En el sur argentino buscan desesperadamente salvar temporada turística frente a daños de volcán

Bariloche, Argentina — Más de 2,000 pobladores de Bariloche (sur argentino) se lanzaron el lunes a las calles para barrer la capa de ceniza que arroja el volcán chileno Puyehue, en un intento desesperado por salvar la temporada invernal que atrae cada año a 250,000 turistas de todo el mundo.

Bajo la consigna ‘Bariloche es mi casa’, personas de todas las edades se convocaron temprano por Facebook para limpiar la ciudad y partieron con palas, escobas y carretillas desde el Centro Cívico, la emblemática plaza mayor a orillas del lago Nahuel Huapi, con vista a la Cordillera de los Andes.

‘Nos dividimos en cuadrillas de 20 personas que tienen asignadas cuadrículas de la ciudad para la limpieza de calles, aceras y espacios públicos’, explicó a la AFP Juan Hernández, de 42 años, antes de dar señales a un grupo de bulliciosos adolescentes para que lo siguiera.

San Carlos de Bariloche, ubicada a 1.600 km al sudoeste de Buenos Aires y con 130.000 habitantes, sufrió una caída copiosa de ceniza tras la erupción del volcán el 4 de junio, que luego menguó hasta casi hacerse imperceptible en los últimos días, lo que genera esperanzas en la temporada invernal, que el año pasado dejó ingresos por 230 millones de dólares.

‘El problema es que la actividad turística de Bariloche se focaliza en los arribos aéreos’, dijo a la AFP Mariana Giachino, gerente del ente oficial de promoción turística, en referencia al cierre del aeropuerto local hasta el 31 de junio y la suspensión de vuelos hacia la Patagonia (sur).

La pluma de cenizas del Puyehue partió en dos el territorio patagónico y dejó aislada por vía aérea la zona sur. Ushuaia, la ciudad argentina más austral, también sufre el impacto sobre el turismo, aunque el grueso de los viajeros arriba en cruceros, luego de visitar la Antártida.

En Bariloche, son tradicionales los paseos lacustres en lanchas, que ahora deben evitar los manchones cenicientos que flotan en las aguas, o el escalamiento de los cerros, donde las aerosillas aún funcionan.

La mayor atracción son las pistas de esquí, pero la nieve se observa hoy en los picos y laderas de las montañas porque lo habitual es que comience a caer a finales de junio o principios de julio.
‘La ciudad está aceptable para el turismo. No hay cortes de servicios básicos, no cae ceniza. La actividad del volcán está menguando y en Chile ya autorizan el regreso de los evacuados’, afirmó Giachino.

De los 250.000 turistas que arriban a Bariloche entre julio y setiembre, unos 100.000 son estudiantes en su mayoría argentinos que hacen su viaje de egresados, pero también de Chile, Paraguay, Brasil y Uruguay.

‘Estos grupos van a llegar porque siempre lo hacen por tierra desde Buenos Aires (22 horas de viaje)’, dijo Giachino.

Otro gran caudal turístico invernal viene de Brasil. ‘Unos 60.000 brasileños deberían llegar a partir de los primeros días de julio por avión. Hasta ahora los operadores en Brasil nos dicen que están a la expectativa, pero sabemos que están empezando a ofrecer destinos alternativos’, agregó.

El lugar más afectado por la ceniza en la zona es Villa La Angostura, una exclusiva aldea de montaña en las márgenes de un lago, que vive del turismo de alto poder adquisitivo extranjero y que admite desesperanzada el fracaso de la temporada y la pérdida de fuentes de trabajo.

‘Somos seis familias que vivimos del trabajo en esta cafetería y estamos trabajando medio día cada uno para que nadie se quede sin trabajo’, dijo María de los Angeles Rola a la AFP, visiblemente preocupada, en uno de los comercios de la calle principal de La Angostura.

‘Creemos que la temporada en julio está en un 80% a 90% perdida’, se sinceró ante la AFP, bajo anonimato, el gerente de uno de los pocos hoteles que abrieron sus puertas.
Los hoteleros han decidido anticipar francos y vacaciones para no suspender o despedir personal en una ciudad que recibe unos 800.000 turistas cada año, según la Asociación de Hoteles de Bariloche.


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