Celebran primera boda homosexual en el Ejército de Taiwán
Dos militares lesbianas del Ejército de Taiwán se convirtieron hoy en las primeras en casarse, con sus respectivas parejas, en una ceremonia oficiada por las Fuerzas Armadas de la isla, el único país de Asia en legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo.
En la base militar de Taoyuan (noreste) se dieron hoy el “sí, quiero” la comandante Wang Yi, de 36 años, y su ya esposa, Meng Yumi, una profesora de yoga de 37 años; también lo hicieron la teniente Chen Yinh-hsuan, de 27 años, y su antigua compañera de universidad Li Li-chen, de 26.
Ellas se convirtieron hoy en las primeras en contraer matrimonio con una persona de su mismo sexo con el beneplácito de las Fuerzas Armadas de Taiwán, ya que en la edición del año pasado de estas bodas militares colectivas -que se comenzaron a celebrar en 2014- hasta tres parejas homosexuales solicitaron casarse pero se echaron atrás en el último momento debido a la presión social, según fuentes militares citadas por la prensa local.
En un comunicado emitido hoy, un portavoz del mando del Ejército aseguró que la actitud del Ministerio de Defensa Nacional ante las bodas homosexuales “es la misma” que ante parejas heterosexuales: “Damos nuestras sinceras bendiciones a todas y cada una de las parejas”.
El hecho de oficiar bodas homosexuales “representa la postura del Ejército nacional, que es abierto y progresista”, agrega el documento.
Ante la disposición positiva de las Fuerzas Armadas, Chen y Li quisieron mandar un mensaje de ánimo a quienes todavía se lo estén pensando: “Con nuestra valentía, otros compañeros que no lo tienen claro podrán dar el paso. No están solos”.
“Nuestro amor no es diferente al de los heterosexuales. (…) Esperamos que más parejas homosexuales participen en la próxima edición”, dijo Chen, citada por la agencia de noticias isleña CNA.
Durante la ceremonia, en la que otras 186 parejas se unieron en matrimonio, el ambiente fue de felicidad y los asistentes jalearon a todos por igual.
Reivindicación y esperanza
Dentro de la normalidad, también se trató de un ocasión propicia para los gestos reivindicativos: mientras que Wang y Meng portaron la bandera arcoiris del movimiento LGBT, Chen y Li se pusieron pulseras con esos mismos colores.
Por ejemplo, en el caso de Meng, por el momento encuentra más comprensión por parte de sus nuevos suegros que de sus propios padres, de los que explicó que todavía están “esforzándose” por cambiar sus puntos de vista sobre el matrimonio homosexual, aunque también mostró su esperanza de que acaben por darle su apoyo en el futuro.
Mientras tanto, la madre de su flamante esposa quiso subrayar la necesidad de que “quienes salgan del armario puedan vivir en paz” y recordó que las familias deben buscar la felicidad de sus hijos.
Las parejas homosexuales de Taiwán esperaron durante décadas para que la ley reconociese como legítimas sus uniones matrimoniales, un paso que la isla dio a mediados de mayo del año pasado.
Fue el Tribunal Constitucional, en 2017, el que determinó que la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo iba en contra de la Carta Magna, obligando al Parlamento a elaborar una propuesta para regularizar este tipo de uniones.
Así pues, una amplia mayoría de diputados (66) votó a favor de legalizar los matrimonios homosexuales, mientras que 27 se opusieron.
Algunos activistas que luchan por los derechos de las personas LGBT mostraron entonces cierto optimismo ante el efecto que podría tener la legalización en Taiwán sobre las posibilidades para el colectivo en China, donde la homosexualidad se vive todavía como algo mayoritariamente clandestino.
Pese a que la homosexualidad fue despenalizada en China en 1997 y desclasificada como un desorden mental en 2001, todavía muchos chinos ven esta condición sexual como una enfermedad, mientras el Gobierno carece de cualquier tipo de protección a este colectivo que en China está formado por unos 70 millones de personas.
Mientras tanto, las autoridades taiwanesas anunciaron también hoy que, a partir de noviembre, las parejas homosexuales de otros países podrán conseguir un certificado de matrimonio -aunque será conmemorativo y sin valor legal- en la capital, Taipéi, en una medida orientada a “las parejas del mismo sexo procedentes de países donde el matrimonio homosexual no es legal”.