios de Gadafi.
Varias agencias informan de que algunos edificios gubernamentales de la capital libia han sido pasto de las llamas esta mañana y que las sedes de la televisión y la radio públicas han sido saqueadas y quemadas por una turbamulta enfurecida esta pasada madrugada. ‘La Casa del Pueblo (Parlamento) está en llamas; los bomberos tratan de apagar el fuego’, ha explicado un testigo citado por Reuters. Al Yazira informa de que la sede central del Gobierno libio y el edificio que alberga el Ministerio de Justicia en Trípoli también han sido incendiados. Mientras, las fuerzas del orden se retiraban prácticamente de las calles de la capital, según relata Reuters, que asegura que una comisaría de un barrio del este de la ciudad ha sido asaltada y calcinada.
En Bengasi, las principales arterias de la ciudad están bajo control de los manifestantes según el relato de testigos locales citados por Reuters. Cuentan con el apoyo de algunos militares, según esas mismas fuentes. Un diplomático libio ha asegurado a Al Yazira que algunos ‘oficiales’ han retirado su apoyo a Gadafi y se han puesto de parte del pueblo. Según la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), que agrupa a 164 organizaciones y tiene su base en París, esta situación se ha extendido a otras localidades menores. Testimonios procedentes de los disidentes de Bengasi aseguran que los manifestantes también han tomado tanques y grandes cantidades de armas y municiones del Ejército según reconoció a su modo el hijo de Gadafi en el discurso. ‘Los criminales circulan incluso a bordo de blindados’, dijo.
Mientras la revuelta en las calles cobra vigor, las críticas contra la represión ejercida por el régimen van en aumento. Mohamed Bayou, que hasta hace un mes ejercía de portavoz del Gobierno, ha dicho que el empleo de la violencia para frenar la revuelta es una decisión equivocada. En un comunicado que pone de relieve las primeras divergencias dentro de la élite gobernante en Libia (previo a la dimisión del ministro de Justicia), Bayou ha reclamado a Saif al-Islam Gaddafi que abra un diálogo con la oposición. ‘Espero que cambie su discurso y reconozca la existencia de una oposición interna. Que abra un diálogo con ellos para lograr cambios en el sistema libio’, ha explicado este ex responsable.
Centenares de muertos
Al discurso del hijo de Gadafi le siguieron anoche tiros y muestras de descontento en Trípoli. La cadena BBC cita testigos en Trípoli que relatan duros enfrentamientos esta madrugada entre manifestantes antiubernamentales y simpatizantes del dictador. Las organizaciones de derechos humanos Human Rights Watch y Amnistía Internacional están actuando de portavoz de lo que ocurre en el país, bajo un régimen dictatorial desde hace 42 años. HRW maneja la única cifra con cierta vitola de oficialidad: 233 muertos y un millar de heridos. Pero la cifra podría ser más alta. Fuentes de un hospital de Bengasi han asegurado a Reuters que, sólo en ese centro sanitario, son más de 300 los fallecidos y la FIDH ha dicho que la cifra de muertos se sitúa entre los 300 y los 400.
Una revuelta contra Gadafi parecía imposible hace unos días. Más aún que esta alcanzara Trípoli, el feudo absoluto del general. Sin embargo, se extiende la impresión de que los jóvenes han comenzado a perder el miedo al régimen y han salido a la calle. La llamada plaza Verde se ha convertido en el centro de las manifestaciones. Un millar de personas se ha reunido allí y han sido disueltas a base de gases lacrimógenos.
El levantamiento continúa sobre todo en el este del país, y Gadafi sigue reprimiéndolas con fuego de mortero y ametralladoras. Las primeras imágenes que salen del país, vídeos caseros grabados por los propios manifestantes, muestran grupos armados persiguiendo a la gente y hombres cayendo por las balas. Ayer el descontento estalló en Musratha, (340.000 habitantes), la tercera ciudad después de Trípoli y de Bengasi. También se contagió a una importante tribu, Werfella, en un país en el que Gadafi gobierna desde hace cuatro décadas gracias a sutiles alianzas tribales.
En las ciudades orientales Al Bayda, Darna y Ajdabiya, parte de las fuerzas de seguridad se han pasado al lado de los manifestantes. Los familiares de las víctimas mortales del miércoles y del jueves, pensaron que ellos también podían confraternizar con las fuerzas de seguridad. Su excesiva confianza propició la peor matanza que se ha producido en Bengasi, narra un vecino de la ciudad que pide no difundir su identidad. Tras el entierro colectivo, los familiares de los muertos acudieron, el viernes al caer la noche, a la sede central de la policía. ‘¡Nosotros y las fuerzas del orden somos el mismo pueblo!’, gritaban.
Un oficial de las fuerzas de seguridad salió del edificio, recuerda el vecino, y les dijo que sí, que ‘eran el mismo pueblo’. Invitó a entrar a los que estaban en primera fila y cerró las puertas. ‘Mataron a 23 hombres’, asegura. ‘Los difuntos tienen heridas de bala en la cabeza y en el pecho’.
Como sucedió en El Cairo, en la plaza Tahrir, en Bengasi hay un lugar de protesta permanente. Es la plaza situada ante los juzgados, al norte de la ciudad. Allí llegaron a concentrarse hasta 30.000 personas, según el vecino de citado, pese al temor de ser acribillados a balazos. Por la noche siempre permanece un retén.