Carros eléctricos: no son autos comunes y corrientes
La ausencia de la parrilla es quizás el reto más crítico al momento de pensar en la parte estética de un vehículo eléctrico, pues no solo ha servido históricamente para proteger el sistema de refrigeración, sino para respetar el legado de quienes 50 o 100 años atrás decidieron dedicar su vida a una marca en particular. Junto al logotipo de la compañía, la parrilla demuestra que un Bugatti es un Bugatti sin importar el año de fabricación, que el Rolls-Royce Phantom V de 1956 es claramente el antepasado del sedán actual del mismo nombre o que un BMW o un Mercedes no tienen pierde a simple ojo.
Esto por fuera, aunque la tripa es totalmente diferente. Hay dos caminos. Uno es un vehículo de combustión ofrecido también como eléctrico y otro muy distinto el que nace de una plataforma explícitamente diseñada para modelos de la marca que llevarán en adelante esa tecnología. El primero es el más identificable, pues salvo por detalles diferenciadores, como los rines o los colores de los logotipos, su aspecto físico se altera muy poco. El segundo, en cambio, es el más retador, pues requiere romper con lo convencional sin olvidar el pasado.
Ejemplos hay muchos: la tecnología de los Renault Kwid y Kangoo es radicalmente diferente a la de sus pares impulsados por gasolina, a pesar de ser calcados estéticamente. Volvo ofrecía la pequeña XC40 como T4 con motor turbo 2,0 litros y ahora lo hace con el apellido Pure Electric; MG da la opción de comprar la SUV ZS con motor de combustión 1,5 litros o instalación enchufable y BMW ofrece en nuestro país vehículos tradicionales llevados a la electrificación, como la SUV iX3, el cupé i4 y el sedán i5, los cuales hacen parte del portafolio de la marca al lado del nuevo iX xDrive perteneciente a la iniciativa Neue Klasse (nueva era), concebido sobre una plataforma eléctrica reciente.
Los ejemplares EQE 350+ y EQS de la unidad EQ de Mercedes-Benz se ofrecen con carrocería sedán o SUV como la opción eléctrica de modelos de combustión equivalentes: E (sedán) y GLE (SUV) en el primer caso y S (sedán) y GLS (SUV) en el segundo, aunque son en realidad vehículos diseñados y armados por unidades de negocio diferentes con tecnologías que nada tienen que ver la una con la otra. Contrastan con las SUV eléctricas EQA y EQB, las cuales fueron concebidas bajo la plataforma de sus equivalentes de combustión GLA y GLB.
El confort
Otro reto del eléctrico está en el diseño, pues implica tener en cuenta una serie de variables relacionadas con la aerodinámica: al carecer de motor de combustión, factores como el paso del viento, el ruido del roce de las llantas sobre el pavimento, la suspensión o los ajustes de las puertas se hacen más evidentes y requieren de un tratamiento especial para no molestar a quienes viajan en su interior.
Por si fuera poco, los nuevos vehículos están obligados a marcar diferencia frente a sus hermanos y presentarse como piezas ‘futuristas’ que les digan a propios y extraños hacia dónde va la marca en rubros como el confort y la tecnología.
El piso. Gracias al espacio que ocupan los motores eléctricos (son considerablemente más pequeños que los de combustión), su ubicación sobre los ejes y la ausencia del túnel de la transmisión, el vehículo enchufable de nacimiento puede darse el lujo de ofrecer un piso perfectamente plano, aunque un poco más alto que el de los autos de combustión, pues debajo de él suele estar el paquete de baterías: no es de extrañar que toque doblar las piernas más de lo normal para lograr una correcta acomodación.
El puesto de mando. La ausencia de caja de transmisión les ha permitido a los diseñadores abolir la palanca de cambios y ubicar el ajuste D/N/R en lugares antes imposibles, como el tablero o el timón, a través de perillas o diminutas palancas, como sucede con los Kia EV5 y EV9 o con el pequeño BYD Seagull. Esto permite despejar la consola central ubicada entre los asientos delanteros y diseñar allí apoyabrazos voladizos, repisas ocultas y paneles de carga inalámbrica. El frontal suele ser muy limpio y minimalista, con pantallas predominantemente horizontales que están dejando de lado los monitores flotantes para ejecutar en una sola todas las acciones dinámicas y de confort del vehículo. Adiós a los instrumentos análogos.
Los componentes. Mal haría una marca en promover un cambio de mentalidad ecológica y al tiempo utilizar materiales de un solo uso o pieles en sus modelos. Materias primas como redes de pesca desechadas, plásticos de botellas, aceros, aluminio reciclado y fibras sintéticas que imitan el cuero son primordiales en los eléctricos de quilates. De ahí la estética de asientos y puertas y la sensación al tacto, que es diferente a la de los muebles armados con telas convencionales y cueros sintéticos. Esta tarea de reciclar plásticos y fibras desechadas requiere de las marcas un enorme esfuerzo logístico y económico que incluye la adecuación de instalaciones dedicadas a realizar esas tareas.
Las llantas. Es un accesorio crítico en un vehículo eléctrico, pues no solo están obligadas a soportar el peso de extra de las baterías, que suele ubicarse entre los 100 y los 600 kilos (de acuerdo con su capacidad y densidad energética), sino a reducir lo más posible el ruido que produce su roce con el piso. Lo primero tiene que ver con el torque de esos modelos, que es muy alto y requiere mayor esfuerzo de la banda de rodamiento para evitar desgastes prematuros en la arrancada. Lo segundo, con el confort, de ahí que las llantas de un eléctrico suelen ser más delgadas que las de un vehículo de combustión con lo cual también reduce la fricción y mejora el alcance de las baterías.
La seguridad
Componentes como la suspensión y los frenos marcan por supuesto el nivel de seguridad de un vehículo eléctrico o de cualquier tipo, pero también lo hacen detalles críticos como la protección de las baterías, armadas con módulos interconectados entre sí que se resguardan en una caja fuerte y hermética con conectores para el flujo de corriente y el líquido refrigerante.
Por su ubicación a lo largo y ancho de los bajos del chasís, y por la densidad de la caja que la resguarda (30 centímetros, aproximadamente), la batería le otorga un óptimo y muy útil centro de gravedad al vehículo, pero en detrimento de la distancia de la carrocería respecto al pavimento en los modelos más deportivos.
Esto implica el diseño de una suspensión que no solo resista el peso adicional, sino que evite golpes en caminos muy irregulares o bamboleos excesivos cuando esa carga adicional se hace sentir sobre ondulados o curvas pronunciadas. Sedanes y deportivos eléctricos de sellos premium recurren a suspensiones neumáticas que le permiten al conductor subir la carrocería con solo oprimir un botón.
Los frenos también son especiales, pues no solo deben cumplir con la tarea de detener el vehículo, sino la de contribuir con la regeneración de la batería. Mientras los de un modelo de combustión empujan las pastillas hacia los discos luego de ejercer una presión hidráulica a través del pedal, los de un vehículo eléctrico hacen lo propio, pero en lugar de generar calor como en el primer caso, devuelven esa energía y convierten el motor en una especie de generador que alimenta de nuevo la batería.
La regeneración de energía es especialmente efectiva cuando se desciende en la carretera o se frena a velocidades altas, pero sirve también para manipular las detenciones en el tráfico sin tener que oprimir el pedal.
¿Cómo es el mantenimiento?
Así como el bloque es el corazón de un motor de combustión, la batería es el de un modelo eléctrico. El desgaste del primero se mide por kilómetros recorridos y el del segundo por el número de ciclos de carga y descarga.
La recomendación de los fabricantes es evitar los puntos de carga rápida porque una descarga de potencia muy alta puede dañarla.
También aconsejan rodarlos con no menos de 20 por ciento de carga y no más de 80 por ciento para aumentar su rango de vida.
El vehículo eléctrico no requiere cambio de aceite, bujías, filtros y correa de repartición, pero sí de pastillas y líquido de frenos, batería de 12 voltios y filtro de polen. Y el más frecuente, el de llantas.
Así funciona el sistema
Sin importar si la planta es delantera o trasera, o si se trata de una instalación de dos o más motores, el funcionamiento de un vehículo eléctrico requiere de estos dispositivos.
• El tomacorriente: es el puente entre el vehículo y la estación pública o doméstica de carga.
• El cargador: recibe la carga del wallbox o el enchufe y pasa el voltaje de corriente alterna (AC) a corriente continua (DC) para que la batería se pueda alimentar de ella.
• La batería: tiene como función almacenar esa energía con el único fin de mover el vehículo. De lo demás (luces, climatización, sonido, iluminación interna, etc.) se encarga una pila de 12 voltios convencional.
• El convertidor: le da más voltaje a la corriente continua almacenada en la batería para que pueda accionar y mover el motor eléctrico.
• La unidad de control: regula el comportamiento del motor y es capaz de proveerle energía o sacarla para accionar el frenado regenerativo.
• La transmisión: es de una sola marcha, pues el motor entrega todo el torque al instante y en todo momento.
Distintivos del eléctrico
• El frente: suele mantener las formas y los tamaños que dicta el ADN de la marca, pero con un plástico o un enmallado tupido que recubre el espacio donde suelen atornillar la parrilla. Los diseñadores aprovechan para darles un look diferenciador.
• Los rines: su diseño, primordialmente en forma de aspas, suele distinguirse de los aros de los modelos de combustión, pero tiene como finalidad principal un flujo de aire que no genere ruidos.
• El color azul: lo utilizan principalmente las marcas que llevan los modelos de combustión al mundo de la electricidad. No es raro ver logotipos, rebordes de las luces o molduras exteriores e interiores con detalles en ese color.
• La ausencia de exostos: la salida doble bajo el parachoques trasero, sinónimo de potencia en los modelos de combustión, desaparece en los vehículos enchufables por simple sustracción de materia. Un vehículo eléctrico no emite gases a la atmósfera.
• Las luces: a falta de las parrillas tradicionales de cada marca, las lámparas son parte fundamental de la identidad de los modelos nacidos eléctricos, que en su gran mayoría ostentan unidades de ledes con diseños atrevidos, como las del Hyundai Ioniq 5, camufladas bajo el capó y rodeadas de DRL perfectamente cuadradas, o del JMC GSE, ataviado de luces DRL en forma de bumerán y luminarias incrustadas en el parachoques delantero.
Fuente: https://www.eltiempo.com/