Amazon encabeza un brote de sentido común

Madrid.- Demasiadas empresas han comenzado a dar la impresión que estar equivocado es mejor que tener razón. La semana pasada, después de un largo período de estupidez de parte del mundo corporativo, tres cosas sorprendentemente sensatas pasaron por mi pantalla.

Dos de ellas venían de pequeñas empresas, pero la tercera venía de una de las organizaciones más grandes — y recientemente una de las menos populares — del mundo: Amazon.

El primer ejemplo me lo envió un lector en Sudáfrica, quien había conseguido un nuevo empleo y tenía que firmar el código de conducta de la empresa. Éste decía: “Haz lo correcto en el momento correcto, sin miedo a los riesgos”. Eso era todo.

Aunque la declaración no era específica, resultaba ser una gran mejora sobre la interminable lista de qué hacer y no hacer. La mayoría de los códigos de conducta son tan largos que la única posibilidad inteligente es que un empleado marque la casilla al final sin haber leído una palabra (desobedeciendo el código antes de empezar) y olvidarse de todo. Una sola frase en letras mayúsculas es una mejora ya que comunica la idea general de que una fechoría no es lo apropiado.

El ejemplo siguiente vino de una compañía australiana de fondos de cobertura que buscaba contratar un nuevo empleado. En vez de recitar la típica tontería sobre jugadores de equipo proactivos y conjuntos de habilidades, decía que quería alguien “(a) muy inteligente, (b) interesado en el proceso de la inversión y (c) sobre todo, curioso”. Añadía: “Lo que en realidad queremos es un detector de tonterías” — para lo cual especificaba una aptitud para las matemáticas y la ciencia.

Terminaba con la advertencia que “ya que somos una organización pequeña usted invariablemente nos pertenecerá de la misma forma que nosotros le perteneceremos. Ésta es una movida riesgosa para su carrera. Si usted lo hace bien y nosotros lo hacemos bien, pudiera ser una buena decisión. Si una de estas cosas no funcionan, podría terminar siendo una mala decisión para su carrera.”

Esto es honrado, simpático, preciso y útil. Casi me anima a solicitar el empleo; si yo fuera buena para la ciencia, quizás lo hiciera.

Ambos ejemplos, de Machi.biz y Bronte Capital respectivamente, muestran cómo las grandes empresas pudieran hacer las cosas mejor. Sin embargo, me temo que si una de estas compañías llega a ser grande, se le olvidará cómo ser sensata. El tamaño significa conformidad y departamentos de Recursos Humanos, lo cual asegura que el sentido común — por no hablar de la personalidad y la agudeza — se elimina.

No obstante, ahí está Amazon, que esta semana se convirtió en mi modelo de una gran empresa libre de tonterías.

Por un par de años hemos sabido (gracias a un artículo en el Financial Times) que el detallista es abusivo con sus empleados de almacén. Ahora sabemos que también es duro con sus empleados de oficina. Sin embargo, al leer el último artículo en el New York Times y revisar los 14 principios de la compañía, en vez de sentirme repelida me vi celebrando su buen sentido.

El principio #9 es la frugalidad, la cual nunca había sido descrita de esta forma. Por supuesto que los líderes deben ser frugales — no es su dinero el que están gastando. Otro principio dice: “Tenga carácter; esté en desacuerdo y comprométase”. Éste también me gusta. En la mayoría de las empresas todo el mundo piensa igual (a pesar de la simulación de diversidad) y los que no, se quedan callados.

Pero el principio que me hizo lanzar mi sombrero al aire decía que los lideres “tienen razón, muchísimas veces”.

Para alguien no adiestrado en la tontería corporativa esto puede parecer algo obvio. Pero la mayoría de las empresas han caído tanto en la idea de moda de “fracasa rápido, fracasa mucho” que han empezado a hablar como si estar equivocado fuera mejor que tener razón.

¿Entonces que podemos deducir del hecho de que esta empresa que es tan subversivamente sensata es tan horrenda con sus empleados? Tengo el feo presentimiento de que las dos cosas están conectadas. Amazon puede darse el lujo de ser tan honrada porque no pretende ser amable. El fundador Jeff Bezos nunca ha tenido nada que ver con consentir: “Nuestra cultura es amistosa e intensa, pero si hay que elegir nos quedamos con intensa”, dijo una vez. El resto del mundo corporativo ha creado un modelo de negocios que se basa en la idea de trabajadores felices.

Porque esto es parcialmente una mentira — todas las corporaciones tienen que extraer su libra de carne para obtener una ganancia — se hallan restringidos en lo que pueden decir. De ahí provienen, las trivialidades vacías sobre la pasión y la diversión.

La lección de Amazon revienta una de las mayores mentiras administrativas. El modelo de depositario pretende que uno puede tenerlo todo — a los clientes, los accionistas y los empleados les puede ir bien a la misma vez.

Amazon es una reversión al antiguo estilo de capitalismo, en el cual se hacían concesiones. Al leer el artículo del New York Times la semana pasada de noche en la cama, pude a la vez ordenar bombillas extrañas y tornillos irregulares, sabiendo que llegarían, a un precio descontado, antes del almuerzo del día siguiente.

En Amazon, el cliente gana — y el empleado no. La empresa puede no haber escogido la concesión más moralmente aceptable. Pero ha puesto al descubierto una verdad de la vida económica: cuando unos ganan, otros pierden.

Fuente: http://www.diariolibre.com/


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