Enfermos mentales viven una triste realidad en el país
Santo Domingo.- Por la avenida San Martín, detiene su paso al caminar, saca un cigarrillo de su bolsillo derecho y lo lleva a su boca. De la nada aparece un encendedor que le permite tomar varias bocanadas de humo. Es conocido en los alrededores de la mencionada avenida por rascar su cuerpo con una navaja. Este hecho le ha provocado múltiples laceraciones en su cuerpo. Su apariencia está desfigurada por cortes de tela de distintos colores.Es conocido como “Roberto” en todo Sabana Perdida. De acuerdo a los residentes de la zona, la falta de alimentación y el “exceso de estudio” le han llevado a caminar por cada uno de los rincones de esta población ubicada en el municipio Santo Domingo Norte. Al caminar, le habla y gesticula a un amigo que solo él puede ver, pero “sus conversaciones” terminan, en la mayoría de las ocasiones, en alteraciones de su comportamiento.
Su madre vive en los Estados Unidos, y solamente cuando ella viene al país, de acuerdo a vecinos consultados, “Roberto” asiste a tratamiento médico. Su hermana, con quien vivía, lo abandonó, dicen los vecinos, “porque tenía una vida que vivir”.
El destino le ha llevado a caminar por la avenida V Centenario, una vía de paso rápido en la capital. Con su mano derecha sujeta un envase plástico de una bebida hidratante, llevándolo en varias ocasiones a su nariz, mientras con su mano libre se expresa de forma acelerada, sin siquiera percatarse de la rapidez con la que los vehículos pasan junto a él. Muchas historias como la de “Roberto” encuentran a sus protagonistas en las calles del Gran Santo Domingo, y son el producto de las enfermedades mentales y el abandono familiar.
Faltan recursos
El siquiatra José Miguel Gómez, presidente de la Sociedad Dominicana de Siquiatría, abogó por un aumento de los recursos económicos entregados por el Estado dominicano a la Dirección Nacional de Salud Mental, que depende del Ministerio de Salud Pública, y al hospital siquiátrico Padre Billini, conocido popularmente como el “28”, por entender que son instituciones que necesitan de un mayor apoyo económico.
El siquiatra precisó que no todo el que deambula por las calles es un enfermo mental, como es la creencia de muchas personas, haciendo referencia a que una buena parte de quienes caminan y viven en las calles del país son mendigos que han recurrido a esta práctica para poder subsistir. Al ser cuestionado sobre la cantidad de dinero promedio que se necesita para cubrir el tratamiento de un paciente mental, el doctor Gómez explicó a LISTÍN DIARIO que, incluyendo la alimentación y el tratamiento médico, el costo es de unos 15,000 pesos al mes.
Pero en la opinión de la siquiatra Marianelis Pérez, del Centro Médico Real, la culpa básica de que existan tantos enfermos mentales en las calles del país recae en las familias, por entender que se necesita de una mayor atención a los pacientes.
“La familia va la primera vez muy preocupada por resolver el problema, cuando vuelve la segunda o la tercera vez con ellos (los pacientes) ya están medio acostumbrados al malestar y finalmente se desentienden de los pacientes”, precisó.
De acuerdo a Pérez, es importante que las familias de los enfermos mentales se preocupen por ellos, asumiendo y apoyando a sus parientes en el tratamiento de la enfermedad, considerándolo como un punto fundamental para la readecuación de los enfermos mentales.
“Aparte de lo que pueda hacer el siquiatra, es importante ver qué quiere la familia, que la familia se preocupe por ellos, que les den seguimiento”, aseguró la siquiatra.
Para los enajenados mentales, según las declaraciones de Marianelis Pérez, no existe una cura, pero sí se puede controlar la enfermedad al suministrarles periódicamente los medicamentos a los pacientes.
“No tenemos la panacea, no tenemos la cura, pero sí el control”, afirmó Pérez.
Salud mental
La República Dominicana tiene 165 camas para enfermos mentales de acuerdo a un informe del departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública. La región Cero de Salud cuenta con 12 centros de Salud Mental hasta la fecha. La región I cuenta con un centro, mientras que igual número tiene la región IV del ministerio.
La mayor cantidad de camas destinadas a asistir a los enfermos mentales se encuentran en el Hospital Siquiátrico Padre Billini, que cuenta con 130 de las 165 que posee el país. Le sigue el Hospital San Vicente de Paúl, en San Francisco de Macorís, con 12, mientras que los Hospitales Juan Pablo Pina y Francisco Moscoso Puello tienen 10 y 8, respectivamente. La lista la completa el Hospital Luis E. Bogaert con cinco.
En la actualidad el Ministerio de Salud Pública cuenta con un programa denominado “Centros de Día”, que inició tras la fundación el 26 de octubre de 2005 del primero de estos establecimientos en el sector Gualey.
Este centro cuenta con un siquiatra, una enfermera, un sicólogo y un trabajador social. En planes se encuentra abrir nuevos centros en La Vega, San Pedro de Macorís, San Cristóbal, Barahona y San Francisco de Macorís.
El centro de Gualey tiene en estos momentos 20 usuarios que asisten al proceso de rehabilitación, de los cuales 11 sufren trastornos bipolares y 9 de esquizofrenia.
Durante el año 2009, según reseña el informe, se realizaron 302 intervenciones siquiátricas. Las autoridades de salud mental intervinieron en 2010, según a las estadísticas de Salud Pública, a unas 301 personas, las que fueron ingresadas en el Hospital Padre Billini, referidas al centro de Día y al hospital de Día. La Organización Panamericana de la Salud precisó en el año 2008 que en el país se dedica a la salud mental menos del 1% de fondos en atenciones de salud.
Necesidad de mayor atención del estado
En Los Alcarrizos es conocido como “El Conejo”. Está tirado en el suelo de un callejón, ubicado a la entrada del municipio Santo Domingo Oeste, un lugar donde suele descansar. Es identificado por su barba blanca, abundante, y suele pasearse por las calles del municipio utilizando una gorra verde, gastada y sucia.
Estas personas se alimentan de la caridad de familias que se conduelen de su situación, y en el peor de los casos, lo hacen de los desperdicios dejados en los basureros de las calles de Santo Domingo.
Cada uno de los enajenados mentales, vistos para la realización de este trabajo, tuvieron en un común una mirada perdida y sin siquiera quejarse, y en ocasiones parecían cómplices del trabajo del fotorreportero.
De acuerdo a Darío Montaño, un transeúnte del cementerio Máximo Gómez y encargado de cultura del Frente Nacional de Defensa del Consumidor (Frenadeco), los enfermos mentales deberían recibir una mayor atención de parte de las autoridades, al entender que son personas desposeídas en cuanto a recursos económicos, y que no cuentan con el apoyo de sus familias.
“Estas personas deben ser recogidas (de las calles) porque constituyen un peligro público, especialmente en lo que se refiere al tránsito en la ciudad”, dijo Montaño.