En Filipinas entrenan a los marinos mercantes sobre cómo protegerse de ataques de piratas

Manila.- Los alumnos filipinos de marina mercante que entran en el aula con aire somnoliento y caras de aburrimiento empiezan a espabilarse a medida que el profesor expone las tácticas de los piratas modernos que usan rifles automáticos y lanzagranadas.

‘Lo más importante es evitar los ataques, no navegar, por ejemplo, cerca de las costas de Somalia si se tiene que pasar por el Golfo de Adén’, dice Luis Ladines, exmilitar e instructor de formación contra la piratería en la naviera NYK-FIL.

Un total de 769 marineros filipinas han sido víctimas de ataques de piratas en el mar desde 2006.

‘Si vemos claramente una embarcación que nos persigue, hay que avisar rápidamente por radio, lanzar cohetes de socorro, usar cañones de agua y acelerar al máximo, a poder ser contra el viento. Pero lo más importante es la disciplina, seguir las órdenes del capitán’, recalca el experto.

Ladines dice que nunca olvidará el conato de ataque que sufrió el buque mercante en el que viajaba en el Golfo de Adén, cerca de Somalia, hace más de dos décadas.

‘Nos perseguía un pequeño barco -relata- y logramos disuadirlo usando cañones de agua. Ahora es más complicado porque usan lanchas motoras muy rápidas y utilizan de base navíos más grandes que mantienen secuestrados’.

Su experiencia la ayuda a captar la atención de la decena de marineros o aprendices que asisten al curso de ocho horas de duración de esta semana.

‘Normalmente, a los piratas les lleva 15 minutos abordar un barco desde que lo avistan. Suelen usar dos o más lanchas que navegan a al menos 25 nudos y sus presas favoritas son buques lentos como los cisterna o los cargueros’, explica Ladines.

El profesor les enseña a los alumnos que, si los piratas logran el abordaje, hay que abandonar la resistencia y seguir sus órdenes para evitar víctimas innecesarias.

‘Normalmente las agresiones físicas se producen cuando los tripulantes se niegan a seguir las órdenes de los secuestradores’, subraya el profesional.

La mayor parte de los presentes en esta clase son filipinos veinteañeros que todavía no han embarcado en ninguna nave y que, como decenas de miles de sus compatriota, buscan en la mar un salario mejor al que ganarían en tierra.

No es el caso de Allan Alera, de 38 años, quien ha navegado como oficial en ocho cargueros desde que debutó en el trabajo hace nueve años.

‘Pasé por el Golfo de Adén hace ocho años. En aquella época, los ataques no eran tan frecuentes como ahora y no hubo problemas, no era consciente del peligro. Si me piden que pase por allí de nuevo, estaré muy asustado. Espero evitarlo’, señala el filipino.

El profesor, además de los consejos de prevención y defensa, también menciona la posibilidad de contratar seguridad privada para navegar por las aguas más peligrosas, especialmente cerca de Somalia.

‘El precio por escolta es de unos 16.000 dólares por persona. Es caro y muchas empresas prefieren no pagarlo porque no les sale rentable. Pero puede evitar pérdidas mayores, algunas compañías han llegado a pagar rescates de tres millones de dólares ‘, revela el instructor.

Los estudiantes toman nota de que el lugar más peligroso en la actualidad es el Golfo de Adén, donde están secuestrados una treintena de buques, después escriben las costas de Tanzania, Ghana y Nigeria, el estrecho de Malaca, entre Malasia y la isla indonesia de Sumatra, y algunos puntos de la costa de Brasil.

Según los datos de la naviera NYK-FIL, los piratas mantienen secuestrados a 55 barcos en todo el mundo.

Más de 400.000 filipinos trabajan como tripulantes de compañías navieras, un sector que emplea a algo más de 1,2 millones de personas en todo el mundo.

Fuente: EFE.


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