Departamento Aeroportuario necesita reingeniería

Los cambios producidos en la administración de los aeropuertos a partir del año 2000, llevan a muchos entendidos del quehacer aeronáutico dominicano a pensar erróneamente acerca de las razones de existir del Departamento Aeroportuario.

Resulta que República Dominicana pasó en muy poco tiempo, de aeropuertos propiedad y administrados por el Estado Dominicano, a la concesión al sector privado, con el contrato firmado con la empresa Aeropuertos Dominicanos Siglo XXI (AERODOM); o a permitir inversiones privadas en la construcción de nuevos aeropuertos, como fueron los casos de los aeropuertos internacionales de Santiago y La Romana.

Con el caso del Aeropuerto Internacional de Punta Cana, pionero en las inversiones privadas en el sector aeroportuario, se evidenciaba la mentalidad existente hasta esa fecha. No obstante ser un aeropuerto de propiedad y administración privada, se designaba un administrador por parte del Gobierno; con lo cual, hasta esa fecha, existían dos administraciones para el mismo aeropuerto.

En la misma medida que se daba este proceso, asimismo el Departamento Aeroportuario fue perdiendo vigencia e importancia en el sector aeronáutico nacional. Y el mejor ejemplo de lo ocurrido, fue la desarticulación de su llamado Departamento Técnico, el cual llegó a tener más preponderancia en la fiscalización y supervisión técnica de los aeropuertos que los departamentos de la entonces Dirección General de Aeronáutica Civil; hasta que terminó en un sucio cuartito del desaparecido Aeropuerto Internacional de Herrera.

Anteriormente, con la creación en enero del 1997 del Cuerpo Especializado de Seguridad Aeroportuaria (CESA), se había perdido el control administrativo que se ejercía en la seguridad de los aeropuertos.

Justo es reconocer que la actual administración del Lic. Andrés Van der Horst Requena al frente del Departamento Aeroportuario, se las ha ingeniado para no permitir que esa institución desaparezca y mantener aceptables niveles de presencia pública. Y esto se ha logrado, bien sea mediante reparación de aeródromos, celebración de “fly- ins”, construcción de helipuertos, o una notable presencia en los medios de comunicación opinando sobre cualquier tema de actualidad del sector aeronáutico.
Pero hace falta más que eso, y lo primero es un nuevo marco legal. Nos consta que existe una iniciativa en ese sentido, y en la cual tuvimos el honor de hacer algunos modestos aportes, que resultaría bastante adecuada para estos nuevos tiempos, y con la cual se derogaría la obsoleta Ley No. 8 actualmente vigente. Así que no se debe perder mucho tiempo y encaminar los pasos necesarios para su aprobación.

Aunque adelantamos que ese proyecto de ley tendrá fuerte oposición. Pero no me refiero a oposición política, sino de sectores gubernamentales que entienden que lo que podría hacer el Departamento Aeroportuario, lo puede hacer el Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC).

Sin embargo, que esos sectores tengan presente que a pesar de los ingentes y conocidos esfuerzos realizados por el Departamento de Aeródromos del IDAC, bajo la tutela de una proba y capacitada funcionaria, no se ha logrado y se acusa un gran atraso en el cumplimiento de normas del Anexo 14 al Convenio sobre Aviación Civil Internacional, como son la certificación de aeródromos y la implementación de sistemas de gestión de la seguridad operacional (SMS).

A propósito de ese Departamento de Aeródromos, sostenemos la opinión que el mismo debe ser elevado a la categoría de Dirección, e independiente de la Dirección de Navegación Aérea del IDAC. Y el nuevo rol del Departamento Aeroportuario, para nada crearía conflictos con los deberes y responsabilidades del IDAC. Por el contrario, serían un complemento para lograr un mejor sistema aeroportuario en la República Dominicana.

Esto último sería posible si sus autoridades se comprometen a la ejecución de una profunda reingeniería. Como parte de ella, un elemento imprescindible sería la contratación de profesionales de reconocida capacidad y experiencia; lo cual requeriría una escala salarial y los beneficios que ofertan instituciones como el IDAC a sus funcionarios y empleados.

Otro aspecto importante es el presupuestario. Como parte de esa errónea visión de los que apuestan a su desaparición, a esta institución se le han reducido y congelado los recursos económicos que recibe por concepto de las tasas aeroportuarias. A todas las instituciones se les ha aumentado en los años recientes, menos al Departamento Aeroportuario. Y sin dinero es difícil, por no decir imposible, la ejecución de cualquier proyecto.

Exhortamos a aquellos que creen que bajo esquemas de aeropuertos concesionados y privados no hay cabida para otros organismos estatales que no sean las autoridades de aviación civil, y para dejar un solo ejemplo, a que investiguen cuándo y las razones por las que se crea en Argentina el Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (ORSNA).


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