Escarabajos peloteros: insectos dialogando con el firmamento

Tallados en piedra verde y depositados sobre el pecho de los difuntos, los escarabajos peloteros sustituían el corazón de los antiguos egipcios durante la momificación. En su base llevaban inscripciones destinadas a evitar que el corazón no atestiguase contra el fallecido durante el juicio de los muertos. Ayudaban a superar la prueba de la balanza, en la que Anubis, el dios con cabeza de chacal, pesaba los corazones y determinaba si la persona era digna o no de entrar en el reino de los muertos.

El insecto no solo era un amuleto para la otra vida, sino que reencarnaba la transformación, la renovación y la resurrección. Era el símbolo del Sol de la mañana.

El escarabajo pelotero reflejaba el viaje del sol a través del cielo, tal y como dejó escrito Plutarco: “Su esperma es una pelotilla redonda de material que ruedan empujándola por el lado opuesto, igual que el sol parece regresar a los cielos en la dirección opuesta a su propio curso, que es de oeste a este”. Hoy sabemos que no son los escarabajos los que impulsan el movimiento del sol, sino que es él quien dirige el movimiento de estos insectos tan peculiares, igual que lo hacen las estrellas distantes de la Vía Láctea y la Luna.

De escarabajos peloteros hay de muchos tipos, de hecho, de las 8.000 especies conocidas de escarabajos coprófagos, los que se alimentan de estiércol, unas 600 hacen rodar bola como las que tanto fascinaron a los antiguos egipcios. Moldear una esfera con el excremento es una buena estrategia para salir corriendo de la boñiga. El estiércol de dromedarios, asnos, vacas y de cualquier otro gran mamífero, se llena enseguida de cientos o miles de escarabajos saprófagos que se alimentan de los “desechos” y los hacen desaparecer. Para evitar que sus rivales les roben su carga y quedarse sin alimento, se ha seleccionado a lo largo de la evolución una estrategia de huida del estiércol rápida y eficiente: una línea perfectamente recta en cualquier dirección.

Dicho así, no suena muy sorprendente, pero cierra los ojos e intenta caminar en línea recta. Te sorprenderás de lo difícil que es. De hecho, se ha demostrado experimentalmente, tanto en un bosque alemán como en el desierto del Sahara, que con los ojos vendados y sin un punto de referencia, las personas enseguida caminamos en círculos, donde las pequeñas irregularidades del terreno dirigen nuestros pasos. Los escarabajos peloteros sí pueden describir una línea recta todo y no ver a dónde van, pues avanzan de espaldas, empujando las bolas con las patas traseras y con la cabeza mirando al suelo.

Lo hacen siguiendo la posición del sol, tanto es así, que, si se refleja el sol en un espejo, y se oculta el real, se logra alterar la dirección del escarabajo en busca del reflejo. Cuando el sol está en su cenit y no aporta información sobre dónde está el este o el oeste, se ha observado que pueden guiarse por el viento detectado a través de sus antenas. En desiertos como el del Kalahari, el viento sopla con más fuerza, impulsado por el calor del suelo, cuando el sol está en su punto más alto.

El movimiento constante del viento les permite mantener un rumbo recto durante unos minutos antes de enterrarse con su preciado tesoro bajo el suelo. Si falla una señal hacen uso de otra.

Las especies nocturnas se dejan llevar por la luz de la luna polarizada por la atmósfera terrestre. Otros insectos como abejas y hormigas pueden orientarse por la luz polarizada del Sol, pero, hasta la fecha, los escarabajos peloteros son los únicos capaces de hacerlo con la luz polarizada de la luna, millones de veces más tenue que la del sol. Algunas especies incluso pueden navegar siguiendo la banda de luz que dibuja la Vía Láctea en el cielo nocturno. No se sabe de ningún otro animal que utilice esta señal para orientarse. A diferencia de las aves migratorias nocturnas, y los marineros del pasado, que utilizan constelaciones específicas para orientarse, los escarabajos se guían por el gradiente de brillo del cielo nocturno causado por la Vía Láctea. Un sistema menos sofisticado que el de aves y humanos, pero suficientemente eficiente para interpretar la información compleja presente en un cielo estrellado.

Sorprendentemente, solo saben guiarse por los cielos, cuando a unos investigadores se les ocurrió vestirlos con unas minúsculas viseras para que no vieran el cielo, anduvieron en círculos como las personas de los experimentos realizados en los bosques alemanes. Tampoco hacen uso de puntos de referencia terrestres, algo que también los hace únicos en el mundo animal: usan señales visuales para orientarse, pero ignoran los puntos de referencia, sin embargo, antes de iniciar su viaje, los escarabajos se suben a la pelota de estiércol y, durante unos segundos, desarrollan una danza, girando sobre la misma, durante la cual “fotografían” el firmamento, las características del cielo antes de iniciar su travesía, ¿serán esas sus referencias mientras se mueven? Son criaturas pequeñas, con cerebros del tamaño de una semilla de amapola, pero capaces de utilizar el sol, el viento y las estrellas para guiarse. ¿Cómo resuelven tareas de navegación tan complejas con unos sistemas nerviosos tan aparentemente simples? Estudiarlos no nos guiará hacia el mundo de los muertos, pero quizás sí hacia una posible optimización de los algoritmos de orientación y búsqueda.

Fuente: https://elpais.com/


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