Claves para la seguridad vial frente a los incendios forestales en España
Los siniestros provocados por el fuego son, sin duda, una de las noticias que más se repiten en los telediarios veraniegos, este verano se está presentando como un periodo más complicado de lo habitual en lo que se refiere a incendios forestales.
En el monte, al combustible habitual presente por las ramas caídas a lo largo del año, hay que sumar una circunstancia extraordinaria. Hablamos de todos los daños, principalmente en forma de árboles desplomados, que produjo el temporal Filomena allá por el mes de enero y que han hecho que la cantidad de combustible en las zonas forestales sea mayor de lo habitual.
España, en la diana de los incendios
España es un país especialmente azotado por el problema de los incendios, de hecho, desde finales de los años setenta se han producido más de 620.000.
Muchos han sido los factores que ha contribuido a esta situación, desde algunos puramente locales, como la despoblación, hasta otros más globales, como el calentamiento del planeta.
Según datos provisionales del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la superficie forestal quemada en 2020 fue de más de 65.923 hectáreas, afectadas a causa de en un total de 7.745 siniestros, entre conatos e incendios. Por dar un dato comparativo, esta superficie equivale a unos 100.000 campos de futbol.
A pesar de todo, esta cifra fue menor que años anteriores debido a la situación de confinamiento provocada por la COVID-19. No obstante, en lo que llevamos de 2021, la superficie quemada con respecto al mismo periodo del año anterior ha sido superada en más de un 40 %.
Las carreteras y el fuego
En esta “relación”, hemos de tener en cuenta varios aspectos. Por una parte, cuando las carreteras disponen de una anchura suficiente y según la vegetación de que dispongan en los márgenes, pueden suponer un cortafuegos para el avance del incendio. Pero, por otra parte, es en estas zonas donde comienzan muchos de los fuegos que se producen.
En periodos de alto riesgo de incendio, el simple hecho de arrojar una colilla o una botella de cristal por la ventanilla, o dejar desperdicios en una parada de descanso, puede tener consecuencias desastrosas casi de forma instantánea. La responsabilidad y el sentido común de cada uno son esenciales.
De igual modo, la carretera es la puerta de entrada al incendio para los vehículos que circulan por ella. En muchos casos, la escasa percepción del peligro por parte del conductor y el desconocimiento del comportamiento del fuego pueden provocar que, de repente, nos veamos sorprendidos dentro de un siniestro. La falta o nula visibilidad, la temperatura y las características inflamables de nuestro vehículo hacen que salir de esta auténtica “ratonera” sea realmente complicado.
Informarse antes de viajar
Normalmente, tenemos muy asumido el informarnos del estado de las carreteras en los meses de invierno, cuando nos preocupan los puertos que estén cerrados o las zonas en que debamos de usar las cadenas por cuestiones de hielo y nieve. Pero en verano conviene también estar informado: aparte del tráfico, es recomendable conocer posibles cortes en carreteras debidos al fenómeno de los incendios.
En este sentido, antes de iniciar un viaje, no estaría de más hacer alguna que otra consulta. Es posible desde visitar las zonas de riesgo de incendio previstas en la página de la Agencia Española de Meteorología (AEMet) hasta consultar la web de la Dirección General de Tráfico, en la que podemos obtener todo tipo de datos sobre el estado de la red.
Por el humo se sabe dónde está el fuego
Puede ser que divisemos una columna de humo en el horizonte y, antes de llegar al punto en cuestión, los cuerpos de seguridad hayan realizado las acciones pertinentes, como cortar el tráfico, desviarlo, etc. Sin embargo, también es posible que seamos los primeros en ver un pequeño incendio, lo que se denomina un conato. En ese caso, la premisa está muy clara, llamar al 112 o al 062 de la Guardia Civil, informar del punto kilométrico, vía y situación y seguir sus indicaciones.
Existen muchos factores que influyen en el comportamiento del fuego, como el viento, la temperatura o el tipo de especies forestales que se estén quemando.
Muchos de ellos son desconocidos por la mayoría de los usuarios, por lo que la precaución debe ser total. La opción de abandonar la zona y buscar un trayecto alternativo debe valorarse si existe la más mínima duda.
El humo es el primer indicio. Este humo que se divisa a lo lejos en la carretera y que en un principio nos resulta curioso puede envolvernos de forma repentina a medida que nos acercamos. El humo produce una visibilidad cero y, sobre todo, un alto riesgo de intoxicación. Nunca hay que llegar a este punto, los nervios se mezclan con la desorientación y el rápido avance del fuego.
Asimismo, hay que tener muy en cuenta que nuestro vehículo está compuesto de muchos materiales y líquidos inflamables y, por muy seguros que creamos estar dentro, un entorno de altas temperaturas y una chispa de fuego que pueda saltar hacia nosotros pude provocar que acabemos entre llamas en cuestión de segundos.
Normas básicas de comportamiento
Además de todo lo dicho anteriormente, hay una serie de pautas que debemos en cuenta. En primer lugar, si hay servicios de emergencia trabajando ya en la zona, seguir sus indicaciones al pie de la letra. No somos nosotros los que debemos evaluar el riesgo, muchos conductores pierden la paciencia, discuten o sencillamente hacen caso omiso de las indicaciones apelando a su libertad o conocimiento de la zona. ¡Rotundamente, no!
Si se puede circular por la zona porque el fuego esté controlado y no se haya desviado la circulación, es preciso adoptar una serie de medidas, como utilizar el alumbrado o mantener una distancia de seguridad mayor. La circulación en este entorno es muy impredecible, por lo que hay que aumentar la precaución y dejar más espacio entre vehículos por si hay desvío de trayectoria o necesidad de realizar algún otro tipo de maniobra, incluso dar la vuelta.
Hay zonas que ya de por sí son complicadas y que en caso de fuego pueden serlo aún más. Por ejemplo, los valles o túneles, donde el estrechamiento forma una especie de embudo que acelera la velocidad del aire (efecto Venturi) y, por lo tanto, la velocidad de propagación del fuego. En el caso específico de un túnel, más cuando este es de mucha longitud, puede ser que el escenario que nos encontremos a la salida no tenga nada que ver con el que dejamos a la entrada.
Otras zonas de riesgo son las zonas más altas en montañas. El fuego siempre va a tender a ir hacia arriba, por lo que podríamos vernos acorralados.
Multas por tirar una colilla
Muchos de los fuegos que se generan son por causa de los cigarrillos que algunos conductores tiran por la ventanilla sin apagarlos previamente. Los márgenes de las carreteras suelen estar repletos de vegetación herbácea que en verano se seca y que entran fácilmente en combustión, propagando rápidamente el fuego.
La Ley de Seguridad Vial deja claro que es una infracción grave el arrojar a la vía o a las inmediaciones objetos que puedan producir incendios o accidentes, o que obstaculicen la libre circulación. La sanción puede ser de 200 euros y la retirada de cuatro puntos en el permiso de circulación.
Pero esa es solo la sanción de tráfico, las consecuencias y responsabilidades por causar un incendio pueden resultar millonarias y tener consecuencias penales para el infractor.
En definitiva, algo que debemos tener en consideración es que el riesgo de fuego es muy alto en este periodo, que infravalorar los riesgos nos puede acarrear consecuencias lamentables y que la prevención es fundamental para evitar los incendios y su influencia en la circulación y en el planeta.
Fuente: https://www.motorpasion.com/