âDefensasâ que matan
Santo Domingo.- Abusivas e inhumanas, es la manera correcta de describir las “defensas” frontales con las cuales circulan por las calles y autopistas dominicanas gran cantidad de vehículos pesados, y cuya finalidad parece matar y destruir, y no la intención de proteger a esas máquinas infernales ante una colisión.
Y hasta algo de un sádico y poco disimulado morbo se observa cuando a estas piezas, del más bruto metal, les son diseñadas una especie de dentado; mismo que no serviría más que para destripar o cercenar personas o cosas.
Esta macabra acción no se encuentra regulada en el país, a diferencia de otras naciones en las cuales la colocación de estas sí está estrictamente vigilada y normada.
Para muestra, un botón. La Unión Europea, desde noviembre de 2003, emite directivas que prohíbe en todos sus Estados las defensas metálicas rígidas, al igual que aquellas que sobrepasan la anchura del vehículo o que son demasiado grandes o pesadas.
Con la proliferación de los todoterreno, cuyos usuarios eran los más proclives a la colocación de estos artilugios, se pudo comprobar su peligrosidad frente a otros vehículos, en casos de choques; al igual la magnificación de los daños frente a atropellamientos de peatones, e incluso para los mismos automóviles que las tenían instaladas.
Aquellas que todavía son permitidas, deben pasar por un estricto proceso de homologación, mediante el cual se demuestre que los materiales usados en su construcción son deformables y que disponen de elementos disipadores de energía.
De por sí llevan la ventaja
Un factor agravante, es el irrefutable hecho de que cuando dos automóviles de diferentes pesos chocan, normalmente el de mayor peso saca la ventaja.
Las leyes universales de la Física no se equivocan. Las desaceleraciones a las que se ven sometidos los ocupantes del vehículo más liviano son mayores, en virtud de que el más pesado sigue avanzando y el otro retrocede, haciendo que las fuerzas se incrementen en uno y disminuyan en el más liviano; con lo cual las lesiones de los ocupantes de este último tienden a ser de mayor consideración.
Entonces, ¿Por qué provocar más daño con esas mortales “defensas”?