Advierten sobre un «experimento físico global» con consecuencias impredecibles

La pandemia del covid-19 ha paralizado el mundo durante el último año. A pesar de todo, el dióxido de carbono, principal gas de efecto invernadero que libera la actividad humana no ha dejado de aumentar. Muchos dieron por sentado que la concentración se reduciría notablemente, pero a estas alturas la inercia actúa por libre, manteniendo la tendencia creciente. Solo en Galicia, la central de carbón de As Pontes emitió durante el 2020 un millón de toneladas.

El Observatorio de Mauna Loa, en Hawái, que registra la evolución de este gas desde 1958 ha informado de un nuevo máximo histórico alcanzado este mes de abril: 421 partes por millón (ppm). Un aumento que confirman desde el Observatorio de Izaña, en Tenerife. «Nosotros el 3 de abril medimos 420 ppm.

Simplemente se están cumpliendo las previsiones. La concentración está aumentando a un ritmo medio de 2 ppm por año, y los valores máximos se alcanzan en primavera. El año pasado tuvimos un máximo de 419 a mediados de abril, así que lo previsible es que este año tengamos un máximo de unos 421 ppm», reconoce Pedro Pablo Rivas, investigador en el centro que pertenece a la Aemet.

La configuración de la atmósfera actual no tiene precedentes en 3,6 millones de años. Aunque hay un dato mucho más preocupante. Hace solo 40 años la cifra era de 340 ppm. El ritmo del crecimiento se ha intensificado en las últimas décadas como nunca antes se había visto. Y todo ello a sabiendas. El protocolo de Kioto, por ejemplo, se aprobó en 1997 y la curva se ha mantenido ascendente.

«Estos cambios implican una incertidumbre muy elevada sobre los efectos en el sistema climático y los seres vivos. Desde el punto de vista científico tratar de entender cómo se va a comportar el sistema en su conjunto representa un verdadero desafío», reconoce Antonio Martínez Cortizas, biólogo de la Universidad de Santiago e investigador en paleoclima.

Sistema no lineal

La complejidad del clima reside en que no evoluciona de manera lineal. «Un sistema lineal é aquel que responde a unha perturbación externa de forma proporcional á magnitude desa perturbación. Sen embargo, un sistema non lineal pode cambiar o seu comportamento de xeito abrupto ante pequenas perturbacións. As reaccións dos seres humanos correspóndese moitas veces cunha resposta non lineal. Se temos un compañeiro de traballo que nos incomoda todos os días, probablemente aguantemos e calemos ata un día que non podemos máis e explotamos. Un dos exemplos máis coñecidos no clima é o da circulación termohalina, altamente sensible a cambios na salinidade da auga, o que quere dicir que chegados a un certo punto, pequenos cambios poden provocar un colapso da circulación e con elo un cambio abrupto no clima das rexións próximas», explica Damián Insua, investigador del grupo de Física No Lineal de la USC.

La propia naturaleza del sistema climático le impide comportarse igual en las mismas condiciones. Hace 3,6 millones de años, cuando el dióxido de carbono superaba también la barrera de las 421 ppm, la temperatura media global era entre 3 y 4 grados superior a la actual, ¿cómo se explica esto? «El sistema climático cuenta con muchos mecanismos de retroalimentación que cambian a diferentes velocidades. Algunos son muy rápidos y dan una respuesta inmediata en la temperatura, pero otros actúan mucho más lentos y sus efectos se perciben en una escala temporal de miles o millones de años. Las alteraciones actuales como, por ejemplo, el aumento del vapor de agua debido a una mayor evaporación, se incluyen entre esos cambios que producen efectos en menos tiempo. La verdad es que no existe un clima del pasado que sea idéntico al de hoy», apunta Cortizas.

Teniendo en cuenta la elevada incertidumbre sobre cómo puede llegar a comportarse el clima en las próximas décadas y que no existe ningún antecedente conocido, la comunidad científica reconoce que la civilización está llevando a cabo un experimento físico a escala global con consecuencias impredecibles. «Y no estamos precisamente ante un experimento buscado o programado, sino que se trata de una consecuencia del uso del sistema por parte de las comunidades humanas desde sus inicios. Se han estado y se siguen consumiendo recursos sin pensar en los efectos colaterales», lamenta el investigador gallego.

Fuente: https://www.lavozdegalicia.es/


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