En defensa de la Marina de Guerra
Parece que nuestra Marina de Guerra no tiene quien le escriba. Y quiero defenderla, por mi firme convicción de que es una institución cuya imagen debe ser preservada.
Es cierto que infames miembros han mancillado su honra. Como es igual de cierto que la inmensa mayoría de sus miembros son hombres y mujeres de bien.
Con los abominables hechos de la “Matanza de Paya”, conocidos ampliamente por toda la sociedad dominicana, parece que algunas personas se han ensañado contra esa gloriosa rama militar. Resulta penoso escuchar y leer como se intenta destruir su bien ganado prestigio.
Aunque es obvio que tal situación motiva a los medios de comunicación y a toda la población a exigir respuestas claras ante las inquietantes interrogantes que se generan. Las instituciones militares son un reflejo de la sociedad, y en ese sentido hay que reconocer que ciertamente hay muchas cosas que perfeccionar en los institutos armados, al igual que en el resto de nuestro país.
La clase política nacional debe entender que se hace necesario mejorar de manera urgente las condiciones de vida de los soldados y policías dominicanos. Ha sido la Marina de Guerra una institución paradigmática, desde el mismo nacimiento de la República Dominicana.
Nos atrevemos a afirmar que ese proceso de profesionalización que se desarrolla dentro de las Fuerzas Armadas Dominicanas, tuvo sus raíces en la Marina. Los Oficiales de la Marina, tradicionalmente han sido reconocidos como de los más preparados de nuestras instituciones militares. El rigor académico de su centro de formación de Oficiales, la Academia Naval Dominicana Vicealmirante César de Windt Lavandier, M. de G., es largamente reconocido.
Será necesario que los altos mandos militares ejecuten las acciones necesarias para impedir la repetición de hechos similares a los de Paya. Ellos saben cómo hacerlo, aunque es bueno recordar que se predica con el ejemplo.
Oficiales, Clases y Alistados de la Marina de Guerra: Anden con la frente en alto, erguidos, y orgullosos de pertenecer a una institución que verdaderamente es ¡Una Profesión Honorable!.