Evitar malos hábitos a la hora de conducir alargar la vida útil de nuestro coche

Madrid.- Me encantan las metáforas. Creo que son una excelente herramienta para hacer comprender algo muy complicado de una forma divertida e imposible de olvidar, y como buen aficionado al motor que soy, no puedo evitar usarlas a la hora de hablar de coches.

Una de mis favoritas, es la de comparar el cuerpo humano con los elementos de un coche.

Así, por ejemplo, el aceite podría equipararse a la sangre, los pistones al corazón, la gasolina al alimento, el chasis al esqueleto, etc. Por eso, al igual que es recomendable cuidar nuestro cuerpo, también deberíamos ser conscientes de hacer lo mismo con nuestro vehículo, al que tanto le exigimos pero del que tanto nos quejamos en cuanto sufre una avería.

Sin embargo, atendiendo a unos simples cuidados periódicos que te mencionaremos a continuación y evitando algunos malos hábitos a la hora de conducir será muy sencillo alargar la vida útil de nuestro coche. Porque a todos nos gusta envejecer sanos y con aspecto saludable.

Los neumáticos son los pies de nuestro vehículo y su correcto mantenimiento es de vital importancia para garantizar nuestra seguridad, no en vano, seguro que has oído mil veces que son el único elemento de un coche que está en permanente contacto con la carretera. Porque seguro que no te gusta tener que andar sufriendo de callos, ampollas, heridas o con un calzado incómodo ¿verdad?Pues a tu coche tampoco el tener que rodar con neumáticos gastados o presiones incorrectas.

Por eso, al menos una vez al mes revisa el nivel de presión de tus neumáticos, una tarea bien sencilla de la que ya te hemos hablado sobre cómo y donde puedes realizarla y comprueba la profundidad del dibujo de los mismos, observando si se encuentran gastados.

Para ello, nada más sencillo que el truco de la moneda, es decir, introducir una moneda de 1 euro en la banda de rodadura. No es que sea un método de medición muy preciso, pero si colocando las estrellas que lleva grabadas la cara de la moneda entre las bandas de rodadura éstas quedan a la vista, más vale que vayas pensando en pasar por el taller.

¿Usas gafas? Sean de vista o de sol, por necesidad o por moda, seguro que cuando te pones unas gafas lo que más odias es que tengan una huella o mancha que influye en tu campo de visión. En ese momento nos falta tiempo para coger un pañuelo de papel y limpiar a conciencia. Pues la luna delantera de nuestro coche son como unas gafas. ¿Por qué tenerla tan sucia que parece que conduces con niebla?

El problema es que descuidamos un elemento también vital para nuestra seguridad: las escobillas limpiaparabrisas. Si no barren con eficacia, en caso de lluvia no evacuan correctamente el agua, y no distinguiremos con claridad lo que hay frente a nuestros ojos. Por eso, cambia las escobillas en cuanto compruebes que pierden eficacia de barrido, y para alargar su vida límpialas de polvo u otro elemento como hojas de árboles o arena.

Pero en caso de nuestro cristal se ensucie repentinamente por cualquier causa como pueden ser excrementos de pájaros, o insectos kamikazes, por ejemplo, no sólo es importante tener las escobillas en buen estado, sino también de tener el suficiente líquido limpiaparabrisas en el depósito. Así que no olvides comprobar el nivel del mismo, y en el caso de que no tengas líquido o no quieras comprarlo, un remedio casero es usar agua destilada mezclado con líquido limpiacristales.

A nadie en su sano juicio se le ocurría andar por la calle con los ojos vendados, o más simple, nos cagamos de miedo cuando nos quedamos totalmente a oscuras en un lugar desconocido. ¿Por qué no atender entonces a los sistemas de iluminación de nuestro coche? Porque circular con los faros en mal estado es como estar ciego, y lo peor no es que tu no veas, sino que tampoco te ven a ti.

Afortunadamente, prácticamente la totalidad de los coches actuales nos avisan cuando tenemos un faro o piloto fundido. Pero si no es tu caso, revisa su correcto funcionamiento (los garajes subterráneos son ideales para ello) y comprueba el reglaje de los mismos asegurándote de que su haz luminoso tiene la altura adecuada.

Ya hemos dicho que el aceite de nuestro vehículo es como nuestra sangre. Y al igual que nuestra sangre se encarga de transportar las vitaminas y los minerales para facilitar las reacciones químicas de nuestro organismo, el aceite se encarga de que las piezas de nuestro motor se encuentren perfectamente lubricadas para que funcionen con total normalidad.

Por eso, si descuidamos el nivel de aceite y la calidad del mismo estaremos provocando que nuestro coche circule con una sangre en mal estado, al igual que nos pasaría a nosotros con un nivel de colesterol alto. Así que procura comprobar el nivel del líquido de aceite una vez al mes, una tarea bien sencilla como habrás comprobado en el vídeo anterior, y sobre todo respeta siempre el periodo de cambio del mismo recomendado por el fabricante.

El agua es vital para nuestra existencia, la consumimos todos los días y cuando hacemos ejercicio su consumo se eleva. Pues el motor de nuestro coche también necesita refrigerarse, por lo que es conveniente que también tenga la cantimplora llena.

Así que no olvides revisar también el nivel del líquido anticongelante y rellenarlo con el correspondiente líquido, o agua si no tuvieras más remedio. Al hacerlo estarás evitando que tu motor pueda sobrecalentarse y dañar la culata, lo que se traduciría en una reparación costosa que a tu bolsillo no le hará ninguna gracia.

Si te gusta salir a correr seguramente que lo haces sobre terrenos lisos y que ofrecen una buena amortiguación para tus tobillos. Seguro que a nadie se le ocurre hacer tal actividad deportiva sobre una carretera empedrada o con numerosos baches, salvo que intencionadamente busques sufrir un esguince. ¿Qué sentido tiene entonces circular por firmes en patético estado como si estuvieras en una carrera o casi literalmente saltar por los criminales badenes de nuestra ciudad?

Siempre he considerado pasar un badén a toda velocidad o por carreteras bacheadas emulando a Carlos Sainz como una manera tan chulesca como estúpida de hacer polvo la suspensión y los amortiguadores de nuestro coche.

De modo que cuando circules por carreteras muy bacheadas o tengas que pasar un badén, hazlo a velocidad moderada. Igualmente, tampoco circules con el maletero cargado hasta arriba de cosas que no te sirven para nada, porque estarás sometiendo a tus amortiguadores a soportar una carga extra.¿Se te ocurriría ir a todos lados cargando con una mochila pesada sabiendo que no la vas a necesitar?

Habrás leído en multitud de ocasiones que si quieres evitar sufrir una lesión haciendo cualquier actividad deportiva es fundamental calentar previamente para que nuestros tendones y músculos estén preparados ante el esfuerzo que les espera. A nuestro motor le ocurre lo mismo, y en especial a una pieza cada vez más común en todos los vehículos: el turbo.

Procura pues evitar dar acelerones bruscos o apurar demasiado las marchas hasta que el motor de tu coche alcance la temperatura óptima de funcionamiento. Además, si tu coche tiene turbo, hay más motivos para, tras arrancar, esperar unos segundos a que el aceite llegue bien al turbo y esté bien lubricado.

A modo de ejemplo, así sería el periodo de calentamiento de nuestro coche: Arrancamos, aprovechamos para soltar objetos como el móvil o la cartera, nos ponemos el cinturón y conectamos la radio o climatizador a nuestro gusto. Ya hemos “estirado”, iniciamos la marcha con una sesión suave, sin exigir mucho al motor apurando marchas o dando acelerones bruscos, y cuando nuestro motor ya esté a su temperatura óptima, estará dispuesto a responder ante las exigencias.

Pero no olvides que después del ejercicio tampoco es recomendable parar de golpe, sobre todo si ese esfuerzo ha sido largo y continuado. Así que una vez que hayas llegado a tu destino no apagues inmediatamente el motor, deja que éste respire durante unos segundos al ralentí para que el aceite baje de temperatura y el motor se lubrique de nuevo.

Al igual que el agua, tampoco podemos vivir sin oxígeno. Viviendo en grandes urbes tan contaminadas, escaparnos a respirar aire puro se ha convertido en una obligación, y al hacerlo nuestros pulmones lo agradecen. Nuestro motor también tiene que respirar, y cuanto más limpio sea ese aire, mejor. Para conseguirlo es fundamental mantener en buen estado el filtro de aire, sobre todo después del verano, ya que las escasas lluvias propician que el aire esté más cargado de polución y otros elementos que brotan en suspensión.

Todo ello acaba en nuestro filtro de aire, de modo que si queremos que el rendimiento y los consumos de nuestro vehículo no se vean alterados para peor, es aconsejable limpiar el filtro de aire. Lo mejor es que resulta ser una operación sencilla que podemos realizar nosotros mismos en pocos minutos y con un coste cero.

Seguramente habrás escuchado o dicho eso de “hoy estoy con las pilas cargadas a tope,” o eso de “tengo que cargar las pilas”. La batería es las pila de nuestro coche, y un elemento vital para que arranque.

Como cualquier otro elemento del vehículo, las baterías están sujetas a una supervisión periódica, aunque en este caso no tiene un plazo de vida útil determinado, aunque si que es necesario sustituirla cuando presente ciertos defectos.

La comprobación de la batería no es una tarea complicada, al igual que su sustitución, aunque si no te ves capaz de hacerlo por ti mismo, no es algo que te vaya a suponer mucho desembolso económico en un taller. Lo que si podemos hacer es prestar atención a ciertos hábitos para alargar lo máximo posible la vida de nuestra batería. Sencillos gestos como evitar tener dispositivos conectados con el motor parado, arrancar pisando el embrague, no realizar trayectos muy cortos y vigilar que no aparezcan costras en los bornes prolongarán la duración de nuestra batería.

Finalmente, aunque cada vez se emplean menos, aún existen baterías con mantenimiento (se indica en la propia batería) que necesitan rellenar el agua que contienen en el interior debido a que ésta se evapora. Para ello, una vez al año, deberás quitar los seis tapones que hay entre los bornes, y si el nivel de agua está bajo rellenarla al máximo. Utiliza sólo agua destilada, pues el agua del grifo contiene sales minerales que reducirían la vida de la batería.

En la vida hay que tomarlo todo con filosofía y no hacerlo todo a la ligera, y a la hora de conducir igual.Conduciendo bruscamente repercutiremos de forma muy negativa sobre los frenos de nuestro vehículo, acarreando que tengamos que cambiarlos antes de lo previsto.

Aunque la mayoría de coches cuenta con testigos de desgaste de frenos, existen síntomas como chirrido insoportable a la hora de frenar o tener que pisar el pedal demasiado fuerte, que nos indican que nuestros frenos están en las últimas. Además, si notas que el pedal tiene un tacto esponjoso o que se va al fondo al pisarlo es posible que haya burbujas en el sistema hidráulico, por lo que es aconsejable llevar el coche al taller.

Así que para evitar que esto te ocurra más veces de lo deseado, trata de conducir de forma más suave y anticipándote a las posibles frenadas, dejando que el freno motor haga su trabajo.

Seamos sinceros, hoy en día ya no hay escusas para no ser una persona limpia y embriagar con dulce olor proveniente de las axilas a quien está a tu lado. ¿Por qué ser entonces unos dejados con la limpieza de nuestro coche? Si no cuidamos la limpieza de nuestro coche, elementos como el polvo, el barro o los excrementos de pájaros acaban por corromper la pintura, y con el paso de los años nuestro coche parecerá mucho más viejo de lo que realmente es.

Pero además de la limpieza exterior e interior de nuestro vehículo, no debemos olvidarnos tampoco de un elemento que casi nadie tiene en cuenta: el motor. Teniendo un motor limpio es más fácil localizar fugas, además de que el motor tiene mejor enfriamiento, y es mas sencillo hacerle los mantenimientos.

Como habrás podido comprobar, al igual que el llevar una vida sana es beneficioso para nuestra salud,mantener controlados los aspectos más vitales de nuestro vehículo ayudarán a prevenir muchos disgustos en el futuro.

Pero eso no quita que no debamos acudir a nuestro médico cuando notemos síntomas de tener algún mal. Así que un factor clave es realizar las revisiones pertinentes en los periodos o kilometraje indicado por el fabricante. Y recuerda que al igual que tu cuerpo te habla cuando siente algún mal, tu coche también lo hace, por lo que no debes dudar en visitar un taller si algunos de sus indicadores te avisa de una avería o notas algo extraño a la hora de conducirlo.

Fuente: http://frenomotor.com/


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

*