COVID-19: una pandemia que nos sacudió la vida

El pasado 5 de mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio por concluida a nivel global la pandemia provocada por el COVID-19, pero la presencia del virus Sars-Cov-2 seguirá entre nosotros por mucho tiempo en diferentes renglones de la vida diaria.

A corto plazo, en el mundo se lidiará con los efectos económicos que todavía se arrastran por el complejo proceso de cierre total de la economía planetaria. A mediano tiempo sufriremos por los daños provocados por los retrasos en la educación de millones de estudiantes, además de los efectos secundarios insospechados de la enfermedad.

A largo plazo, la presencia del virus se sostendrá, porque no desaparecerá y se mantendrá “vivo” enfermando personas por décadas, aunque jamás de la manera en que lo hizo, pues será otra forma de gripe en la extensa lista de males que sufrimos los humanos.

La OMS estima que murieron entre 7 y 20 millones de personas, aunque no descarta que hayan sido muchos más por las disparidades en los diagnósticos a nivel global. Mientras, los costos económicos por las medidas durante la pandemia se arrastrarán por décadas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la pandemia costará a la economía global unos US$12.5 trillones de dólares hasta el 2024.

Es impredecible el futuro, para bien o para mal, de los severos cambios sociales que trajeron los pocos más de tres años de duración de la emergencia, como el trabajo remoto, los servicios a domicilio, la educación digital, las citas médicas por videollamadas, las transacciones digitales a todos niveles, el entretenimiento en el hogar, entre muchos otros.

Tampoco han quedado claras las medidas globales para enfrentar a futuro lo que la pandemia dejó en evidencia, como la fragilidad de los servicios sanitarios, la necesidad de mejorar la capacidad de respuesta para generar vacunas, la urgencia de recomponer el rol de la OMS, lo evidente de tener que generar y acordar mecanismos de contingencia a nivel mundial que sean rápidos y contundentes, entre otras.

Inicio en el país

El 1 de marzo de 2020 fue un día histórico, para mal. El turista italiano Claudio Pascualini, de 62 años, fue confirmado como el primer caso positivo al virus Sars-Cov-2 en la República Dominicana, lo que marcó el inicio de la pandemia por COVID-19, la cual, hasta el día de hoy, ha infectado a 661,131 pacientes, de los cuales, se recuperaron 656,711 y 4,384 fallecieron por la enfermedad en un periodo de tres años. A ellos se suman, sobre todo en los inicios, miles de dominicanos que abarrotaron los centros de salud y tuvieron que ser entubados para poder salvarles la vida.

Dieciséis días después, el 17 de marzo, mientras Pascualini recibía atenciones médicas en el Hospital Militar Ramón de Lara, el entonces presidente Danilo Medina anunció las primeras medidas restrictivas, que incluían el cierre de fronteras, la suspensión de actividades educativas y la cancelación de eventos públicos. Poco después, el Congreso decretó Estado de Emergencia y el 20 de marzo, Medina ordenó un toque de queda nocturno luego de que, en menos de un mes, 72 personas se infectaran en el país con el, hasta entonces, poco conocido y letal virus.

El plan nacional

Tras un cambio de gobierno y luego de casi un año de encierro, teletrabajo y pruebas nasales, el 14 de febrero de 2021, el nuevo presidente Luis Abinader y la vicepresidenta Raquel Peña presentaron el Plan Nacional de Vacunación “Vacúnate RD”, una apuesta arriesgada y costosa que probó con el tiempo su eficacia. Los mandatarios explicaron que el Gobierno tuvo que hacer operaciones más allá de los acuerdos establecidos en un primer momento, debido a que las compras no se podían efectuar hasta que las vacunas AstraZeneca y Sinovac fueran aprobadas por los organismos reguladores de los países fabricantes, en este caso, India y China.

Estas compras fueron posibles gracias a alianzas público-privadas con donaciones de ocho millones de dólares por parte de empresarios dominicanos. La vicepresidenta Peña indicó que el programa de inmunización contemplaba aplicar las vacunas a 7.8 millones de personas mayores de 18 años, para lo cual se necesitaban 15.6 millones de vacunas, pero, para garantizar la cobertura, el Gobierno optó por ordenar 21 millones.

El 23 de febrero de 2021, la vicepresidenta Raquel Peña recibió un lote de 768 mil dosis de vacunas Sinovac, procedentes de la República Popular China. El 6 de abril de 2021 llegó la primera carga con 91 mil dosis de vacunas AstraZeneca, recibidas a través del Mecanismo Covax. Inicialmente, el esquema de vacunación contemplaba solamente dos dosis, aplicadas con un intervalo de 30 días entre una y otra. A final de junio, el Gobierno autorizó una dosis de refuerzo, siempre y cuando fuera de una vacuna diferente a la de las dos primeras dosis. Durante ese mismo mes se recibieron 228,150 dosis de Pfizer, abriendo el rango de vacunación, ya que adolescentes de 12 años en adelante y embarazadas podían inocularse con este biológico.

Doce meses después, 1 de junio de 2022, se habilitó una cuarta dosis de refuerzo de manera opcional para mayores de 18 años. El 20 de marzo de 2023, Salud Pública dio inicio a la jornada de vacunación Pfizer en niños de 5 a 11 años de edad, con 300,000 dosis.

El fin de las medidas

El 18 de octubre de 2021 entró en vigor la resolución 000048, mediante la cual, Salud Pública dispuso que para asistir de manera presencial a lugares de trabajo con espacios cerrados y de uso colectivo, los mayores de 12 años debían presentar su tarjeta de vacunación con por lo menos dos dosis de la vacuna contra COVID-19 o, en su defecto, presentar una prueba PCR negativa de no más de 7 días de antigüedad.

En noviembre de 2021 se introdujo el formato digitalizado de la tarjeta, generado por un código QR. En diciembre, las autoridades anunciaron que a partir del 31 de enero se debía presentar una tarjeta con tres dosis, desatando incomodidades. Esta decisión fue revocada y el 16 de febrero de 2022, el presidente Abinader anunció el levantamiento de todas las medidas restrictivas, que además de la tarjeta, incluía el uso de mascarillas.

Reconocimiento de la OMS

En mayo de 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) felicitó al presidente Luis Abinader por el manejo de su gobierno frente a la pandemia del COVID-19 y la rápida introducción de las vacunas a disposición de la población. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, resaltó el bajo índice de letalidad que registra el país por la enfermedad.

Salud Pública pasa balance

Al 8 de mayo de 2023, de acuerdo al portal VacúnateRD, unas 16,296,552 dosis de vacunas se habían aplicado en el país: 7,320,363 vacunados con una primera dosis; 6,093,441 con la segunda y 2,552,043 con el tercer refuerzo.

Al pasar balance, el ministro de Salud Pública, Daniel Rivera, elogió la estrategia de vacunación contra COVID-19 que se aplicó en el país, resaltando el estudio HeteroVac que “fue la diferencia en el mundo y nos permitió la tercera dosis”, al combinar vacunas de virus atenuado con vacunas de ARN mensajero.

Al ser consultado al respecto, Rivera aseguró que quedan vacunas suficientes e instó a los que no han completado su esquema a hacerlo para que queden protegidos del virus, que quedará endémico.

Por su parte, la directora de Inmunoprevenibles por Vacunas, Aída Lucía Vargas, confirmó que los puestos de vacunación contra COVID-19 seguirán abiertos y que se continuarán las tácticas de vacunación casa a casa y en centros educativos.

“Se levantó la alerta de emergencia, pero aún existe la circulación del virus, controlado, como se puede evidenciar en los boletines semanales que compartimos en la rueda de prensa”, comentó.

De acuerdo con el boletín más reciente, el 1,105, en el país solo hay 34 casos activos de Covid, con una positividad en las últimas cuatro semanas de 0.44 %.

El impacto en aprendizaje

Estudios publicados por el Banco Mundial estimaban antes de la pandemia de COVID-19, que ocho de cada 10 estudiantes dominicanos no lograba adquirir el mínimo nivel de aprendizaje esperado a nivel internacional para un joven de 15 años. De acuerdo con esas estimaciones, se esperaba que este número se incrementaría a nueve de cada 10 estudiantes por los efectos de la pandemia en la educación.

Una evaluación posterior, realizada en 2022, por el organismo internacional, reveló que los estudiantes dominicanos y de América Latina retrocederían más de 10 años en el aprendizaje de matemáticas y lectura debido a la pandemia, y que tendrían peores puntajes promedio que en las evaluaciones educativas de 2013.

Además, República Dominicana perdió 1.2 años de escolaridad por la pandemia, a pesar de los intentos de reapertura de las escuelas y proporcionar educación a distancia. Esta cifra se obtuvo de simulaciones, al analizar la longitud de los cierres de las escuelas durante el confinamiento y utilizando evaluaciones internacionales de aprendizaje.

Para el año escolar 2022-2023, el Ministerio de Educación de la República Dominicana (Minerd) enfoca sus esfuerzos hacia la innovación pedagógica para alcanzar mejores resultados de los aprendizajes en los primeros años de escolaridad, un currículo académico más diversificado y mayor formación de los docentes.

Esto para contrarrestar los estragos provocados por la pandemia en el aprendizaje de los estudiantes, pues la cuantiosa inversión realizada por el Estado dominicano, a través del Ministerio de Educación, para la educación a distancia durante la pandemia de COVID-19 no logró llenar las expectativas, ni cumplir las metas propuestas de que no se profundizara la pérdida de aprendizaje en los estudiantes.

El informe del Registro Nacional de Incidencias de los centros educativos, correspondiente al mes de abril, registra la atención a 33,874 estudiantes con situaciones asociadas a dificultades de aprendizajes. El informe no especifica los grados de los alumnos.

Limitaciones y retos

Los levantamientos del Minerd y del Banco Mundial dan cuenta de que la gran mayoría de los estudiantes dominicanos lograron tener acceso a los materiales educativos desarrollados para la educación a distancia y que existió un compromiso fuerte de parte de los docentes para implementarla.

En promedio, 8 de cada 10 estudiantes recibieron los cuadernillos y 7 de cada 10 tuvieron acceso a los programas de televisión educativa. Asimismo, 2 de cada 10 estudiantes de primaria y 4 de cada 10 de secundaria recibieron dispositivos tecnológicos para trabajar desde la casa. Con relación a los directores, 9 de cada 10 reportaron que todos o la mayoría de sus docentes recibieron equipos tecnológicos y capacitación y la mayoría de los docentes estuvo trabajando presencialmente desde su centro educativo de manera diaria o al menos 2 o 3 veces a la semana.

“Es necesario entender realmente qué y cuánto aprendieron los estudiantes durante la educación a distancia para diseñar e implementar lo antes posible programas de educación remediales. Por otro lado, para potencializar los esfuerzos llevados a cabo en la entrega de dispositivos tecnológicos, es importante que el país diseñe una estrategia sistémica que guíe su uso como medio de acelerar los aprendizajes y como ancla para promover una equidad dentro del sistema educativo dominicano”, dice el reporte.

Inversión de 50,000 millones

Los fondos destinados para el programa “Educación a distancia preservando la salud” implementado durante el año escolar 2020-2021 se estiman en más de 50,000 millones de pesos, presupuesto destinado a la puesta en marcha de los medios tecnológicos necesarios para la educación a distancia, así como para la alimentación de los estudiantes.

El dato sobre la inversión fue ofrecido por el ministro Roberto Fulcar en la inauguración del año escolar atípico. “La implementación de todas estas políticas sociales, en lo referente tecnología, conectividad, capacitación docente, contratación de medios, acondicionamiento de planta física tendrán un costo para el Gobierno dominicano de aproximadamente 50,000 millones de pesos, sacrificio que se hará pese a la crisis económica”, dijo Fulcar el 2 de noviembre de 2020.

De acuerdo con datos levantados por Acción Empresarial por la Educación (Educa), el gasto más importante ha sido la adquisición de equipos y dispositivos tecnológicos por un valor de 19, 291 millones de pesos, seguido por 5,263 millones de pesos para los servicios de publicidad para transmisión de docencia por radio y televisión, y 1,999 millones de pesos para la producción de contenido digital para educación en línea. Un total 1,273 millones más se destinaron a la capacitación docente.

La alimentación de los estudiantes en sus hogares supuso una inversión de RD$26,655 millones, de acuerdo a las memorias del Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil (Inabie).

El golpe a la Economía

De registrar un crecimiento económico en el 2019 de 5.1 %, la República Dominicana decreció -6.7 % en el 2020. En el siguiente año, comenzó una senda de recuperación para expandirse 12.3 % y 4.9 % en el 2022.

En el primer año de la pandemia, se cerraron temporalmente las fronteras dominicanas y la actividad hotelera se detuvo entre marzo y junio. A pesar de que se comenzó una lenta reapertura del turismo a partir de julio, con medidas anticovid, la llegada de pasajeros no residentes vía aérea cayó -62.7 % en el 2020, para crecer 107.6 % el año siguiente y romper el récord de recibir 7.1 millones de turistas vía aérea en el 2022. La recuperación económica se hizo a base de teletrabajo, subsidios estatales para los trabajadores suspendidos por los cierres comerciales a raíz del confinamiento y medidas de apoyo al aparato productivo, como facilidades de pago de los compromisos anticipados y la liberación de recursos del encaje legal por hasta RD$30,133.4 millones, para ser canalizados como préstamos a los sectores productivos. Fueron 223,491 millones de pesos los destinados por el gobierno para un paquete de programas de subsidios al empleo, incentivos y otros gastos relativos a la pandemia, según reporta el Ministerio de Economía.

La población ocupada se había reducido de 4.7 millones en 2019 a 4.4 millones en el 2020. Con la reapertura de la economía llegó a recuperar los 4.7 millones el año pasado, aunque la informalidad se ubicaba al cierre del 2022 por encima de la formalidad, cuando antes de la pandemia era a la inversa.

En tanto que la deuda pública consolidada como porcentaje del producto interno bruto (PIB) se disparó de 50.5 % en 2019 a 69.1 % en el 2020. Se redujo a 62.6 % al año siguiente y a 58.6 % en el 2022, según cifras oficiales. El gobierno también ha tenido que tomar medidas de política monetaria, como el aumento de la tasa de interés hasta fijarla en 8.50 % anual, para contener la inflación que trajo consigo la crisis económica generada por la pandemia y la guerra en Ucrania, que tuvo un pico de 9.64 % interanual en abril del 2022.

Pandemia de préstamos

Durante el periodo de emergencia de la pandemia entre marzo de 2020 hasta el 2022, en el Congreso Nacional se aprobaron más de US$1,667 millones en préstamos para cubrir las necesidades generadas por el COVID-19. La partida engloba diversos préstamos asumidos para la compra de vacunas, la habilitación de hospitales, pago de personal médico, entre otros.

Los préstamos se pactaron con organismos multilaterales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Agencia Francesa de Desarrollo, el Banco Mundial, la Corporación Andina de Fomento (CAF), la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), Gavi Alliance, así como las farmacéuticas Pfizer y AstraZeneca. Debido a la pandemia, en marzo de 2020, el Gobierno dominicano decidió utilizar un financiamiento por 150 millones de dólares previamente contratado en el 2017 con el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) del Grupo del Banco Mundial, para atender las necesidades de la población dominicana afectada por el coronavirus.

También, fueron sancionados en agosto de ese año dos contratos de préstamos suscritos con el BID por US$500 millones para financiar el Programa de Fortalecimiento de la Política Pública y Gestión Fiscal para atender la crisis sanitaria y económica, y el Programa de Emergencia para la Sostenibilidad Macroeconómica y Fiscal; y otro en septiembre con el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), por US$100 millones, para financiar el Programa de Política de Desarrollo, en apoyo a la respuesta a la crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia. Además, fue sancionado un préstamo por US$22,889,280 millones, pactado el 18 de septiembre de 2020 con Gavi Alliance, en Suiza, para asegurar el acceso del 10 % de la población a vacunas. También, un préstamo por US$236,080,000.00 se acordó en octubre de 2020, con la Agencia Francesa de Desarrollo para solventar la crisis sanitaria y económica generada por el COVID-19.

La compra de 10 millones de dosis de vacunas a AstraZeneca, por US$40 millones, también figura entre los préstamos aprobados. El contrato fue suscrito el 30 de octubre de 2020 por el Poder Ejecutivo y establece un precio estimado por dosis de US$4.00 y un total 10 millones de dosis, que servirían para cinco millones de personas. Un préstamo firmado con la JICA en julio de 2021 por US$200 millones, fue utilizado en el financiamiento del programa fortalecimiento de la política de gestión fiscal en respuesta a la crisis sanitaria y económica causada por el COVID-19.

Asimismo, dos convenios fueron suscritos con la empresa farmacéutica Pfizer, para la compra de vacunas por 119,999,880.00 millones, en mayo de 2021.

A ello se suma, uno arribado con la Corporación Andina de Fomento (CAF) por US$300 millones para financiar el Programa de Apoyo a la emergencia generada por el COVID-19. Dicho préstamo, suscrito el 16 de marzo de 2021, fue promulgado el 5 de enero del 2022.

La vacuna, ¿evita este síndrome?

Desde la OMS aseguran que se están realizando investigaciones al respecto, pero aclaran que se debe tomar en cuenta que las vacunas que se aplican hoy en día contra el COVID-19 tienen como finalidad prevenir la gravedad y la muerte.

La protección que ofrezca la vacuna contra la afección posterior al COVID-19 depende, en primer lugar, de su capacidad para prevenir el virus. Como algunas personas pueden contagiarse, incluso después de haberse vacunado, y dado que cualquier persona que se haya infectado puede presentar secuelas, los científicos no aseguran que la inmunización reduzca las posibilidades de desarrollarlo.

Ante cualquier sintomatología que presente un paciente luego de haber tenido COVID-19, debe acudir a su médico, aseveró la internista Ramona Lappot. Esto, porque podría tratarse de otra enfermedad, y no necesariamente de efectos a largo plazo del virus.

“Cualquier cosa que se sienta fuera de lo normal, que note que no está funcionando correctamente, debe ir a su médico para ser evaluado. Así como puede ser efecto del COVID-19, puede ser una manifestación de alguna otra enfermedad que puede ser descubierta de forma oportuna”.

¿Y ahora qué?

Es importante entender que la pandemia ha finalizado, pero el virus seguirá entre nosotros. El ministro de Salud Pública, Daniel Rivera, aseguró que la institución continuará vigilando la enfermedad y recomendó a la población continuar con el proceso de vacunación, ya que el virus quedará como una enfermedad endémica.
“Han levantado la emergencia, pero, todavía hay gente sin vacunar. Deben usar los esquemas que tenemos”, afirmó Rivera.

El funcionario adelantó que se está estudiando si los que ya tienen cuatro dosis se pondrán un refuerzo, “porque nosotros creemos, personalmente, que al igual que la influenza, va a quedar como una enfermedad endémica… Es posible que se llame a aquellos que tenemos vacunas a un refuerzo, a una dosis anual”.

Salud Pública entiende que los padres con niños en las edades comprendidas entre los 5 y 11 años deben ponerse la vacuna Pfizer, que sigue disponible.

“Vamos a seguir vigilantes. Los que no tienen vacunas deben contemplar vacunarse, porque viene el otoño/invierno y puede ser que los cambios climáticos favorezcan a que el ómicron, que está ahora vigente, pueda variar, mientras tanto, seguir con los esquemas y aquellos que no se han vacunado, que se vacunen”, reiteró.

¿Podría atacarnos otro coronavirus? Eso siempre es posible, porque este no fue el primero ni será el último.

Mujeres entre 30 y 55 años las más propensas a los síntomas a largo plazo

Como la pandemia de Sars-Cov-2 es tan reciente, todavía no se sabe a ciencia cierta quiénes son más propensos a presentar síntomas a largo plazo. Sin embargo, diversos estudios parecen confirmar que las personas entre 30 y 55 años, en especial las mujeres, son más afectadas que el resto de la población. “Se ha visto que es más común en mujeres y en adultos en edad productiva entre 18 y 55 años, y mayor en el grupo de 35-55 años, pero esto es probable que sea debido a que son el grupo poblacional que es más frecuente que vaya al médico ante nueva sintomatología”, sostiene la doctora Ramona Lappot. Indicó que el covid prolongado es más común en quienes se han contagiado más de una vez, personas que tuvieron el virus y no se habían vacunado y quienes tenían enfermedades crónicas previas. “Un paciente que antes de tener el COVID-19 sufría una condición previa o alguna enfermedad crónica, tiene mayor predisposición”.

Un virus que deja secuelas

Habrá pasado la emergencia, pero el Sars-Cov-2 se quedará entre nosotros y no son pocas las personas que continúan con síntomas del virus. A esto se le conoce como el “covid persistente”, una enfermedad que incluso ha sido reconocida por la OMS y que se estima afecta entre el 10 y el 20 % de la población.

El síndrome post-COVID, como también se le llama, se diagnostica al menos tres meses después de que el paciente se contagió con el virus. Ese periodo permite descartar el proceso habitual de recuperación de un cuadro agudo de la enfermedad, que puede tardar hasta dos meses. Entre los síntomas más comunes se encuentran problemas relacionados al sistema muscoesquelético, como debilidad, dolores musculares y calambres, y falta de aire, tos persistente y dolor en el pecho a nivel pulmonar. Otras complicaciones se relacionan con el aparato circulatorio, como arritmia, palpitaciones y taquicardia.

También se habla de secuelas psicológicas, como ansiedad, depresión y alteraciones del sueño, aunque los expertos no han determinado si se debe a la respuesta inmunitaria desencadenada para combatir el virus, que puede afectar zonas del cerebro, o si es consecuencia del confinamiento y el aislamiento social.

“Los efectos a largo plazo del COVID-19 son variados y dependen mucho de cada paciente. Generalmente son más manifestaciones musculoesqueléticos, a nivel neurológico y cardíaco”, refiere la doctora Ramona Lappot, médico internista de Cemdoe. La galena agrega que los síntomas pueden durar días, semanas o meses, además de que pueden aparecer y desaparecer de forma intermitente. De hecho, un mismo paciente puede tener diferentes síntomas en diferentes momentos.

 


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