¿El General del Pueblo?

Cuando un militar o policía concluye su carrera, en el caso de los oficiales académicos generalmente en muy buen estado de salud y con una relativa juventud, es su compromiso moral continuar brindando los múltiples conocimientos y experiencias adquiridas en beneficio de la sociedad a la cual se deben.

La restitución plena de sus derechos civiles y políticos consagrados en la Constitución es inmediata; con la única restricción no haber estado en el servicio militar o policial activo por lo menos durante los tres años previos a las elecciones presidenciales, a fines de aspirar a la Presidencia de la República.

Y si la decisión de ese ciudadano es dedicarse a la lucha por causas cónsonas con los mejores intereses del pueblo, amén de los innegables riesgos y sacrificios que ello conlleva, innegablemente que esta actitud debe ser catalogada como loable; cuando muchos optan por dedicarse a un tranquilo y merecido retiro familiar.

Hasta aquí, todo muy bien. Pero lo que nos parece extemporáneo y fuera de contexto, es el hecho de que dos Oficiales Generales en situación de retiro, uno de las Fuerzas Armadas y el otro de la Policía Nacional, permitan que algunos de sus abúlicos y fanáticos seguidores los estén promoviendo a cada uno de ellos como “El General del Pueblo”.

Asimismo, esperamos que ambos interpreten nuestra inquietud en su justa dimensión; sobre todo tratándose de personas con tan magnificas calificaciones profesionales. Más que eso, los exhortamos a parar esas baladíes campañas, que en vez de sumarles, entendemos les restan.

Además, deberían mostrar un respeto hacia las instituciones a las cuales sirvieron, y a donde les está vedado volver por mandato constitucional y legal. De modo que, aunque los privilegios de los altos rangos que detentan son de por vida, su proyección pública en busca de sus objetivos actuales y futuros debe ser al margen de la jerarquía militar.

O que por lo menos sean humildes y se pongan de acuerdo sobre cuál de los dos se considera con más méritos para intentar detentar tan alto galardón, pues aún es cierto que nuestro pequeño país se caracteriza por tener múltiples e inoperantes organismos para un mismo fin, y como se dice popularmente muchos más Caciques que Indios, somos de opinión que no hay espacio para dos gallos en ese mismo gallinero.

Sí un día el momento histórico lo determina, y la nación dominicana decide tener un Militar o Policía del Pueblo, sea este raso, sargento, capitán, coronel, general, o cualquier otro rango militar o policial; entonces lo honrará con dicho título, pero por aclamación libérrima y soberana, nunca por la imposición o mucho menos la manipulación mediática.

Pero por ahora, con todo el respeto les decimos a esos distinguidos Oficiales Generales en retiro, que todavía el traje les queda muy grande.

‘Las circunstancias no hacen al hombre, simplemente revelan su interior’. Epicteto (filosofo griego).


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