Así es el Lockheed U-2, el irremplazable avión espía de EE.UU.
Fue desarrollado en secreto por Estados Unidos durante los albores de la Guerra Fría. Hizo su primer vuelo en la mítica Área 51. Lleva más de 65 años de servicio y no hay otra aeronave en el mundo que se le compare. Esta es la historia del Lockheed U-2, el avión espía de gran altitud que no teme ser reemplazado por satélites.
A principios de la década de 1950, el gobierno del presidente Dwight D. Eisenhower estaba especialmente preocupado por el desarrollo militar de la Unión Soviética. En Washington crecía el temor de que la URSS podría haber superado a Occidente en sus capacidades nucleares y de producción de bombarderos.
El avión que atravesó la Cortina de Hierro
Como explica Lockheed Martin, despejar esas dudas no era fácil. Atravesar la Cortina de Hierro se había convertido en un auténtico desafío. Debido al enorme tamaño, control y vigilancia de la Unión Soviética, resultaba muy difícil conseguir un trabajo efectivo con espías en el terreno y, cuando se enviaban aviones, generalmente eran derribados.
Si Estados Unidos quería estar un paso adelante en la Guerra Fría necesitaba datos de inteligencia fiables y se pensó en construir un avión que volara lo suficientemente alto como para estar fuera del alcance de los ojos soviéticos o, en caso de ser detectado, que fuera demasiado tarde para una reacción amenazante.
En 1953, la Fuera Aérea de los Estados Unidos (USAF, por sus siglas en inglés) solicitó diseños para el nuevo avión espía a Bell Aircraft, Martin Aircraft y Fairchild Engine and Airplane, tres compañías pequeñas. Pero Lockheed Aircraft se enteró del proyecto y decidió presentar una propuesta no solicitada por propia su cuenta.
Con el claro objetivo de ganar el contrato, Lockheed le pidió a su mejor ingeniero aeronáutico, Clarence “Kelly” Johnson, que ideara un avión capaz de volar a 21.000 metros de altura y transportar equipamiento de reconocimiento y vigilancia, que eran los requisitos que exigía la USAF.
El resultado fue un avión nunca antes visto: el fuselaje era muy delgado, contaba con dos alas similares a las de un planeador y no tenía tren de aterrizaje convencional, sino que despegaba desde una plataforma móvil y aterrizaba con unas ruedas “estilo bicicleta”.
A pesar de cumplir con las especificaciones requeridas, la USAF rechazó el proyecto, pero llamó la atención de Edwin Herbert Land, el creador de la fotografía instantánea y fundador de Polaroid. Land le habló del proyecto al director de la CIA y lo convenció para que su agencia utilizara el avión.
Después de un encuentro con el presidente Eisenhower, Lockheed recibió luz verde para desarrollar su proyecto. Un contrato de 22,5 millones de dólares para desarrollar los primeros 20 aviones. A partir de ese entonces, el diseño fue renombrado como “U-2” y ocho meses más tarde estaba listo.
Según detalla la Enciclopedia Británica, el 1 de agosto de 1955, en un campo aéreo ubicado en sur del estado de Nevada, ahora conocido como Área 51, el Lockheed U-2 realizó su primer vuelo. El avión fue equipado con un sistema de cámaras desarrollado por Polaroid y empezó sus misiones de vigilancia a gran altitud para la CIA y más tarde para la USAF y la NASA.
A principios de 1956, el presidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética, Nikita Khrushchev había declarado que su país estaba aumentando su poder militar al fabricar una gran cantidad de misiles y que pronto tendría una bomba capaz de impactar “en cualquier punto del mundo”.
En respuesta a ese anuncio, Estados Unidos envió un U-2 desde Wiesbaden, en Alemania, hasta la Unión Soviética para capturar imágenes detalladas de fábricas, aeródromos y astilleros inalcanzables por otros aviones de la época sin ser antes rastreados o derribados.
No obstante, el U-2 fue rastreado por un radar soviético, pero estaba demasiado lejos de los aviones de combate de la URSS y de sus defensas antiaéreas, por lo que pudo volver a su base con todo el material recopilado, que reveló que las declaraciones de Khrushchev eran exageradas.
Pero no todos los aviones espía tuvieron la misma suerte. Un misil tierra-aire soviético impactó cerca de un U-2 pilotado por Francis Gary Powers, mientras se encontraba en una misión de reconocimiento en 1960, señala Air Force Magazine. El piloto sobrevivió al accidente, pero fue capturado y más tarde intercambiado por un espía capturado.
Los años pasaron, y en 1966 solo 15 de los 55 aviones construidos estaban funcionando. En la década de 1980 se reanudó la producción, pero con una gran cantidad de mejoras: eran casi un 40% más grandes y podían transportar más equipo gracias a su nuevo diseño modular.
En la actualidad, a pesar de su gran cantidad de años de servicio y de sistemas avanzados como los satélites espía en órbita o la nave espacial de Boeing, X-37B su versatilidad y despliegue estratégico para cumplir diferentes misiones no tiene oponentes, por lo que se está preparando el U-2S, una versión mejorada que podría volar 30 años más.
El U-2 es considerado uno de los aviones más difícil es de volar. La cabina está completamente presurizada el piloto, que utiliza un voluminoso traje parecido al de los astronautas, debe mantener la velocidad adecuada para proteger la estructura del avión a 21.000 metros de altura.
Al momento de aterrizar, el piloto tiene una visibilidad tan limitada de la pista que no puede completar la tarea por sí mismo. Obligatoriamente debe confiar en las instrucciones de otro piloto de U-2 que conduce un coche por la pista a medida que el avión aterriza a velocidades superiores a 100 km/h.
Fuente: https://www.xataka.com/