El nuevo caza chino capaz de cambiar de forma
En las últimas dos décadas, China ha pasado de depender casi en exclusiva de material militar ruso a liderar algunos de los desarrollos tecnológicos más prometedores del mundo. Principalmente en el terreno de la industria aeroespacial, en la que Pekín ha conseguido ejecutar incluso misiones de ida y vuelta a la cara oculta de la Luna. Pero también en un ámbito más terrenal con la creación de cazas y drones avanzados.
La combinación de estas dos últimas categorías de aeronaves en una misma plataforma voladora es uno de los programas armamentísticos más recientes en los que están trabajando los ingenieros chinos, según recoge South China Morning Post. Las pruebas del sistema se están llevando a cabo en un aeropuerto en el extremos sur del desierto de Mu Us, en el noroeste de China.
Allí, en una de las regiones más aisladas de todo el planeta, “los ingenieros y científicos realizan vuelos de prueba en un avión de reacción que el mundo nunca ha visto”, señalan en el medio. Se trata de un caza experimental cuyas alas están compuestas, en parte, por drones que el piloto podrá desplegar cuando necesite.
El avión de combate protagonista está propulsado con un motor turborreactor de doble entrada de aire y tiene un diseño de ala integrada en el fuselaje. Este formato es uno de los clásicos de los aviones espía que requieren volar a gran velocidad generando una pequeña huella en el radar.
Lo que sucede durante el vuelo, explican, “es nada menos que extraordinario: un segmento de cada una de las alas se desprende del caza, metamorfoseándose de dos drones”. Este par de nuevas aeronaves no tripuladas se despliegan del borde de salida de cada ala y emplean un sistema de propulsión eléctrica para emprender el viaje en solitario.
Justo después de la separación de los drones, el caza experimenta turbulencias debido al cambio en la aerodinámica que sufre toda la plataforma. Al cambiar la geometría de las alas y el centro de gravedad de toda la aeronave, el caza pasa a una fase de inestabilidad. Más allá del cambio físico, esto también ocurre porque el ordenador de vuelo está configurado para hacer su función bajo unas circunstancias físicas y aerodinámicas muy concretas.
“Sin embargo, la aeronave tripulada y los drones reanudan rápidamente el vuelo estable”, apuntan. El mencionado ordenador de vuelo reajusta las condiciones y proporciona de nuevo la estabilidad propia de un caza. “Lo que demuestra la eficacia del diseño aerodinámico y los algoritmos de control automático”.
El exitoso vuelo de prueba que han conseguido completar en el aeródromo “demuestra un nuevo concepto de avión de combate de próxima generación para la Fuerza Aérea de China”, según explica Du Xin, ingeniero superior del Instituto de Tecnología Aeroespacial del Centro de Investigación y Desarrollo de Aerodinámica de China (CARDC, por sus siglas en inglés).
“Representa un modo avanzado de combate colaborativo entre tecnologías tripuladas y no tripuladas”, asegura. Una “donde múltiples aeronaves con diferentes funciones se integran para un vuelo coordinado”.
Tal y como indica, “esto puede abordar de manera efectiva problemas como el desajuste de velocidad y la incompatibilidad de alcance entre aeronaves tripuladas y no tripuladas, logrando ventajas complementarias”. En la actualidad, existe una importante diferencia de capacidades entre los cazas convencionales y los drones. Estos últimos cuentan, en general, con autonomías de actuación y velocidad máxima notablemente menores.
Con la integración en las alas del caza, los drones pueden llegar más lejos al no depender de su autonomía y, además, alcanzar mayor velocidad de salida. Con esto se solucionan dos de los principales desventajas a los que se enfrentan este tipo de aeronaves de pequeño tamaño.
“El avión principal se conecta a los bordes de ataque [la parte delantera] de dos aviones secundarios a través de un sistema de separación retráctil en el borde de salida del ala [del avión] principal”, escribieron los científicos liderados por Du Xin. El diseño permite que el avión se vuelva más estable durante el vuelo, pero “el centro de gravedad puede sufrir cambios antes y después del desprendimiento, lo que plantea un profundo desafío a la formulación del control”.
Los científicos han desarrollado en paralelo un nuevo algoritmo capaz de analizar de forma precisa varios parámetros producidos por los cambios en la forma del ala que ocurren a lo largo de todo el proceso de despliegue. “Durante la separación, la aeronave combinada puede superar importantes perturbaciones del flujo de aire, logrando una separación segura y suave del avión anfitrión, siendo todo el proceso controlable”.
Próxima generación
El camino hacia estos nuevos formatos de aeronaves no es realmente nuevo en China. Yang Wei, diseñador jefe del caza J-20, ha comentado en varias ocasiones en los últimos años que “China está desarrollando una nueva generación de cazas furtivos que se centrarán en luchar junto a los drones”.
De hecho, este mismo J-20 está inmerso en un programa para incorporar una carlinga con dos asientos en su fuselaje. La finalidad de esto es que un piloto se centre en manejar el avión mientras que el segundo tripulante esté a cargo en exclusiva de los drones.
Por el momento se desconoce si este mismo J-20 llegará a incorporar los drones-ala en su vida operativa, pero sí parece que será la plataforma donde se probará la interacción caza-dron de las próximas generaciones de aeronaves de guerra en el país asiático. En una ocasión, Yang Wei afirmó que una característica distintiva del caza de la siguiente generación era su “inesperada capacidad de cambiar de forma”.
“Los aviones del futuro pueden ser como los transformers de las películas de ciencia ficción”, apuntó el diseñador jefe a la cadena estatal CCTV en 2020. En 2022, también apuntó que “en un futuro cercano, veremos el J-30 y J.40”, aeronaves sucesoras directas del J-20 y que podrían incorporar esta nueva capacidad.
El J-30 es un caza de quinta generación que se encuentra en la actualidad en pleno desarrollo. Realizó su vuelo inaugural en 2012 y, desde entonces, se encuentra en estado de prototipo con múltiples iteraciones y líneas de diseño. Se trata de un diseño creado por Shenyang Aircraft Corporation (SAC) que todavía no tiene fecha de entrada en servicio.
Las noticias más recientes apuntan al desarrollo de una versión naval para operar en portaviones y el anuncio de intención de compra por parte Pakistán a principios de 2024. El prototipo cuenta con espacio para únicamente un tripulante, aunque si finalmente consideran incorporar los drones la carlinga se podría ampliar para dar cabida a un segundo piloto.
Fuente: https://www.elespanol.com/